El Interamerican Institute for Democracy (IID) e Infobae presentan este jueves el foro “Bolivia: del Golpe de Estado 2003 al 2024. Democracia/dictadura”, en el que distintos expertos disertan sobre la situación actual del país sudamericano y realizan un repaso de lo ocurrido en los últimos 21 años.

El evento inició con una reflexión a cargo del ex alcalde de Miami y presidente del IID, Tomás Regalado, quien destacó la relevancia de la crisis política de Bolivia a poco más de dos décadas del golpe de Estado de 2003.

Regalado recordó que, aunque el golpe “fue noticia internacional lamentablemente por pocas horas o días”, su impacto ha perdurado. “Hoy el instituto tiene la posibilidad de ofrecer a todos una especie de curso universitario con una serie de asignaturas. Una vez que termine este foro, usted estará graduado de conocer por qué Bolivia importa”, afirmó con convicción.

Tomás Regalado

El presidente del IID subrayó la importancia de Bolivia en el escenario geopolítico latinoamericano, recordando que incluso Fidel Castro, el dictador cubano, intentó controlar el país en su momento. “Bolivia importa. Ya lo demostró una vez el dictador cubano Fidel Castro, cuando quería controlar Bolivia”, puntualizó.

Para Regalado, la actual lucha que se vive en Bolivia no es de fuerza militar, sino una contienda en el campo de las ideas. “Lo de Bolivia es una guerra de palabra, no de bala. Por eso hoy el instituto está respondiendo con palabras y detalles innegables para desenmascarar a los que quieren impulsar una narrativa distinta de Bolivia”, concluyó.

El escritor y periodista Emilio Martínez fue el primer experto en tomar la palabra. Definió el golpe de Estado de 2003 como “el primero del narcopopulismo”, señalando que ese momento crucial sentó las bases para la narrativa política que ha dominado en Bolivia desde entonces.

Las versiones falseadas de hechos sentaron las bases de una narrativa”, afirmó, refiriéndose al relato oficial que ha prevalecido en torno a los eventos de octubre de 2003.

El relato oficial sobre octubre de 2003 es la piedra basal para una narrativa que solo ve víctimas en uno de los bandos del conflicto y solo ve culpables del otro lado”, destacó Martínez, haciendo hincapié en cómo este enfoque ha polarizado la visión sobre el golpe de Estado.

Emilio Martínez

Para el periodista, los sucesos de octubre de 2003 constituyeron “un golpe de Estado sui generis llevado a cabo por el narcopopulismo del siglo XXI contra una democracia”. Con esta afirmación, Martínez subrayó la particularidad de ese golpe en el contexto latinoamericano, donde el populismo con vínculos al narcotráfico ha comenzado a jugar un papel determinante en la política. “Se trató de un lanzamiento armado, planificado, que condujo a la debacle de Bolivia”, remarcó.

Por su parte, la académica Eva Sara Landau señaló que la sombra del gobierno de Evo Morales sigue presente en Bolivia, incluso después de la gestión de transición de 2020.

La dictadura de Morales nunca desapareció realmente, incluso durante el gobierno de transición la influencia de ese gobierno siguió latente”, afirmó Landau. Según la académica, la situación de los bolivianos ha empeorado desde la salida del gobierno interino.

Además, destacó que Morales no solo es recordado por su “terquedad autoritaria de querer permanecer en el poder”, sino también por los escándalos de pedofilia que lo tienen “a un paso de la cárcel”. Sin embargo, estimó que, al “ser aliado” del gobierno, no irá a prisión.

En cuanto a la situación actual, Landau subrayó que Bolivia cuenta con más de 320 presos políticos, entre los que se encuentran detenidos por su “presunta participación en un golpe de Estado, muchos de ellos sin sentencia o bajo arresto domiciliario”.

El licenciado en Economía Hugo Balderrama destacó en el foro cómo el golpe de 2003 marcó el inicio de un proceso de descomposición institucional y económica en Bolivia. “Bolivia sufre desde el momento del golpe de 2003 un proceso de destrucción de sus instituciones, de su democracia y, especialmente, de la República de Bolivia, que significó perder la oportunidad de convertir a mi país en una nación industrializada a través del gas”, afirmó.

Explicó que, como consecuencia de la crisis económica, el gobierno se vio obligado a “asaltar las reservas internacionales del Banco Central”. Además, denunció que Bolivia ha perdido competitividad en los mercados internacionales debido a que el régimen “destrozó por completo a las empresas a través de procesos de fiscalización”.

En cuanto a la situación de la libertad de prensa, Balderrama señaló que “hoy Bolivia ocupa el puesto 124 sobre 150 naciones”, y en Sudamérica solo supera a Cuba y Venezuela, “las dictaduras más brutales de la región”.

El abogado y ex gobernador de Santa Cruz Guido Añez expuso cómo Bolivia se ha convertido en un narcoestado, señalando varios factores que lo facilitaron. “Es un narcoestado porque combina delincuencia y política”, afirmó, añadiendo que “Bolivia técnicamente es un país ocupado y sometido”.

Entre los cambios que llevaron a esta situación, mencionó la modificación de la Constitución y el fin de la República. Añez denunció que el gobierno rompió relaciones con los Estados Unidos y expulsó a la DEA para asegurar “vía libre en la producción de cocaína”.

Además, destacó que la base social del Movimiento al Socialismo (MAS) está compuesta por sectores informales, que juegan un rol clave en estas actividades ilícitas. “Es muy difícil saber el impacto económico del narcotráfico”, comentó Añez, señalando que algunos estudios estiman que representa hasta el 41% de las exportaciones legales.

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