Netflix continúa actualizándose para ofrecerles a sus suscriptores una experiencia única. Tras el éxito a nivel mundial de Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez, ofrece más propuestas sobre el true crime. En esta ocasión, presentó Soy Zodiac, una miniserie documental de tres capítulos que generó gran interés al revelar nuevos detalles sobre el enigmático “asesino del Zodíaco”, uno de los casos de criminales en serie más misteriosos de la historia de los Estados Unidos.
A finales de los años 60, un asesino aterrorizó la bahía de San Francisco (California), sembró mucho temor y dejó varias preguntas sin responder. Aunque las autoridades señalaron a Arthur Leigh Allen como un posible sospechoso, jamás lograron acumular pruebas concluyentes para detenerlo. El hombre murió en 1992 y el caso despertó aún más misterio.
Ahora, dos hermanos de apellido Seawater, quienes aseguran haber mantenido una relación cercana con Allen, se volvieron los protagonistas de esta producción de Netfliz que intenta arrojar luz sobre este enigma.
El del llamado “asesino del Zodíaco” es uno de los casos más enigmáticos de la historia de los Estados Unidos. Cometió sus crímenes entre 1968 y 1969 en la zona de la bahía de San Francisco. Se atribuyó la muerte de al menos cinco personas y dejó a la Policía y al público desconcertados con sus mensajes codificados, en los que desafiaba a las autoridades y detallaba sus crímenes. A pesar de años de investigaciones y teorías en torno a él, su identidad nunca fue confirmada y el caso se mantiene abierto hasta hoy.
A diferencia de otros asesinos en serie, este no solo buscaba matar, sino que convirtió sus crímenes en un macabro juego de ingenio contra las autoridades y la prensa. En cartas encriptadas que enviaba a los medios describía sus asesinatos y lanzaba desafíos a la Policía, incitándola a descifrar los mensajes ocultos en sus criptogramas. En uno de sus primeros mensajes escribió: “Me gusta matar gente porque es muy divertido”. También afirmaba que los humanos eran “el animal más peligroso” de todos.
La cronología de los macabros crímenes del “asesino del Zodíaco”
El accionar del asesino del Zodíaco comenzó la noche del 20 de diciembre de 1968 cuando Betty Lou Jensen, de 16 años, y David Faraday, de 17, fueron asesinados en el “carril de los amantes” en Lake Herman Road, California. La pareja fue atacada mientras estaba en su auto. Él murió de un disparo en la cabeza al intentar salir y ella recibió cinco tiros en la espalda al tratar de escapar. Sin pistas claras, la Policía local quedó desconcertada.
El agresor volvió a atacar el 4 de julio de 1969 en Blue Rock Springs Park, donde Darlene Ferrin, de 22 años, y Michael Mageau, de 19, fueron asesinados a tiros en un auto. Él murió, pero ella sobrevivió y brindó una descripción del atacante: un hombre blanco de cabello claro que rondaba los 30 años. Pese a esto, no alcanzó para identificarlo.
El último ataque conocido ocurrió el 11 de octubre de 1969, cuando un taxista llamado Paul Stine fue asesinado a tiros en San Francisco. En un acto perturbador, el agresor le envió al medio San Francisco Chronicle un trozo de la camisa ensangrentada del hombre como prueba. Pese a todas las sospechas e investigaciones, su identidad aún sigue sin revelarse.
El principal sospechoso en el que se centra Netflix en la serie
En la serie de Netflix Soy Zodiac, los hermanos Seawater cuentan cómo Arthur Leigh Allen, un exprofesor y convicto, los llevó a varios lugares que más tarde se convirtieron en escenas de los crímenes. Su sospecha comenzó cuando, en 2007, vieron la película Zodiac de David Fincher y notaron un parecido inquietante con el hombre que conocieron en su juventud. Esto los llevó a replantearse sus experiencias y a compartir sus relatos.
La docuserie de Netflix incluye entrevistas con personas cercanas a Allen, así como con el periodista Robert Graysmith, autor del libro Zodiac (1986), quien cubrió el caso de manera intensa. Además, tiene testimonios de exalumnos de Allen y de amigos de las víctimas suman una perspectiva más completa sobre su posible -aunque nunca comprobada- implicación en los crímenes.