El encuentro fue emotivo desde el principio. Susana Giménez abrió las puertas de su living a Cris Morena y a sus nietos Franco y Valentín Yan, en una conversación que no solo tocó el tema del arte, sino también el riesgo, los sueños y, sobre todo, el legado de Romina. Esta fue la primera vez que ambos jóvenes compartieron con el público los detalles de sus vidas, al revelar facetas hasta ahora desconocidas, en una charla íntima que resonó con nostalgia, amor y un evidente orgullo familiar.

Valentín, el menor de los dos hermanos, habló con una energía cautivadora sobre su pasión por la velocidad. Es piloto de carreras, y sus ojos brillaban al contar sobre los kartings y autos en los que entrena a diario, soñando algún día con representar a la familia en la Fórmula Uno. Actualmente corre en karting y trabaja en el equipo TC2000 de Marcelo Ambrogio, ganando experiencia y enfrentando los desafíos que plantea el automovilismo. “Estoy esperando para el año que viene poder debutar”, contó, mientras su abuela Cris, con un tono de humor pero sin poder ocultar su preocupación, confesó: “Vos no sabés cómo corre de rápido. Yo estoy aterrorizada”. La conductora, sorprendida, preguntó si era verdad que él ya se había fracturado una costilla en la pista, y, con una sonrisa que combinaba orgullo y picardía, lo confirmó: “Es cierto. Pero me encanta. Soy la oveja negra de la familia”, añadió entre risas.

Detrás de esa imagen de piloto arriesgado, sin embargo, Valentín guarda otra pasión: el canto. “Siempre me encantó cantar”, admitió tímidamente. Cris, enternecida, explicó que el joven continúa sus estudios de canto con el mismo profesor que alguna vez guió a Romina. Pero hasta ahora, el joven prefiere no exponerse demasiado en público: “Es que me da vergüenza”, confesó. Su amor por la música es profundo, pero al menos por el momento, es un rincón privado que atesora sin mostrarlo más allá de su círculo íntimo.

Franco, en cambio, eligió abrazar el legado artístico de su madre desde un lugar mucho más visible. La actuación lo atrapó desde muy pequeño, y él mismo recuerda con claridad el instante en que supo que actuaría para toda la vida. Tenía apenas ocho años cuando, en el living de su casa, presentó una pequeña obra improvisada para Romina, quien lo miró emocionada. “Ahí dije creo que esto es lo mío’”, compartió el joven al momento de, recordar el instante con una mezcla de nostalgia y orgullo. Desde ese momento, siguió el camino de su madre, al estudiar en una prestigiosa universidad de teatro en Londres, donde fue admitido luego de superar tres rondas de audiciones en las que solo quince de ochenta postulantes lograron ingresar. “Actuar en inglés me despierta algo distinto, es como si naciera otra cosa en mí”, explicó, describiendo cómo los personajes adquieren un nuevo matiz al expresarse en otro idioma.

Romina Yan y sus hijos cuando eran pequeños

Cris Morena, quien también estaba allí para presentar su última creación, Margarita, describió a sus nietos con un orgullo profundo, emocionada de ver cómo cada uno toma su propio camino, a pesar de las inevitables comparaciones con Romina. La nueva serie es un proyecto con un tono emotivo, casi una carta de amor, y uno más en la larga serie de éxitos con los que Cris busca perpetuar la energía que Romina dejó en su familia y en el público. Al final, la conversación en el living de Susana no fue solo una entrevista: fue un retrato de una familia que, más allá de los éxitos y las tragedias, continúa reinventándose y avanzando con la misma fuerza.