Convencido de que no estamos solos en el espacio, el ex astronauta de la NASA y actual director de Tecnología de la empresa LeoLabs Edward Tsang Lu mostró a DEF su confianza en la existencia de vida fuera de la Tierra: “Yo creo que es muy probable que haya vida fuera de la Tierra, incluso dentro de nuestra propia galaxia”, opinó, mientras especificó que “puede ser que se trate simplemente de algún tipo de bacteria”.

“En los últimos diez años, descubrimos que casi todas las estrellas tienen planetas que orbitan a su alrededor. Nuestra galaxia –la Vía Láctea– tiene unas 100.000 estrellas; por lo tanto, hay al menos 100.000 planetas solo en nuestra galaxia. Obviamente, no en todos ellos existen las condiciones necesarias: algunos pueden ser demasiado calurosos, otros demasiado fríos. Pero me sorprendería que no se hubiera desarrollado vida en alguno de ellos”, resaltó.

Un astronauta es la combinación de un tripulante de un submarino, un piloto y un científico”, afirmó, en un extenso diálogo con DEF, Edward Tsang Lu, quien trabajó durante doce años en la NASA, la agencia espacial estadounidense. Participó en tres misiones; acumuló un total 206 días en el espacio y realizó actividades extravehiculares –popularmente conocidas como “caminatas espaciales”– durante seis horas y catorce minutos. “El astronauta vive, trabaja y vuela en su laboratorio. Tiene que cumplir distintas funciones: hacer experimentos, preparar informes y ocuparse de la seguridad de las operaciones. En el espacio, no hay una rutina; cada día es distinto”, explicó.

Este excosmonauta es actualmente director de Tecnología de LeoLabs, empresa que se encarga de monitorear en tiempo real objetos que se encuentran en la órbita terrestre baja (LEO, por su sigla en inglés). Además, es fundador y director ejecutivo de la Fundación B612, dedicada a proteger la Tierra del impacto de asteroides. Acaba de visitar nuestro país, donde dictó una conferencia en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA), visitó la sede de INVAP en Bariloche y participó de una actividad de divulgación organizada por la Mars Society Argentina en Mendoza. “Vi un gran entusiasmo y pude conocer gente muy inteligente”, manifestó. Y se mostró confiado en que, en el futuro, habrá astronautas argentinos cumpliendo misiones en el espacio.

“En el espacio, no hay una rutina; cada día es distinto”, explicó Lu.

La llegada de Edward Lu a la NASA

De niño, Edward Lu soñaba con ser ingeniero, científico y piloto. Le apasionaban los aviones y los objetos voladores. Sus sueños se hicieron realidad: estudió Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Cornell y luego Física en Stanford, donde se doctoró. En el ínterin, obtuvo su licencia como piloto y, como aficionado, empezó a volar en distintos modelos de aviones.

Nunca pensó que terminaría trabajando en la NASA. “Tuve suerte; nunca lo planifiqué. Un día, un amigo me dijo que podía presentar mi candidatura para convertirme en astronauta”, recordó. Ese fue el puntapié inicial de una aventura que lo llevaría al Centro Espacial Johnson, en Houston (Texas), luego de un exigente proceso de selección, que incluyó entrevistas y un entrenamiento full-time de siete días in situ junto a otras 120 personas. “Al volver a casa, no tenía idea de lo que podía pasar”, reconoció.

El 7 de diciembre de 1994 fue el día que supo que se convertiría en astronauta. Recuerda la fecha con precisión porque, en ese momento, él estaba viviendo en Hawái y era una fecha solemne en el archipiélago por la conmemoración del bombardeo japonés de Pearl Harbor, que tuvo lugar en 1941. Muy temprano por la mañana, recibió un llamado telefónico. Del otro lado del tubo, el jefe de operaciones de vuelo de la NASA le dio la bienvenida a la agencia espacial.

De niño, Edward Lu soñaba con ser ingeniero, científico y piloto. (Foto: Fernando Calzada)

Fascinantes detalles de sus tres misiones y 206 días en el espacio

En marzo de 1995, se trasladó a Houston, donde empezó un duro entrenamiento en la NASA. “Dedicamos mucho tiempo a estudiar en clase, pasamos mucho tiempo en los simuladores y volando jets”, recordó. Un año más tarde, se le informó que iba a formar parte de la tripulación de la misión STS-84. El primer vuelo espacial de Edward Lu se concretó en mayo de 1997, en el transbordador Atlantis. Su segunda misión, la STS-106, sería en septiembre de 2000, también a bordo del Atlantis.

