El sábado pasado, las 58.890 personas que colmaron el Celtic Park, de Glasgow, asistieron a lo que Ewan Murray, comentarista del periódico británico The Guardian, se aventuró en calificar como el “partido de la temporada”, aunque recién se lleven disputadas ocho fechas de la Premier League escocesa. Los locales y el Aberdeen igualaron 2 a 2 un encuentro de emotividad intensa, que el Celtic parecía dominar con facilidad en el primer tiempo; su rival igualó apenas un cuarto de hora después de regresar del descanso, continuó con un gol anulado por bando, y culminó con una doble oportunidad para el local, rechazada primero de manera brillante por el arquero búlgaro Dimitar Mitov, y en el rebote, por el caboverdiano Duk, sobre la línea.

No se trataba de un encuentro más. Celtic y Aberdeen llegaron al choque tras haber vencido en las siete jornadas anteriores, y era la prueba de fuego para saber si el conjunto de la ventosa ciudad del nordeste escocés estaba realmente en condiciones de convertirse en una alternativa de poder a los vigentes campeones y al Glasgow Rangers, eternos dominadores de la liga más bicéfala del mundo. Los 102 minutos de juego demostraron que la posibilidad existe, y nadie debe haberlo disfrutado más que un espectador de lujo, Sir Alex Ferguson, manager del Aberdeen en las temporadas 1983-84 y 84-85, las últimas en las que un equipo que no fuese uno de los dos gigantes se alzó con el título de campeón.

Fundado en 1903, el club conocido como los Dandy Dons mantiene en su haber el hecho de ser el último representante del país del norte de Gran Bretaña en levantar copas europeas. Se quedó con la desaparecida Recopa y la Supercopa de 1983, venciendo en las finales nada menos que al Real Madrid (2-1 en el alargue) y al Hamburgo alemán (0-0 y 2-0), pero la disparidad con los dos tótems del fútbol escocés, en trofeos y por supuesto económica, resulta evidente.

El manager de Aberdeen, Sir Alex Ferguson durante el partido con el Celtic en el Celtic Park

Con apenas cuatro ligas en toda su historia (la última cumplirá 40 años en 2025), el Aberdeen es el tercer equipo más ganador de Escocia. Por delante, el Rangers suma 55 títulos y el Celtic 54. Por eso, el prometedor comienzo de temporada de los rojos de la Ciudad de Granito ha despertado al mismo tiempo curiosidad, sorpresa y la expectativa de asistir, por fin, a un campeonato diferente.

Citar a Ferguson en Aberdeen es nombrar a un prócer popular. Su llegada procedente del modesto St. Mirren en 1978 generó una revolución. En siete años bajo su batuta el club festejó once conquistas, una racha que acabaría cuando el Manchester United contrató a “Fergie”. Desde 2022, una estatua con la imagen del manager decora la entrada a la tribuna del Pittodrie Stadium que tiene el Mar del Norte a sus espaldas, y encontrar a alguien que pueda repetir, aunque sea de manera parcial, aquella gesta de los años 80 se ha convertido casi en una obsesión. Después de mucho tiempo, lo conseguido por el sueco Jimmy Thelin desde su arribo en julio vuelve a encender la ilusión de que el milagro puede ser posible.

Diazen Maeda, de Celtic, ante Nicky Devlin, de Aberdeen, en acción durante el partido disputado el 19 de octubre pasado, por la Liga de Escocia

“En su país tiene fama de ser un metódico constructor de equipos ganadores. Queremos que este nombramiento sirva de ancla para el club en los próximos años y que pueda crear algo especial en Aberdeen, aunque entendemos que eso llevará tiempo”, dijo el presidente Dave Cormack el día de la presentación de Thelin. Nadie esperaba que los resultados se dieran de inmediato. 13 victorias oficiales al hilo -entre Premier y Copa de la Liga- antecedieron al empate en cancha del Celtic, un escenario donde el Aberdeen había caído 6-0 el año pasado.

A los 46 años, Thelin llamó la atención del fútbol británico a partir de su desempeño al frente del modesto Elfsborg sueco, del que fue entrenador durante seis temporadas. Tomó el equipo en el 12º lugar de un torneo de 16 clubes y con presupuestos mucho más pequeños que sus rivales terminó alcanzando dos subcampeonatos (el último, por diferencia de gol), merced a un fútbol directo y ofensivo, el mismo que va logrando imponer en su nuevo destino.

