El asalto de Franco Colapinto a la Fórmula 1 sorprendió al paddock. El ascenso del piloto argentino a una butaca de Williams Racing fue una acción que James Vowles anunció para sorpresa de la parrilla, aunque el jefe de la escudería de Grove tenía los elementos para argumentar la medida. El pilarense respondió en la pista. La rápida adaptación, comportándose con madurez y ensayando maniobras destacadas, una magnífica gestión de neumáticos y asombrosas elecciones de estrategias, lo ubicaron en un escenario impensado después de las cinco fechas que recorrió en el Gran Circo, desde el estreno en Monza a la reciente carrera en el autódromo Hermanos Rodríguez, de México.
El apoyo de campeones del mundo de los quilates de Lewis Hamilton, Fernando Alonso y Max Verstappen significaron un espaldarazo en medio de las múltiples sensaciones que ruedan en cada circuito con la posibilidad de que Colapinto continúe en 2025 entre los 20 pilotos de la grilla. El supuesto interés de Red Bull Racing (RBR) desencadenó una reacción de Liam Lawson y de Yuki Tsunoda, actuales pilotos de Racing Bulls (RB), pero que fueron miembros de Red Bull Junior Team, y el respaldo del asesor Helmut Marko al joven talento Isack Hadjar, actualmente candidato al título en la Fórmula 2, frente a la amenaza que resultó la irrupción del argentino.
“Sería muy mal jefe de equipo si no preguntara si está disponible”, apuntó Christian Horner, jefe de RBR, consultado sobre si en Milton Keynes realizaban un seguimiento de Colapinto. La respuesta del británico es la misma que podría ofrecer cualquier otro boss de una escudería de F.1, cuando un piloto que no sobresalía en las categorías teloneras –F.2 y F.3- invade con la fortaleza que lo hizo el pilarense y, además, promediando el calendario.
Pero el mensaje del ingeniero, en medio de las especulaciones de reuniones con Vowles para interiorizarse del vínculo contractual con Williams, y la cifra de 20 millones de dólares para liberarlo de Grove –hipótesis del periodista neerlandés Jack Ploij, de Ziggo Sport-, agitaron las entrañas de RBR y movilizaron a los pilotos que desde hace años pulsean por una butaca en el garaje del equipo que auspicia la bebida energética.
Lawson, Tsunoda y Colapinto fueron rivales en el pasado, cuando los tres corrían en la Toyota Racing Series en 2020. La amenaza del argentino fue advertida por el neozelandés y por el nipón, quienes en las charlas con los medios en el circuito de Interlagos, en la previa del Gran Premio de San Pablo, mostraron los colmillos al sentir que el sueño de compartir garaje con Verstappen podría truncarse por el arribo de un rival que no se formó bajo la férrea doctrina de RBR.
“Mi actitud hacia las carreras y cómo las afronto no cambiará, así seré siempre. Si cometo errores, aprenderé de ellos y, claramente, en México cometí un error. Pero al mismo tiempo seguiré los consejos y mi objetivo no es salir a hacer enemigos, aunque tampoco estoy aquí para hacer amigos: estoy aquí para ganar”, respondió Lawson, sobre las rispideces que se sucedieron con Sergio Checo Pérez en la carrera anterior. La expresión del joven, de 22 años, es toda una señal de cómo se forjan los pilotos Red Bull Junior Team.
Así ha sido el adelantamiento de Colapinto sobre Lawson.
Liam se está dando hoy con todos.pic.twitter.com/1sIVfsRIX3
— ElReyGuiri (@ElReyGuiri) October 27, 2024
Un par de años atrás, el catalán Jaime Alguersuari rememoró la fiereza, la competitividad y la presión a la que se someten los jóvenes en el programa de RBR. “En 2005 firmé mi primer contrato con Red Bull, y a partir de ahí se acabó mi adolescencia. Solo querían construir una máquina de matar. Si no ganas, fuera, te echan. Max [Verstappen] lo consiguió antes porque su padre lo construyó así desde que tenía siete años. Es la tónica y la educación que quiere Helmut Marko”, señaló en el programa True Driver, de la cadena DAZN.
Debutó en Toro Rosso con 19 años en el Gran Premio de Hungría, de 2009 y corrió 46 grandes premios con la escudería con sede en Faenza. Con la finalización del calendario de 2011, sufrió la peor decepción: “Tuve la oportunidad de irme a Renault, pero confié en que haría una temporada más en Toro Rosso y al año siguiente pasaría a Red Bull Racing. Fue un error y lo pagué carísimo. Ni yo ni nadie esperábamos que aguardaran hasta el último día de diciembre para echarnos del equipo de aquella manera, sin oportunidad de firmar con ningún otro que tuviera un auto mínimamente decente, competitivo. Me quería morir, porque encontré un vacío”, expuso, acerca de cómo resultó la experiencia.
Sin destacar, Tsunoda se ilusionó a comienzo del curso con un ascenso a RBR. Eran los días en que Checo Pérez no había renovado el contrato –el nuevo vínculo, hasta 2026 tampoco le garantiza el asiento al tapatío- y el japonés, con el apoyo de Honda, se entusiasmaba.
“Estoy listo. Max es el piloto contra el que quieres competir, porque tiene mucha experiencia y habilidades de las que puedo aprender”, volvió a cargar el nipón, que tiene en las observaciones de Marko una barrera que deberá sortear. “Tuvo un trompo en Austin, y ahora un accidente en la clasificación y en la largada de México. Pensábamos que se había estabilizado, pero parece que siente la presión de Lawson”, disparó el austríaco.
Hay un tercer nombre que entra al tablero y con el que Marko desea impresionar: Hadjar. Con el desplazamiento de Daniel Ricciardo de RB -el asiento es ahora de Lawson-, el francés se convirtió en piloto de reserva de RBR y de RB. Pero también es quien pulsea con el brasileño Gabriel Bortoleto por el título de campeón de la F.2: cuatro puntos y medio lo separan, con dos fechas por delante.
“Las decisiones se tomarán después de Abu Dhabi”, comentó quien maneja con mano de hierro la Academia, sobre los posibles movimientos de pilotos dentro de espectro RBR. Antes de la última cita del año, Hadjar tendrá su oportunidad en la primera práctica libre en Yas Marina. “Podría ser crucial para su futuro: era más rápido que Colapinto en todas las categorías inferiores”, expuso Marko en una entrevista con el periódico austríaco Kleine Zeitung.
La butaca de Checo Pérez es la más codiciada y el mexicano intenta resistir. En la charla con los medios, en San Pablo, se enseñó despreocupado de la usina de rumores, las que desde el propio entorno alimentaron: su padre, Antonio Pérez Garibay, ensayó un confuso posteo en redes sociales, donde apuntaba al estreno, en 2011, en Australia, y a la reciente visita a México. “Me verán en Las Vegas, me verán el año que viene. No soy yo el que se preocupa por eso”, disparó Checo, que después del gran premio en casa no tuvo el respaldo habitual de Horner.
Las actuaciones de Colapinto y los rumores en el paddock ponen en alertas a los pilotos de Red Bull Racing, que acostumbrados a la presión defienden sus posiciones con fiereza, como señala el manual que deben aprenderse desde que se suman al programa de jóvenes talentos.