Ricardo Francisco Bruno en la Bombonera, foto de sus redes sociales

Ricardo Francisco Bruno siempre fue un insistente. Hoy viernes por la mañana, el empresario enfrentó una de tantas indagatorias en su vida.

Empresario del rubro farmacéutico, acumuló causas en su contra en 2006 y 2007 por los delitos de falsificación de moneda, estafa y documento público, según datos de la Cámara Federal. En 2011, Bruno se vio involucrado en la megacausa por el escándalo de medicamentos adulterados que recayó en el Juzgado N°5 en ese entonces bajo Norberto Oyarbide. Un año después, fue encerrado en una cárcel federal. Finalmente pactó una pena en un juicio abreviado en el Tribunal Oral Federal N°3, tres años de cárcel por vender mercaderías peligrosas para la salud y defraudar a la administración pública.

En diciembre de 2019, la Policía Federal lo arrestó en su domicilio porteño por su parte en uno de los crímenes más viles del hampa en la historia reciente, un símbolo del desprecio del negocio narco por la vida humana: la muerte de la bailarina brasileña Miriam Alencar Da Silva, usada como mula, descartada muerta en un cordón de Villa Devoto en 2017 con 66 cápsulas de MDMA puro dentro de su cuerpo, 600 gramos. Había tragado 28 cápsulas más, pero la droga en su interior la mató. El surinamés Hendrik Dasman, ex novio de la llamada “narcomodelo” Daiana Antiveros, fue el traficante que la dejó morir. Bruno era su socio en el negocio.

El 2 de febrero de 2021, aceptó su culpa nuevamente en la Justicia federal. Pactó una pena de seis años de cárcel por su rol secundario en la muerte de Miriam.

Ahora, tan solo cuatro meses de haber agotado su pena, está detenido otra vez, acusado de ser parte de una nueva red de mulas de éxtasis y cocaína, mujeres pobres reclutadas en provincias como Chaco, en una causa a cargo de Silvina Gutiérrez, fiscal federal de Posadas y Martín Uronia, fiscal de la PROCUNAR, el ala de la Procuración que investiga delitos de narcotráfico.

Parte del éxtasis incautado a la organización

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