
Rusia advirtió a Polonia que enfrentará “represalias dolorosas” tras la decisión de Varsovia de cerrar el consulado ruso en Gdansk y la intensificación de restricciones sobre intereses rusos en territorio polaco.
La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, criticó abiertamente la medida polaca y remarcó que “Polonia debería pensar en todas las consecuencias de este tipo de acciones ilegales y provocadoras”.
Según Zakharova, Moscú tiene “muchos ejemplos de cómo responde Rusia y lo dolorosas que pueden ser esas respuestas para quienes actúan contra nuestro país”.
El desencadenante de esta confrontación diplomática fue el anuncio del gobierno polaco de cerrar el consulado ruso en Gdansk, una decisión tomada tras la denuncia de actos de sabotaje atribuidos a servicios de inteligencia rusos en la red ferroviaria nacional.
Las autoridades de Varsovia ordenaron el desalojo de la sede diplomática, pero el personal ruso se negó a abandonar el edificio, alegando que la propiedad pertenece a Rusia desde la posguerra y que cualquier intento de toma física será considerado una “violación inaceptable”.
El conflicto por el consulado ocurre en paralelo a una serie de incidentes que han elevado la tensión en la frontera oriental de Polonia. Este jueves, cazas polacos interceptaron un avión ruso de reconocimiento que volaba sobre el mar Báltico cerca del espacio aéreo nacional.
El operativo, realizado sobre aguas internacionales pero dentro del área de responsabilidad polaca, incluyó la identificación y escolta de la aeronave hasta su salida de la zona. Este episodio se suma a una sucesión de maniobras rusas en la región y forma parte de un patrón de provocaciones que la OTAN ha observado con preocupación.
La situación se agravó durante la madrugada, cuando las fuerzas armadas polacas detectaron la entrada de varios objetos procedentes de Bielorrusia en el espacio aéreo nacional.
Tras un análisis técnico, se concluyó que probablemente se trataba de globos empleados para contrabando y desplazados por el viento. Por motivos de seguridad, el gobierno ordenó el cierre temporal de una franja del espacio aéreo en la región de Podlaquia, fronteriza con Bielorrusia, hasta que se descartó cualquier riesgo para la aviación civil.

Desde septiembre, Polonia y otros países del flanco oriental de la OTAN han reforzado la vigilancia ante múltiples incidentes de violaciones del espacio aéreo, incluidos vuelos no autorizados y la incursión de drones rusos. Estas medidas buscan anticipar posibles amenazas híbridas y proteger la integridad territorial en un contexto regional marcado por la guerra en Ucrania y las tensiones persistentes entre Moscú y Occidente.
El gobierno polaco ha subrayado que la seguridad nacional y la defensa de sus instituciones son prioridades innegociables. La decisión de cerrar el consulado ruso en Gdansk responde, según Varsovia, a la necesidad de contrarrestar actividades hostiles y proteger la soberanía nacional. Las autoridades insisten en que no tolerarán ningún tipo de injerencia extranjera y que continuarán coordinando su respuesta con aliados de la OTAN.
Por su parte, Rusia sostiene que la propiedad diplomática en Gdansk le pertenece por derecho histórico y considera cualquier acción polaca como una provocación que no quedará sin respuesta. “Recomendamos que Polonia, que parece actuar con la cabeza caliente, reflexione antes de tomar decisiones que puedan derivar en consecuencias graves”, advirtió Zajárova.
La escalada verbal y los incidentes recientes en la frontera refuerzan el papel de Polonia como uno de los principales objetivos de la estrategia de presión rusa sobre Europa del Este.
Varsovia insiste en que mantendrá todas las medidas necesarias para defender su territorio y garantizar la estabilidad regional, en estrecha colaboración con sus socios occidentales.