A principios del siglo XX, el tilacino, conocido como el tigre de Tasmania (Thylacinus cynocephalus), se extinguió oficialmente cuando el último de su especie murió en cautiverio. Este carnívoro, que en su momento fue el mayor depredador terrestre de Australia, se desvaneció para siempre, dejando un vacío en el ecosistema y un símbolo de las consecuencias de la actividad humana. Sin embargo, casi un siglo después, un equipo de científicos descubrió un inesperado avance que podría cambiar el destino de esta especie. Resulta que, oculto en un museo en Melbourne, un hallazgo abrió la posibilidad de devolverle la vida a este icónico animal extinto.

La idea de “resucitar” especies extintas, conocida como “desextinción”, viene capturando la imaginación de científicos desde hace décadas. Gracias a los avances en biotecnología y manipulación genética, lo que antes parecía ser pura ciencia ficción ahora se está convirtiendo en una posibilidad tangible. Por eso mismo, el proyecto para devolver a la vida al tilacino, un depredador marsupial que se hizo famoso como el “tigre de Tasmania” por las distintivas rayas que adornan su espalda, progresó más de lo que muchos creían posible.

Imagen de Benjamin, el último tigre de Tasmania

El sorprendente hallazgo que podría lograr que esta especie vuelve a la vida

El catalizador para este notable avance es un hallazgo sorprendente: la cabeza de un tilacino conservada en etanol, descubierta en un estado que los investigadores describieron como bastante “putrefacto”. Aunque a primera vista parecía un simple espécimen de museo en descomposición, este “trofeo olvidado” escondía un valioso tesoro: ARN conservado. Este descubrimiento sorprendió a los científicos, ya que el ARN, a diferencia del ADN, es extremadamente frágil y tiende a degradarse rápidamente. Por ende, hallar este compuesto intacto después de más de un siglo es un logro milagroso.

Encontraron una cabeza de tigre de Tasmania en un museo en Melbourne

Andrew Pask, líder del laboratorio Tigrr (acrónimo de Thylacine Integrated Genetic Restoration Research) de la Universidad de Melbourne, destacó que este material genético es fundamental para reconstruir el genoma del tilacino. A través del ARN, los investigadores no solo pueden acceder al ADN del animal, sino que también obtienen información sobre el funcionamiento de sus células, sus órganos y el comportamiento de tejidos específicos, como los de la nariz y la lengua.

Según informes, el equipo de Tigrr logró identificar a un pariente cercano vivo del tilacino: el dunnart de cola gorda, un pequeño marsupial con ADN similar al del tilacino. Mediante técnicas de manipulación genética, los científicos están transformando las células del dunnart en lo que ellos llaman “células de tilacino”. Teniendo esto en cuenta, aunque el resultado final podría asemejarse a uno, Andrew Pask aclaró que el primer animal que nazca no será un tilacino auténtico, sino más bien una versión aproximada de esta especie extinta.

Los riesgos e interrogantes de la desextinción del tilacino

El tigre de Tasmania se extinguió en 1936

Aunque estos avances generan un gran entusiasmo en el mundo científico, también surgen dudas y preocupaciones sobre ciertas cuestiones. Algunos expertos señalan que, aunque se lograra traer de vuelta al tilacino, su papel en el ecosistema podría haberse perdido para siempre, ya que la naturaleza es un sistema muy frágil y la reintroducción de especies extintas podría desestabilizar el equilibrio actual, causando consecuencias imprevisibles.

Por otro lado, este progreso abre la puerta a nuevas oportunidades para comprender mejor la biodiversidad y explorar la posibilidad de “resucitar” al tilacino. Al mismo tiempo, se generan ciertos dilemas éticos sobre la desextinción y el rol de los seres humanos en la conservación de la naturaleza. De todas formas, es claro que devolver a la vida a este animal podría ser el primer paso hacia un futuro en el que se busque dar segundas oportunidades a especies que se creían perdidas para siempre.