En julio, mientras la Argentina de Lionel Scaloni avanzaba a semifinales en la Copa América que terminó conquistando poco después, Gabriel Milito, en Belo Horizonte, se debatía sobre su futuro y el de su equipo, Atlético Mineiro, adonde había llegado a fines de marzo. La derrota ante Flamengo, por 4 a 2 y en la propia Arena MRV, era un mazazo, otro más, a sus ideales. En la cancha se escucharon los primeros abucheos contra el Galo dirigido por el argentino, de 44 años, y en las redes sociales comenzó a tomar fuerza el hashtag #ForaMilito (Fuera Milito). Era comprensible la reacción de los hinchas, a esa altura, ya que estaban frescas las goleadas sufridas ante Palmeiras, 4 a 0 en casa, y Vitória (4-2 en Bahía). Además, los belorizontinos no ganaban como locales desde abril.

Esa oscilación fue un quiebre. Desde su llegada, Milito había mostrado sus credenciales y sus dirigidos interpretaron en poco tiempo lo que el entrenador les transmitía; control de pelota, presión asfixiante en campo adversario y mucha agresividad en casi todos los sectores de la cancha. En conferencia de prensa, el DT oriundo de Bernal se encargaba de afirmar, aún sin arriesgar palabras en portugués, que ese era su estilo y difícilmente cambiaría ese pensamiento. En ese inicio tuvo un invicto de 12 partidos y hasta consiguió el título del Campeonato Mineiro venciendo en la final a Cruzeiro, el eterno rival.

Sin embargo, el juego que llevó a Atlético Mineiro a la final de la Copa de Brasil, que disputará ante Flamengo, y que le permitió conseguir una ventaja holgada en las semifinales de la Copa Libertadores, ante River, no se parece en casi nada a esa propuesta inicial. La posesión de la pelota está lejos de ser una prioridad; el equipo sabe esperar y marcar en campo propio y, sobre todo, el contragolpe se convirtió en un arma letal, aunque casi no había sido utilizada durante el primer trimestre. Entonces, ¿qué pasó en el medio? ¿Por qué Milito se obligó a cambiar? ¿Qué lo llevó a negociar lo que era “innegociable”?

“Después de perder el invicto ante Peñarol, con más del 70% de posesión de la pelota, empezó la Copa América y Atlético Mineiro tuvo muchos convocados; varios de ellos regresaron del torneo lesionados. Allí comenzó a oscilar el rendimiento, así como le sucedió a Luis Zubeldía en San Pablo, quien también tuvo un invicto de 12 partidos al llegar y luego tuvo una merma en su performance. Eso es común, sobre todo con entrenadores que aún no conocen el día a día del fútbol brasileño”, detalló Breiller Pires, de ESPN Brasil.

Ese momento fue decisivo. “Tras recibir algunas goleadas, Militó pateó el tablero y entendió que tenía que reforzar el sistema defensivo. Así, Paulinho se corrió a la izquierda y asumió funciones defensivas, mientras Guilherme Arana, por ejemplo, se retrasó en el campo. Todo eso, según mi punto de vista, no es un retroceso sino parte de una evolución notable de Milito”, agregó Pires, que también es Editor Jefe de la edición brasileña de The Player’s Tribune. “Milito supo mutar a un esquema con énfasis defensivo pero sin perder la vocación ofensiva propia de su impronta. Basta ver los partidos ante Fluminense y River, por Libertadores, en los que Atlético supo acelerar y golpear en los momentos oportunos”.

Rubens celebra con Gabriel Milito la victoria por 3-0 en el partido de ida ante River por la Copa Libertadores. (Photo by Lucas Figueiredo/Getty Images)

La recuperación de algunos futbolistas claves para el plantel, como el argentino Matías Zaracho, que está casi listo para retornar, y la llegada de refuerzos como Lyanco, Deyverson y Fausto Vera, le dieron un impulso fundamental al “nuevo” conjunto de Milito. “A pesar de que Hulk es el líder, a Atlético le faltaba una referencia en el área. La llegada de Deyverson fue vital, ya que cumple la función que cumplía (Gabriel) Ávalos en el Argentinos Juniors de Milito”, sostuvo Pires. “De todas formas, creo que el gran mérito del técnico fue su velocidad de raciocinio, de adaptación. Supo dejar las vanidades de lado y adaptó su estilo de forma circunstancial sin abandonar la identidad”, concluyó.

Esos cambios en el juego del Atlético de Milito fueron explicados, en su momento, por el propio entrenador. “Cuando iniciamos nuestro trabajo aquí jugamos de una forma que nos trajo buenos resultados. Pero cuando empezamos a perder piezas clave y vinieron los resultados negativos, tuvimos que adaptarnos al momento. Poco a poco volveremos a darle esa fisonomía que queremos al equipo, pero hoy la realidad nos pide otra cosa”, dijo el extécnico de Argentinos Juniors.

En la victoria del martes pasado, 3 a 0 ante River, en la Arena MRV, Milito cumplió 50 partidos en el banco de Atlético Mineiro, una cifra que durante la última década solo alcanzaron dos entrenadores históricos del club, Levir Culpi y Cuca. Siete meses después de su arribo, el técnico argentino puso al albinegro de Belo Horizonte en la final de la Copa de Brasil y cerca de disputar una final de Copa Libertadores.

Entre los hinchas de Atlético, la percepción sobre el trabajo de Milito es unánime. “En muy poco tiempo cambió totalmente la forma de jugar que traía el equipo de Felipão (Scolari). Además, no menor, comenzó a brindar conferencias de prensa calmas y enriquecedoras, al contrario de lo que sucedía con Scolari, donde todo era agresión y casi nada de fundamentos”, opinó Daniel Rosa, hincha y socio del Galo. “Más allá de lo que suceda en la final de la Copa de Brasil y la posible final de Libertadores, los hinchas lo respetamos muchísimo y estamos muy entusiasmados por lo que pueda hacer en 2025″, agregó.

Su inteligencia es innegable. Cambió radicalmente sus ideas para tener un equipo más directo, que apuesta al juego físico. Pero ese cambio no sólo se debió al terrible calendario del fútbol brasileño, sino también al elenco que tiene. Después de la Copa América, casi no le alcanzaba para completar el banco. Hoy, a pesar de contar con un plantel largo, sus titulares están muy definidos, no existe un recambio claro. Basta ver que jugó semifinales de Copa de Brasil, ante Vasco, un sábado, con casi el mismo equipo que enfrentó a River 72 horas después”, analizó Vinicius Grissi en el programa 98 Esportes, de la radio 98 FM, de Belo Horizonte.

En poco tiempo y, sobre todo, después del triunfo ante River, los #ForaMilito se convirtieron en #MeperdoaMilito (Perdoname, Milito). Los torcedores de Atlético Mineiro se rinden ante el trabajo silencioso de un argentino que llegó con ideas claras que, luego, debió adaptar dejando de lado las voces de su ego; su serenidad, por otro lado, le aportó armonía al vestuario tenso que comandaba Scolari a principios de año. Así, Atlético Mineiro se convirtió en un equipo combativo y ambicioso, que le devolvió la ilusión a sus torcedores, esos que meses atrás lo miraban al DT argentino de reojo y hoy se ilusionan con la “Doble Corona”.