Los avances tecnológicos pueden generar incertidumbre, pero también grandes oportunidades. Big Dipper Technology, empresa argentina con 20 años de vigencia en el mercado, es un ejemplo de ello. En el marco de la décima edición del evento “Negocios del Futuro”, organizado por LA NACION, Gabriel Bruno, gerente de marketing de la compañía, contó, en un mano a mano con la periodista del medio Carla Quiroga, cómo y por qué importaron “perros robots” al país.
Big Dipper Technology es una empresa especializada en seguridad electrónica. Comercializa elementos que permiten acceder a una vigilancia remota, contemplar un suceso o transmitir datos. “Antes, eso era lo que hacía una cámara”, señaló Bruno. Hoy, con la aparición de nuevas tecnologías, existen diversos productos que reemplazan y superan ampliamente a este tipo de herramientas. Tal es el caso de los perros robots. Se trata de máquinas que poseen diferentes accesorios, como cámaras térmicas, micrófonos, sirenas y audios bidireccionales, y tienen el objetivo de mejorar la seguridad en diferentes ámbitos.
Actualmente, la compañía cuenta con más de 30 perros robots en la Argentina de diferentes tamaños (pequeño, mediano y grande) y su costo ronda desde los US$4000. Además, son utilizados por fuerzas policiales, bomberos, vigilancia en barrios privados y fábricas. “Es una herramienta de manejo remoto y autónomo de desarrollo que se puede usar para lo que quieras”, indicó Bruno.
Y ejemplificó: “En el caso de los barrios privados, que son campos muy grandes, el perro robot puede patrullar el perímetro y acompañar al vigilador. Lo que registra lo transmite a un centro de monitoreo e identifica si hay una amenaza en un arbusto”.
Cuando se trata de un rescate de bomberos, el perro robot es capaz de reconocer personas entre escombros, agacharse y entrar a lugares que los humanos no pueden -ya sea por cuestiones de espacio o elementos tóxicos-, así como también caminar en terrenos sinuosos.
Entre sus diversas funcionalidades, también se destacan correr, saltar, subir escaleras, identificar sustancias peligrosas -gracias a sus habilidades ópticas y térmicas- y, en el caso de aquellos que poseen un tamaño mediano, sumergirse en el agua. “Tenemos muchos accesorios para perros que son genéricos”, precisó Bruno.
Por otro lado, Big Dipper Technology es la primera empresa en Latinoamérica en tener un humanoide. “Hace dos años no imaginábamos que íbamos a tener un equipo como este”, reconoció Bruno. Este producto es un robot que mide 1,90 metros y permite operar cuestiones de motricidad fina.
“Tiene manos y dedos con sensibilidad para entender qué es lo que está tocando y no romperlo”, ilustró. Y añadió: “Es una persona con la que se puede hacer lo que quieras, desde cocinar una pizza hasta estar en una línea de producción”.
A pesar de su tecnología y sofisticación, Bruno aseguró que los robots no reemplazarán a los humanos. “El perro robot tiene que ir a la par del vigilador. De hecho, si el vigilador está caminando y frena, el robot también frena. Todo esto mientras va transmitiendo una imagen con la cámara térmica. Nos viene a potenciar”, dijo. “Esto está migrando a que chicos que estudian programación hagan muchas cosas que todavía no estamos imaginando”, concluyó.