La mayoría de las personas se distraen con facilidad. Por lo general, la atención de un adulto, después de unos quince minutos, se suele detener, aunque es posible mantenerla en el tiempo cuando uno está enfocado en algo. Entonces, luego de ese breve período, debemos accionar para poder reenfocarnos.

Hoy en día, vivimos en un mundo tan repleto de información y de estímulos de diversa índole, que muchos son incapaces de concentrarse por largos períodos de tiempo. Esto nos lleva a no lograr disfrutar lo que se conoce como “estados de flujo” (Flow), los cuales son esos momentos de absoluta felicidad donde nos olvidamos del tiempo.

Lo más importante es dedicarle tiempo y atención plena al otro

Todos nosotros intentamos abarcar más de una actividad a la vez y cambiamos de una tarea otra a gran velocidad, pero, en realidad, lo que estamos haciendo es cambiar de foco. Entonces, ¿cómo podríamos sumar a nuestra cotidianeidad más de esos estados de disfrute que tan bien nos hacen a nivel físico y emocional?

En primer lugar, siendo conscientes de que todos poseemos la capacidad de entrenarnos para dirigir nuestra atención hacia algo o alguien en particular. Una técnica muy sencilla consiste en que, cuando surgen pensamientos intrusivos en medio de alguna actividad, simplemente los ignoramos y permitimos que pasen por la mente como nubes en el cielo.

Otra técnica muy aconsejable para evitar las distracciones, cuando no podemos evitar pensar, es que, en lugar de luchar contra esos pensamientos, los escribamos (“Tengo que preparar la comida”, “Me olvidé de llamar a tal persona”, “¿Por qué me habrá dicho eso?”), para continuar con la tarea que veníamos desarrollando. Esto nos ayuda a bajar los niveles de ansiedad que nos genera el pensar demasiado.

Por otro lado, en lugar de hacer varias labores a la vez, lo ideal es que dividamos nuestra atención. Está comprobado que comenzar algo hasta terminarlo, para luego seguir con otra tarea, puede ahorrarnos mucho tiempo y, lo que es mejor, nos permite disfrutar de eso que estamos haciendo, pues estamos dedicándole atención plena.

Hay que dejar el celular y prestarle total atención a lo que estamos haciendo y con quiénes estamos

¿Sabés cuál es el mejor regalo que podemos hacerles a nuestros seres queridos? Precisamente, nuestra atención plena. Aquel que nos dice: “¿Podés prestarme atención?”, nos está pidiendo que le regalemos nuestra atención sin distraernos. La sensación que tenemos cuando hablamos con alguien que está mirando su celular no es muy agradable porque, en el fondo, nos sentimos rechazados.

Cuando prestamos atención a una única actividad, fluimos, disfrutamos y vivimos ese momento en plenitud. Y, cuando le prestamos atención a otro ser humano, le estamos expresando el siguiente mensaje: “Vos sos importante para mí”.