El Banco Mundial reiteró sus advertencias por el crecimiento de la pobreza en la Argentina. Luego de los comentarios realizados días atrás por William Maloney, economista jefe para América Latina y el Caribe, el organismo presentó hoy un documento donde analiza la evolución de este indicador en la última década y enumera las “cuatro trampas” que se combinan detrás del deterioro en las condiciones sociales.

Se trata del informe “Las Trampas de la Pobreza en Argentina”, que fue presentado hoy, donde el organismo ubica al país en un lugar tristemente distinguido en la región: es el único junto a Venezuela que tuvo un crecimiento de la pobreza desde 2012 hasta hoy, aun partiendo desde los niveles más bajos de América Latina.

Para poder cotejar países que, en sus mediciones locales, utilizan distintos parámetros pobreza, el organismo utiliza como umbral un ingreso diario por persona de US$6,85 ajustado por paridad de poder adquisitivo. “En Argentina, los efectos de la pandemia sumados a los de la crisis económica profundizaron el deterioro de una situación que ya venía siendo negativa desde 2018. El país alcanzó en 2020 su máximo nivel de pobreza en más de una década, 15,4 % según la medición con la línea de pobreza internacional”, sostiene el organismo.

El valor que toma el Banco Mundial es, en términos de ingreso, similar al umbral de Indigencia del Indec. Según la serie del organismo, la pobreza fue del 8,6% en 2012 y llegó al 10,9% en 2022. A su vez, desde el banco destacan que “la desigualdad se mantuvo relativamente estable” entre 2012 y 2012.

Pobreza estructural. Una niña camina en el barrio Las tabletas, de Concordia, Entre Ríos, la segunda ciudad más pobre del país según el Indec

“La población pasó de clase media al sector vulnerable”, sintetizó Lourdes Rodríguez-Chamussy, economista senior en la Práctica Global de Pobreza y Equidad del Banco Mundial, referente del informe que se presentó hoy. De acuerdo con estas cifras, la clase media (ingresos de entre US$14 y US$65 diarios per capita) pasó del 66,9% de la población al 58,7%, mientras que el sector de vulnerables (ingresos de entre US$6,85 y US$14 diarios) creció del 20,9% al 28,5% de la población.

Este deterioro de las condiciones sociales y crecimiento de la pobreza se explica, según el Banco Mundial, por “cuatro trampas” que están interconectadas. La primera se vincula con el desequilibrio fiscal y la creciente inflación. Es la “más importante” detrás de este proceso en la Argentina, que afecta tanto al ingreso privado como a la capacidad de intervención por parte del Estado.

“La inflación es el gran impulsor de la pobreza. Los pobres consumen alimentos en mayor proporción en su ingreso, y estos aumentan más que el promedio de los precios”, explicó Rodríguez-Chamussy, quien insistió en el “circulo vicioso” del desequilibrio fiscal y la inflación, que “limita la eficiencia distributiva” de las políticas de ingreso. Se refirió a políticas como la AUH, que se indexa a la inflación pasada y pierde poder adquisitivo, o los subsidios, que impactan negativamente en las cuentas fiscales, en un ciclo que termina “retroalimentando la inflación”.