La fractura formal del bloque de diputados de la UCR acelera el proceso de realineamientos en el tablero político que se inició con el inesperado ascenso del poder de Javier Milei. Después de semanas de una pelea interna a cielo a abierto por el posicionamiento frente al Gobierno, el grupo que responde a Facundo Manes y Martín Lousteau dio el portazo y oficializó la creación de la bancada “Democracia para siempre”, que tendrá doce integrantes y será presidida por Pablo Juliano, un dirigente cercano al neurocientífico, uno de los opositores más férreos al modelo de Milei.

Disconformes con el estilo de conducción de Rodrigo de Loredo y, sobre todo, con la permanencia en la bancada de los cinco radicales que convalidaron los vetos del Presidente a la ley de financiamiento universitario y la reforma jubilatoria, decidieron romper para tomar distancia de la postura dialoguista y reforzar el perfil opositor al gobierno de Milei. De fondo aparece la discusión por el armado y el esquema de alianzas con vistas a las legislativas de 2025, que será el primer gran test electoral para el experimento libertario desde que llegó a la cima del poder.

El jefe del nuevo bloque radical habló de “construir nitidez” y tildó a sus excompañeros de “oficialistas clandestinos”

Es que el bloque de Juliano, un estrecho colaborador de Manes, apuesta a diferenciarse de De Loredo y tejer alianzas con otros sectores de la oposición en la Cámara baja, como Encuentro Federal, la Coalición Cívica e incluso los larretistas que permanecen en Pro, como Álvaro González o Héctor Baldassi. De hecho, ya hubo conversaciones informales entre Juliano y Emilio Monzó para discutir la conformación de un interbloque. Por ahora, esa idea está en plena gestación. Hoy Juliano dijo que “no está en discusión” integrarse a otros espacios, en una entrevista que concedió a LA NACION.

Facundo Manes y Pablo Juliano, nuevo jefe de bloque de

Desde hace varias semanas, Monzó opera junto con Horacio Rodríguez Larreta para recopilar las piezas del extinto Juntos por el Cambio –es decir, los sectores que no se acercaron a Milei– y construir una alternativa de centro en 2025. Ese plan incluye un eventual acuerdo con Juan Schiaretti, Lousteau y peronistas no kirchneristas, como Pichetto, Florencio Randazzo, Juan Zabaleta o Julio Zamora. El foco de atención de Manes está en Buenos Aires, donde apuesta a competir el año próximo.

Pero por ahora los radicales combativos se enfocan en diseñar una nueva identidad y narrativa –el nombre “democracia para siempre” es provisorio– que permita conciliar las visiones entre los representantes de Evolución, la línea interna que lideran Lousteau y Emiliano Yacobitti, y de Manes. Es un grupo variopinto porque hay legisladores, como el exjuez formoseño Fernando Carbajal, que se mueven sin jefatura. Otros tantos responden a gobernadores, como Melina Giorgi (Santa Fe), Juan Carlos Polini (Chaco) o Jorge Rizzotti (Jujuy).

Si bien procuran confrontar con la cosmovisión de Milei y tomar distancia de las iniciativas de la Casa Rosada, los doce díscolos anticipan que evaluarán cada proyecto y no adoptarán una postura de oposición intransigente. Por caso, analizarán si apoyan o no el presupuesto 2025 que envió Milei al Congreso si se logran modificaciones –prefieren que tenga la herramienta y no quede habilitado a hacer un uso discrecional de los recursos– o la iniciativa que apalancan Pro y LLA para privatizar Aerolíneas Argentinas. En el nuevo bloque de doce diputados hay diversas miradas respecto de la idea del Poder Ejecutivo de deshacerse de la empresa estatal. “No somos dialoguistas ni colaboracionistas. Nunca vamos a ir a la Casa Rosada. Los temas se discuten en el Congreso”, anticipan cerca de Juliano.

De Loredo, quien quedó ahora al frente de una bancada de 21 legisladores, sospecha que la facción de Manes y Lousteau –sus grandes detractores internos– estaban buscando la excusa para separarse y reforzar el perfil opositor al Gobierno. El cordobés apunta a mantener la misma senda: cooperar con Milei, ante todo, para preservar el equilibrio fiscal, pero marcar límites en asuntos institucionales. También promete insistir en la defensa de los jubilados o el aumento de fondos para la educación superior.

Incoherencias muy difíciles de disimular

De Loredo no se arrepiente de haber asistido a la cumbre en la Casa Rosada, este miércoles, que hizo estallar a Manes y a los leales a Lousteau. En esa reunión de coordinación legislativa concurrieron los representantes de los aliados habituales del Gobierno, como Pro y el MID, de Oscar Zago. De Loredo descarta que contemple conformar un interbloque con el oficialismo, como sugirieron en la Casa Rosada antes de que se oficializara la ruptura. “El encuentro fue positivo para el radicalismo”, sintetizan. Arguyen que dialogando con el Gobierno logran destrabar el tratamiento de proyectos impulsados por el partido.

El desafío de De Loredo será evitar más fugas, sobre todo, si Mariano Campero, Martín Arjol, Pablo Cervi, Luis Picat y José Tournier profundizan su acercamiento a las filas del mileísmo. En las últimas horas, se mostraron junto a Martín Menem, titular de la Cámara de Diputados, y Alejandro Álvarez, subsecretario de Políticas Universitarias de la Nación. Esos gestos incomodan a los moderados del bloque, como Julio Cobos, Mario Barletta, Fabio Quetglas y Karina Banfi. Incluso a Martín Tetaz, quien, pese a que dio el salto a la política de la mano de Lousteau y Yacobitti, permaneció en el bando de De Loredo. “Hay que tener templanza y capacidad de administrar la pluralidad. No vamos a echar a nadie y las decisiones se toman por mayoría”, dicen en la cúpula de la bancada de la UCR.

Rodrigo De Loredo y Martín Tetaz

Si bien apuestan a frenar el desgaste del sello del radicalismo, le facturan a Lousteau, jefe del partido a nivel nacional, la ruptura. Incluso amenazan con elevar una nota al Comité de Ética del centenario partido para que analice si no hubo una “conducta desleal”.

Entre tanto, los “radicales con peluca” sacan pecho. Se ufanan de que su postura proclive a apuntalar el rumbo económico del Gobierno y darle estabilidad institucional a Milei salió fortalecida en el debate con el grupo de Lousteau y Manes. “Esto sirvió para que se saquen la careta. Quieren una oposición extrema al Gobierno y desestabilizar a Milei. El bloque no lo rompimos nosotros, sino los que se fueron”, enfatiza uno de los radicales conversos. Se presentan como aliados de los libertarios y en la intimidad admiten que hubo charlas con los Martín y Eduardo “Lule” Menem, armadores de Karina Milei, para explorar una convergencia electoral en sus distritos en 2025 o 2027.

Se sienten cómodos con la conducción de De Loredo, quien prefiere cooperar antes de chocar con Milei. Es más: los radicales “con peluca” aceptaron que el bloque coordine posiciones por mayoría. Pero aseguran que habrá flexibilidad. Por un lado, consideran que si los diputados que tienen terminales en las provincias que gestiona el radicalismo pueden desmarcarse por pedido de los gobernadores, ellos también tienen derecho a diferenciarse a la hora de votar. A su vez, se jactan de que no respaldarán iniciativas que puedan afectar la gobernabilidad o pongan en riesgo el equilibrio fiscal.