Cuando se le preguntó sobre sus sensaciones al ver a nuestro planeta desde el espacio, dijo que es “increíblemente hermoso”. “Nunca te cansas”, afirmó. “Tengo miles y miles de fotos de la Tierra, una muy buena colección”, destacó. Añadió que, con los años, logró desarrollar una habilidad que le permite identificar cualquier lugar de la Tierra con solo observar una imagen tomada desde el espacio. En cuanto a la ausencia de gravedad, reconoció que, al inicio, se hace difícil, pero el cuerpo se acostumbra con el tiempo.

Un hito en su carrera tuvo lugar en 2003, cuando se convirtió en el primer astronauta estadounidense en cumplir un rol operativo a bordo de la nave rusa Soyuz, que debía acoplarse a la Estación Espacial Internacional (ISS, por su sigla en inglés). Lo hizo como copiloto e ingeniero de vuelo. Para recibir la certificación que lo habilitara, debió rendir los mismos exámenes que sus colegas rusos y tuvo que aprender a operar los comandos de la nave en ese idioma. Durante esta tercera y última misión, pasó seis meses en el espacio junto al astronauta ruso Yuri Malenchenko.

Consultado por DEF sobre las vivencias junto a un colega del antiguo bloque soviético, ya superada la Guerra Fría, Lu respondió: “Como astronauta, posiblemente yo tenga más en común con un astronauta ruso que con cualquier otra persona promedio que me cruce en la calle. Los dos éramos pilotos, científicos y habíamos pasado por un entrenamiento similar. Era fácil que congeniáramos y, al día de hoy, seguimos siendo buenos amigos”.

Lu pasó por un exigente proceso de selección, que incluyó entrevistas y un entrenamiento full-time de siete días in situ junto a otras 120 personas. Foto: Fernando Calzada)

Una visión optimista del futuro en el espacio

Al vislumbrar el porvenir de la industria, Lu sostiene que, en el futuro, “las compañías privadas se convertirán en actores dominantes en el espacio, como ocurre hoy con la actividad aerocomercial, donde la mayor cantidad de aviones pertenecen a aerolíneas privadas”.

También está convencido de que habrá, en el futuro, “seres humanos viviendo en otros planetas”. Mencionó un discurso que él mismo pronunció en el Centro Espacial en Houston, al regreso de su segunda misión. En la habitual ceremonia que se realiza cuando una tripulación regresa de una misión, Lu recuerda haber dicho que esa iba a ser la última vez en la historia de la humanidad en la que todos los seres humanos estuvieran viviendo en nuestro planeta.

Destacó, al respecto, que, a partir de la llegada de la primera tripulación a la Estación Espacial Internacional, en noviembre de 2000, “no ha habido un solo día en que no haya habido al menos dos seres humanos viviendo fuera de la Tierra”.

Lu pasó 206 días vividos fuera del planeta Tierra, cuando era astronauta en la NASA. (Foto: archivo DEF)

Respecto de la creciente cantidad de objetos en el espacio, Lu indicó que “hay una enorme cantidad de basura espacial, especialmente en la órbita terrestre baja”. “Debemos asegurarnos de no producir más basura espacial y, para lograrlo, debemos hacer visible quién la está produciendo y generar incentivos para que nadie más lo haga”, reclamó.

En ese contexto, destacó el trabajo de LeoLabs, la empresa que ayudó a fundar, porque permite crear un entorno de operaciones seguras. “LeoLabs ofrece un servicio muy valioso para ayudar a preservar el ambiente espacial”, subrayó.

Finalmente, Lu se refirió al inquietante escenario del impacto de un asteroide contra nuestro planeta, tan habitual en las películas de Hollywood. “Como seres humanos, lo primero que debemos hacer es tener una trazabilidad de los asteroides porque es fácil desviarlos una vez identificados”, señaló quien es fundador y actual director ejecutivo de la Fundación B612, dedicada a investigar y desarrollar tecnología para mitigar el impacto de estos cuerpos rocosos espaciales.

“A largo plazo, al tiempo que nos convertimos en una civilización espacial, lo que nos hará más seguros es contar con un mapeo de todos los asteroides del sistema solar”. Una propuesta ideada por Edward Lu y sus antiguos colegas de la NASA para enfrentar la eventualidad de un choque con la Tierra es el denominado “tractor gravitatorio” (gravity tractor), una nave espacial que utilizaría la fuerza de gravedad para desviar un asteroide de su ruta de colisión.