Carlos VI, el rey de Francia, vivió convencido de que su cuerpo era de cristal y temía quebrarse con el menor contacto físico (Wikimedia)

En el corazón de la corte francesa, una figura avanzaba por los pasillos envuelta en ropas reforzadas, los pasos discretos y la mirada esquiva. Era Carlos VI, rey de Francia, quien temía quebrarse en mil pedazos con el menor roce.

Gobernó entre 1380 y 1422 convencido de que su cuerpo era de vidrio, prisionero de una obsesión que definió tanto su vida como su gobierno. Sus órdenes eran tajantes: nadie debía acercarse demasiado, ningún abrazo, ningún contacto; todo contacto representaba un peligro para su existencia.

Pero la historia de Carlos VI no se limita a su obsesión con el vidrio, la vida del monarca estuvo marcada por episodios de locura y violencia, según resaltan los historiadores. En 1392, asesinó a cuatro de sus caballeros afectado por paranoia y rabia. Estos hechos condicionaron el resto de sus días e influyeron en su percepción de sí mismo.

La obsesión de Carlos VI con el vidrio marcó su gobierno y generó aislamiento en la corte francesa durante la Edad Media (Wikimedia)

Al año siguiente del asesinato, sobrevivió a una tragedia conocida como el “Bal des Ardents”. El rey y cinco nobles participaron en una fiesta disfrazados de hombres salvajes; una chispa prendió uno de los trajes y las llamas alcanzaron a los participantes. Solo el monarca y uno de sus acompañantes escaparon con vida. El episodio dejó secuelas psicológicas profundas en el rey. Tras el incendio, sufrió ataques recurrentes de furia y miedo extremo.

A partir de entonces, Carlos VI desarrolló excentricidades notorias. La más famosa fue la creencia de que su cuerpo era de cristal. Temía que un simple contacto pudiera hacerle añicos y exigía distancia física de todos en la corte. Esta conducta aumentó el aislamiento del monarca y alimentó rumores en Europa sobre su estado mental.

El fenómeno de los “hombres de vidrio” en la Europa medieval

Según investigaciones históricas, difundidas por National Geographic, Carlos VI no fue el único en Europa que sufrió la llamada “ilusión de cristal”. De acuerdo con análisis descritos por JSTOR Daily, entre los siglos XV y XVII proliferaron relatos de personas que creían tener huesos, corazones, cabezas o extremidades hechas de vidrio. La literatura y los registros médicos de la época documentan estos casos en diversos países.

El episodio del 'Bal des Ardents' dejó secuelas psicológicas profundas en Carlos VI, intensificando sus miedos y excentricidades (Wikimedia)

Algunos de estos individuos temían romperse en pedazos al menor contacto. Un caso relatado corresponde a un hombre convencido de que sus glúteos eran de vidrio y evitaba sentarse. Otro viajó a Murano, famosa por su producción de vidrio, con la intención de arrojarse a un horno para convertirse en copa. Existió también un erudito que, temiendo que la superficie de la tierra fuera de cristal, pasaba el tiempo postrado en su cama, aterrorizado ante la posible caída entre serpientes al romperse el vidrio bajo sus pies.

La fascinación y el temor asociados al vidrio tuvieron interpretaciones médicas y religiosas. Según los tratados médicos medievales, estas creencias guardaban relación con la “melancolía”, definida como un exceso de bilis negra. Se pensaba que esta sustancia, cuando la temperatura corporal subía, adquiría un brillo semejante al de este material, fenómeno conocido como “vitrea bilis”. Los médicos creían que la melancolía afectaba, con mayor frecuencia, a personas estudiosas o enamoradas, lo que explicaba la abundancia de casos en ambientes cortesanos y académicos.

De acuerdo con el enfoque teológico de la época, el cuerpo humano era vulnerable e incapaz de soportar las cargas del alma. El vidrio, apreciado por su belleza y fragilidad, simbolizaba dicha vulnerabilidad. Pinturas conocidas como “vanitas” incluían copas, burbujas y relojes de arena que representaban la fugacidad de la vida. El rey de cristal, entonces, encarnó el temor cultural a romperse y a la destrucción instantánea.

La llamada 'ilusión de cristal' afectó a varias personas en la Europa medieval, según registros históricos y médicos de la época (Domínio Público)

El vidrio, sin embargo, poseía un aura mágica y misteriosa. Según detalló BBC, la producción de vidrio se consideraba un acto de alquimia, una transformación misteriosa de arena en cristal. Los relatos populares atribuían al objeto poderes como detectar venenos: se decía que un vaso de este material podía romperse si entraba en contacto con sustancias tóxicas.

Investigaciones literarias, como el análisis de Gill Speak citado en JSTOR Daily, exploraron la dimensión simbólica del fenómeno. Speak interpreta el caso del rey y otros hombres de vidrio como una respuesta radical a traumas personales.

El fuego, presente en el “Bal des Ardents” y en los hornos de Murano, representa el proceso de destrucción y transformación. De acuerdo con algunos cronistas, Carlos VI emergió de la tragedia psicológicamente transformado, cercano a una existencia entre lo humano y lo etéreo, un “rey de cristal”.

El caso de Carlos VI y los hombres de vidrio se estudia hoy como un ejemplo temprano de trastornos psiquiátricos compartidos en contextos de tensión social y cultural. El mito del rey de cristal refleja la estrecha relación entre las creencias personales, la interpretación de la enfermedad y los símbolos colectivos de la época.