Fernando Pinos Guevara, el juez de Garantías de La Matanza que tuvo a su cargo la investigación del triple femicidio narco de Florencio Varela antes de declararse incompetente y enviarla al fuero federal, denunció ser víctima de presuntas amenazas narco luego de sufrir dos robos extraños en su casa, ocurridos con pocas semanas de diferencia.
El propio magistrado interpreta ambos episodio como mensajes de amedrentamiento vinculados a su intervención en la causa del crimen de Lara Gutiérrez, Morena Verdi y Brenda del Castillo, según aseguró en diálogo con A24 y América.
El primer asalto sucedió el 2 de noviembre, cuando cinco personas interceptaron a la familia al ingresar a la vivienda. “Bajaron cinco personas, tres estaban armadas con pistolas 9 milímetros en perfecto estado, en un estado de una violencia inusitada”, describió Pinos Guevara.
Los asaltantes pusieron un arma en la cabeza de su hijo, otra en la nuca del juez y un tercero apuntó a su esposa. Tras robarles los teléfonos y la camioneta, huyeron del lugar. El vehículo apareció más tarde ese mismo día en Fuerte Apache, donde la policía halló huellas que no pudieron ser vinculadas a sospechosos en la base de datos.
“Yo ya estaba interviniendo en la causa del triple crimen de Florencio Varela. Fue un robo que fue un poco llamativo porque yo llegaba de una fiesta familiar a las seis de la mañana con mi familia, mis dos hijos, uno de once y otro de quince años, con mi suegra, también una persona mayor”, relató el juez.
Y agregó: “Mi esposa venía manejando el auto, yo me bajo a abrir el portón del garaje para poder ingresar la camioneta. En ese momento aparece un auto en contramano, nos cruza atrás para que no podamos dar marcha atrás. Del auto se bajan cinco personas, tres personas armadas con pistolas nueve milímetros en perfecto estado”.
“El primero se dirige a mí, me pone la pistola en la sien. El otro se dirige a mi esposa, le apunta a mi esposa y el otro se dirige a donde estaban mis hijos atrás con mi suegra y los apunta a ellos. Lo llamativo de ese robo es que la prioridad del que me apuntaba a mí era sacarme la llave de la casa y mi teléfono, nada más. Lo único que le interesaba era sacarme el teléfono y la llave de la casa”, agregó.
Luego continuó: “Tuvimos suerte porque, si bien eran las seis de la mañana, pasaron justo dos autos, uno era un taxi y otro no recuerdo qué era. Al ver el golpe comando, que fue de mucha envergadura, porque eran muchas personas que bajaban corriendo con armas, se asustaron y frenaron el auto a unos cincuenta metros y quedaron parados en la calle porque tenían miedo a seguir circulando. Y esa situación creo que le generó a ellos la necesidad de escaparse rápido”.
En ese sentido, el magistrado cuestionó la labor de la Policía luego del robo de la camioneta. “Fue negligencia de la Policía desde el primer momento. Ignorancia, no sabían cómo hacer, cómo actuar y falta de voluntad también, porque yo les mostraba y no querían. La primera respuesta de los efectivos policiales, de las seccionales fue que no podían salir de la jurisdicción”.
“Ante mi explicación legal de la situación, se dieron cuenta de que era un error muy grande que estaban cometiendo. Pese a eso, luchando contra ellos y esperando que vengan efectivos policiales, yo empiezo a guiar un poco la policía para que hagan su tarea“, siguió.
Media hora después, la camioneta apareció “intacta”, según le dijo la Policía. Las cosas que habían sacado las pusieron de vuelta en el baúl.
El segundo episodio ocurrió en la madrugada del 25 de diciembre, mientras la familia celebraba la Navidad fuera de la casa. Al regresar, encontraron la vivienda completamente revuelta, aunque solo faltaba una consola de videojuegos perteneciente a uno de los hijos.
Según el magistrado, este hecho refuerza su convicción de que se trata de un acto intimidatorio. “Si ustedes ven la casa, no es una casa en donde uno pueda presumir que existen bienes ni valores, y justo toda la casualidad después de esa causa del triple crimen, en donde traté de cuidarme muchísimo, pero bueno, yo ni siquiera tengo custodia personal”, sostuvo.

“Entraron a mi casa y dieron vuelta toda la casa, pero con la idea de que yo pueda ver esa imagen, porque daban vuelta, sacaban, abrían los placares y tiraban todo al piso. Y, por ejemplo, se llevaron la consola porque creo que alguno de los que entró dijo “me la llevo” por llevársela, porque había no cadenas de oro, un reloj de oro tirado en el piso, dólares. Dejaron una caja de seguridad que es portátil, la agarraron y la dejaron arriba de la cama“, aseguró el juez para dar cuenta -según cree- de las verdaderas intenciones de los delincuentes.
En A24, en medio de lágrimas, el juez también señaló que nunca contó con protección especial pese a su exposición y al riesgo que implica su labor. “Esto claramente tiene vinculación con ese expediente: la idea es tratar de amenazarme, de tratar de que yo baje los brazos en el trabajo que hice en una causa donde yo terminé declarándome incompetente con una extensa resolución donde hablo de todas las bandas del narcotráfico”, afirmó.
Expresó su preocupación por la seguridad de su familia y la presión que viven a diario: “Estoy muy preocupado: es difícil acostarse a dormir y no pensar que voy a levantarme a las 3 de la mañana con una pistola en la cabeza. Estuve hablando con mi esposa y tenemos que buscar una solución inmediata porque vamos a terminar mal”.
Durante la entrevista, descartó que existan conexiones entre el poder político y el caso del triple narcofemicidio: “Eso no surge del expediente”, enfatizó. Sin embargo, lamentó que la falta de custodia oficial lo deje vulnerable y resaltó el impacto que la cobertura mediática tiene en su situación: “Creo que esta nota me pone más en peligro, me hace más vulnerable porque el silencio y la oscuridad por ahí genera incertidumbre a esas bandas criminales”.
El clima de temor afecta a toda su familia, que incluso evalúa dejar el país. “Tengo la familia partida por completo. Todos tienen miedo por mí, yo tengo hermanos, y tengo miedo por ellos”, explicó Pinos Guevara en declaraciones a A24. Relató el sufrimiento de su madre, de 80 años, y de su suegra, profundamente afectada por los hechos. “Tendré que decidir qué hago con mi vida en el futuro, porque al vivir así también es injusto”, concluyó.