
Hace más de 60.000 años, en la remota isla de Flores, una pequeña especie humana compartía cuevas y selvas con elefantes pigmeos y lagartos gigantes. Eran los Homo floresiensis, apodados “hobbits” por su estatura diminuta y su anatomía singular. Durante miles de años sobrevivieron en aislamiento, hasta que una combinación letal de sequía prolongada y escasez de recursos terminó con su linaje.
Un estudio reciente, liderado por la University of Wollongong y publicado en Nature Communications Earth & Environment, reconstruyó las condiciones climáticas y ecológicas que llevaron a la extinción de esta especie, aportando respuestas a uno de los grandes enigmas de la evolución humana.
Los “hobbits” de Flores: una especie humana única
El descubrimiento de Homo floresiensis en 2003 en la cueva Liang Bua revolucionó la paleoantropología. Estos homínidos adultos medían poco más de un metro y tenían un cerebro pequeño, aunque eran capaces de fabricar herramientas de piedra y cazar animales locales.

La especie habitó Flores durante cerca de 140.000 años, adaptándose a un entorno insular hostil y desarrollando una cultura material propia. Su singularidad reside tanto en su anatomía como en su resistencia: sobrevivieron mucho tiempo tras la desaparición de otros parientes humanos en Asia.
La dieta de los “hobbits” incluía principalmente el Stegodon florensis insularis, un elefante pigmeo que compartía el restringido ecosistema insular. El modo en que esta población logró perdurar tanto tiempo en condiciones de relativo aislamiento es una de las grandes incógnitas de la evolución humana.
El avance de la aridez: registros en cuevas y dientes fósiles
El equipo de la Universidad de Wollongong analizó estalagmitas de varias cuevas cercanas a Liang Bua y realizó mediciones de isótopos en dientes fósiles de Stegodon. Ambos registros evidencian una tendencia hacia la aridez iniciada hace unos 76.000 años, que se intensificó entre 61.000 y 55.000 años atrás, coincidiendo con la desaparición de Homo floresiensis del registro fósil.

Las reconstrucciones paleoclimáticas muestran que la precipitación anual media descendió de 1.560 a 990 milímetros en ese periodo, una reducción del 37%. La caída fue aún más acusada durante los veranos, cuando las lluvias se redujeron a 450 milímetros, un 48% menos que los valores actuales. Según Nature Communications Earth & Environment, estos cambios afectaron de manera directa la disponibilidad de agua y alimentos, un factor clave en la supervivencia de los “hobbits”.
El doctor Mike Gagan, autor principal del estudio, explicó: “El ecosistema alrededor de Liang Bua se volvió mucho más seco en la época en que Homo floresiensis desapareció. Las lluvias de verano disminuyeron y los cauces de los ríos se secaban por temporadas, lo que sometió a los ‘hobbits’ y a sus presas a una presión considerable”.
Estrés ecológico y desaparición paralela de especies
La investigación reveló que el 92% de los restos de Stegodon corresponden a un periodo comprendido entre 76.000 y 62.000 años atrás. Los últimos rastros de Homo floresiensis fueron hallados en capas datadas en torno a los 61.000 años. Esta coincidencia temporal sugiere un proceso de estrés ecológico acumulativo: la reducción del agua superficial y la desaparición de presas generaron una presión insostenible sobre la población humana.

Los análisis isotópicos en dientes de Stegodon indican que estos animales dependían críticamente del agua fluvial, recurso cada vez más escaso a medida que la sequía se agravaba. La mayor parte de los restos de presas corresponde a ejemplares jóvenes, lo que sugiere que los individuos menos móviles fueron los más vulnerables ante la crisis.
El doctor Gert van den Berg, investigador asociado de la Universidad de Wollongong, sintetizó el fenómeno: “El agua superficial, Stegodon y Homo floresiensis disminuyen al mismo tiempo, mostrando los efectos acumulativos del estrés ecológico. La competencia por agua y alimento probablemente obligó a los hobbits a abandonar Liang Bua”.
Factores adicionales y el misterio de Homo sapiens
Aunque la aridez extrema y la reducción de recursos aparecen como causas principales, el estudio reconoce que otros factores pudieron contribuir al desenlace. El vulcanismo local, los cambios en el uso de herramientas y la posible llegada de humanos modernos han sido considerados por la comunidad científica.

Si bien los fósiles de Homo floresiensis son anteriores a la evidencia más temprana de Homo sapiens en la isla de Flores —una llegada posterior a los 55.000 años—, existen indicios de que humanos modernos pudieron transitar la región durante el periodo crítico.
El doctor Gagan planteó una hipótesis prudente: “Es posible que, en su búsqueda de agua y alimento, los hobbits se hayan encontrado con humanos modernos… El cambio climático sentó el escenario para su desaparición”. Sin embargo, Nature Communications Earth & Environment aclara que no existen pruebas concluyentes de contacto significativo entre ambas especies en Flores en ese lapso.
Una advertencia de la prehistoria para el presente
La extinción de Homo floresiensis ofrece una lección relevante para el mundo contemporáneo: los cambios abruptos en el clima pueden alterar radicalmente el destino de las especies. La investigación de la Universidad de Wollongong demuestra que la variabilidad climática y las sequías extremas afectan la supervivencia y resiliencia de poblaciones humanas y animales.