Ha traído una auténtica bocanada de aire fresco, simplificando el juego con transiciones rápidas que resultan agradables a la vista, porque el equipo no se queda atrás a defender, ni siquiera cuando se pone en ventaja”, resume Willie Miller, capitán del conjunto campeón de los 80.

View this post on Instagram

A post shared by Aberdeen Football Club (@aberdeenfc)

Thelin propone un fútbol sencillo. Tácticamente hablando, el Aberdeen parte desde un 4-2-3-1 con la pelota en su poder que prefiere las llegadas rápidas antes que sumar minutos de posesión, y se apoya en las diagonales de sus dos extremos -Topi Keskinen, finlandés de 21 años; y Jamie Mc Grath, irlandés de 28- para lastimar en ataque. Y se aprieta en un 4-4-2 que comienza bien arriba la presión sobre el rival para intentar recuperar el balón en plena transición del adversario y de ese modo encontrar espacios libres para la contra.

El juego directo funciona bien con el resultado igualado o a favor, pero el patrón básico de tocar en velocidad también le da resultado cuando el rumbo se tuerce. Contra el Celtic, con 2-0 abajo al cabo de la primera mitad, el técnico sueco quitó al centrodelantero Kevin Nisbet -el jugador del equipo con mayor valor de mercado según Transfermarkt (2,5 millones de euros)- y a Leighton Clarkson, que juega a sus espaldas, para colocar un doble 9 que empató el partido en 15 minutos. En ambos casos, con ataques llevados a todo ritmo.

Graeme Shinnie celebra el 2-2 de Aberdeen ante Celtic

El caso de Nisbet, cedido este año por el Milwall inglés, vale para exponer la otra cualidad de Thelin que levanta elogios: su capacidad para comprar barato y multiplicar la cotización de sus jugadores. Lo demostró en Elfsborg y parece destinado a repetirlo en Aberdeen.

Las deudas que asumió el club a principios de este siglo para construir la tribuna que hoy cobija la estatua de Ferguson inauguró una etapa de penuria económica que concluyó de manera abrupta en 2014. De forma inesperada, un matrimonio de hinchas casi desconocidos, el ingeniero Willie Donald y su esposa Elaine, dueños de una empresa constructora en la periferia de la ciudad, decidieron invertir 20 millones de dólares de su fortuna personal (no de su empresa) para solventar la deuda que arrastraba el club desde. “Hemos tenido la suerte de haber hecho crecer nuestro negocio en esta ciudad y esta región, y hace tiempo que queríamos devolver algo. Consideramos que el club de fútbol es una parte vital del noreste de Escocia y vemos esta inversión como una excelente oportunidad para alcanzar nuestro objetivo”, explicaron los Donald, quienes incluso rechazaron integrar la Junta Directiva de la sociedad.

Unos años más tarde, Dave Cormack, empresario escocés dedicado al software y radicado en Estados Unidos, aportó otros 6,5 millones de dólares, de los cuales 3 provenían de un acuerdo de asociación con el Atlanta United de la MLS. Mucho más mediático y ejecutivo que Donald, Cormack asumió la presidencia en 2019, amplió la red de cazatalentos e inauguró un modo de hacer negocio que va redituando beneficios. En 2022, el Aberdeen fichó al albanés Ylber Ramadani pagando 120.000 euros y lo vendió al Lecce por 1,2 millones de euros un año más tarde. Este verano transfirió al delantero Bojam Miovski al Girona por 4,9 millones luego de comprarlo en 2022 por 650.000 euros. La operación, además, incluyó el pase del croata Ante Palaversa, en su día adquirido por el Manchester City, aunque nunca llegó a debutar en el conjunto de Pep Guardiola.

La metodología parece hecha a la medida de Jimmy Thelin. O al contrario, Thelin fue contratado por encajar a la perfección en el modelo que promulga Cormack. Lo cierto es que la fórmula ha cuajado a toda velocidad, y los hinchas del Aberdeen, que la temporada pasada temieron durante medio campeonato por la permanencia del equipo en Primera, vuelven a llenar el Pittodrie Stadium con la ilusión de revivir aquellos años de locura que disfrutaron con Alex Ferguson. Y de paso, acabar por fin con la bicéfala y aburrida Premier League escocesa.