MIAMI.- “Fue a la boca del lobo a insultar al lobo”. Ilia Morales, una consejera clínica que forma parte de la numerosa comunidad de puertorriqueños en Allentown, en el estado crucial de Pensilvania, no duda mostrar su rechazo a la presencia de Donald Trump en la ciudad, anoche, para un acto de campaña. “El innombrable”, lo califica, sin mencionarlo, tras el terremoto político que generó el polémico mitin trumpista en Nueva York en el que el comediante Tony Hinchcliffe describió a Puerto Rico como “una isla flotante de basura en medio del océano”.

“En términos de secuelas, resultó tan ofensivo que hizo que mucha gente, incluyéndome, que había evitado expresar sus opiniones políticas, esté ahora totalmente activada. Hubo mucha indignación” entre los puertorriqueños, explica Morales, ciudadana estadounidense de 55 años y que vive en Pensilvania desde 2008. Su voto anticipado fue para Kamala Harris.

El senador estadounidense Marco Rubio, republicano de Florida, habla junto a Donald Trump en el mitin en Allentown, Pensilvania

En plena recta final para las elecciones del próximo martes, el affaire Puerto Rico –del que la campaña republicana intenta hacer un control de daños– amenaza con volverse un peligroso bumerán para las posibilidades de Trump de derrotar a Harris en estados pendulares claves, muy ajustados en las encuestas y en los que la comunidad de la isla quedó en pie de guerra.

Solo en Pensilvania hay más de 470.000 puertorriqueños, una de las mayores concentraciones del país, y un factor potencialmente decisivo en un estado en el que el promedio de sondeos le da a Trump una leve ventaja de menos de medio punto. En 2020, Joe Biden ganó allí por un estrecho margen de 1,17 puntos (80.555 votos).

David Paleologos, experto en análisis de encuestas y director del Centro de Investigación Política de la Universidad de Suffolk (Suprc, por sus siglas en inglés), remarcó el impacto que este inesperado factor de la campaña podría tener en estados como Pensilvania, Carolina del Norte e, incluso, Florida. Allí también hay una gran comunidad de boricuas, históricamente más inclinados a votar candidatos demócratas, aunque su participación ha sido a menudo relativamente baja en comparación con su población.

Si los votantes puertorriqueños que no tenían pensado votar se activan ante el gran revuelo en torno a los comentarios [de Hinchcliffe], allí es donde ese conjunto de votantes en unos pocos estados podría realmente afectar a los comicios nacionales”, señaló Paleologos a LA NACION. “En este tramo final, para ambas campañas se trata de dirigirse a pequeños grupos. Así de reñida es esta carrera”, añadió.

Donald Trump, en mitin de cmapaña en el Madison Square Garden, el domingo pasado.

En shock

En organizaciones con influencia en la comunidad, redes sociales, medios y en celebridades como Ricky Martin y Bad Bunny, el efecto movilizador fue inmediato. “Se levantó un gigante dormido. Habrá un impacto en los puertorriqueños que no pensaban votar que después de lo que pasó dirán… ‘¿cómo?’”, advirtió Mayra Lee Hernández, miembro de Puerto Rican Leadership Council of South Florida y presidenta de la Conferencia Nacional de Mujeres Puertorriqueñas de Miami. “Quedé en shock. No voy a perdonar esto en mucho tiempo”, dijo.

Tony Hinchcliffe, en el Madison Square Garden, de Nueva York, donde pronunció la polémica broma sobre Puerto Rico que indignó a la comunidad

Hernández, que vive en Estados Unidos desde 1993, calificó el hecho como “una humillación para los puertorriqueños de la isla y de la diáspora”. Contó que rápidamente tras el mitin les envió el video de Hinchcliffe a presidentes de distintas organizaciones puertorriqueñas en Florida y Pensilvania. “Generó una gran ola de indignación en nuestra comunidad. A la mañana siguiente me levanté con lágrimas porque aún no podía creer que una persona se refiriera así a nosotros”, agregó.

El martes, el principal diario de la isla, El Nuevo Día, pidió el voto por la vicepresidenta norteamericana: “Hoy exhortamos a todos los que aman a nuestra isla que no le den su voto a Trump. A todos los puertorriqueños que puedan votar que nos representen a nosotros, a los que no podemos votar. Voten por Harris”.

Incluso Angel Cintrón, presidente del Partido Republicano de la isla, le pidió a Trump que rechazara personalmente los comentarios del comediante, a lo que se sumó el arzobispo de San Juan de Puerto Rico, Roberto González Nieves. En una carta, dijo que los comentarios de Hinchcliffe “no solo provocan risas siniestras, sino odio”.

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En medio de la polémica, el martes por la noche Trump encabezó un acto de campaña en Allentown, donde el 55% de sus 125.000 habitantes son hispanos, en su mayoría puertorriqueños. “La pasamos genial”, dijo sobre la noche del Madison Square Garden. “Hice más por Puerto Rico que cualquier presidente, con diferencia”, agregó, sin pedir disculpas por lo sucedido.

En un momento del discurso, sumó al escenario a la “senadora sombra” (cargo que se elige en la isla) Zoraida Buxó. “La gente de Puerto Rico confía en usted. Necesitamos a este hombre de vuelta en la Casa Blanca”, afirmó la funcionaria.

Zoraida Buxó,

Los 3,2 millones de puertorriqueños que viven en la isla (un Estado libre asociado) no pueden votar en los comicios norteamericanos, pero sí puede hacerlo la diáspora de 5,8 millones de personas -incluidos descendientes- que habita en el continente, según datos oficiales del censo. Su influencia electoral, además, creció en los últimos años desde el éxodo provocado por el devastador huracán María, en 2017.

En ese momento, cuando era presidente, Trump retrasó el envío de unos 20.000 millones de dólares para la reconstrucción de la isla y se enfrentó a influyentes líderes puertorriqueños. En un gesto que pocos olvidan allí, al visitar la isla tras el devastador paso de María tiró rollos de papel higiénico a damnificados que se había acercado para verlo.

Más adelante, en 2020, un exfuncionario reveló que Trump se planteó vender Puerto Rico o cambiarlo por Groenlandia porque le parecía que el territorio norteamericano en el Caribe era “sucio y pobre”.

En una visita a Puerto Rico, tras el paso del huracán María, Trump generó revuelo cuando lanzó rollos de papel higiénico a los damnificados

Es más que razonable pensar que esto tuvo un impacto en la opinión del votante puertorriqueño. Es algo a lo que se debe reaccionar y a lo que uno debe considerar al momento de emitir su voto”, señaló a LA NACION el abogado Rafael González, presidente de la Asociación de Profesionales Puertorriqueños en Florida y residente en Miami. Su organización emitió un duro comunicado en que le exigió a Hinchcliffe “enmendar el daño a la comunidad”.

Una puertorriqueña registrada para votar en Miami, pero que está en Ohio, contó a LA NACION que evaluaba volar especialmente a Florida para sufragar el martes próximo, y que conocía varios casos similares.

Por su parte, Bob Cortes, un republicano de origen puertorriqueño y exrepresentante estatal de Florida, advirtió sobre cómo lo que ocurrió el domingo podría motivar a los votantes puertorriqueños indecisos.

“Pensilvania es el hogar de casi medio millón de puertorriqueños, tres cuartas partes de los cuales pueden votar. Son una parte integral de nuestra comunidad, no el remate de una broma desesperada”, publicó en X John Fetterman, senador demócrata por ese estado.

Al día siguiente del mitin en el Madison Square Garden, líderes puertorriqueños en Pensilvania, encabezados por la concejal de Filadelfia Quetcy Lozada y el alcalde de Reading, Eddie Morán, manifestaron su enojo por los comentarios y llamaron a la comunidad a movilizarse en apoyo a Harris. “Lo convertiremos [a Trump] en un perdedor una vez más. ¡Nunca olviden que los puertorriqueños se respetan!”, pronosticó Lozada. Víctor Martínez, que tiene uno de los shows radiales latinos más escuchados en Allentown, se sumó al desafío al candidato republicano: “Hirieron nuestro orgullo”.