Enrique Shaw, oficial de la Armada Argentina

La próxima beatificación del ex oficial Enrique Ernesto Shaw representa un acontecimiento de gran significado para la Armada Argentina, luego de que el papa León XIV reconociera oficialmente un milagro atribuido a su intercesión, según comunicó el Vaticano. Este reconocimiento no solo señala un paso decisivo hacia su proclamación como beato, sino que también resalta la vigencia de un legado construido sobre el servicio, la responsabilidad y una vocación profundamente orientada al prójimo, principios que continúan influyendo en la vida institucional y social del país.

El proceso hacia su beatificación avanzó significativamente durante los últimos años: en abril de 2021, el Papa Francisco lo declaró venerable, y en enero de 2025 el milagro atribuido a Enrique Shaw superó la evaluación médica y obtuvo la aprobación de la Comisión Teológica. Posteriormente, el Dicasterio para las Causas de los Santos emitió un dictamen favorable, habilitando la celebración oficial de su beatificación.

La trayectoria de Enrique Ernesto Shaw comenzó en París, donde nació el 26 de febrero de 1921, y llegó a la Argentina siendo apenas un bebé junto a su familia. Desde la infancia experimentó una inclinación natural por el mar, probablemente vinculada a su bisabuelo marino de raíces escocesas. A los catorce años, solicitó su ingreso a la Armada Argentina, iniciando su formación en 1936 en la Escuela Naval Militar. Allí, entre 1936 y 1939, se distinguió por su adaptación a la disciplina naval y su interés por conjugar el aprendizaje técnico con el humanismo, apropiándose del valor del trabajo en equipo como herramienta para alcanzar metas colectivas.

Reconocido por su integridad, fue promovido a brigadier, con la responsabilidad de contribuir activamente a la formación de cadetes y nuevos ingresantes, incluso dirigiendo a compañeros de mayor edad. El 21 de diciembre de 1939 egresó como Guardiamarina, convirtiéndose en el graduado más joven de la historia de la Armada Argentina con solo dieciocho años, y destacándose también por integrar de manera continua el grupo de los tres mejores promedios de su promoción.

Su primera asignación oficial fue en el acorazado ARA “Rivadavia”, seguida de destinos en el ARA “Moreno”, los rastreadores ARA “Parker” y ARA “Bouchard”, y el torpedero ARA “Mendoza”. En cada una de estas unidades demostró capacidad de liderazgo y cercanía con el personal subalterno, guiando no solo desde lo técnico sino también desde una dimensión humana y espiritual. En su tiempo libre desplegó una intensa labor de catequesis, dedicándose a la evangelización y al acompañamiento de sus subordinados.

Por sus méritos, fue seleccionado por la Dirección General de Personal Naval para realizar estudios superiores en Meteorología en la universidad estatal de Chicago en Estados Unidos, consolidando su formación académica y profesional. Tras concluir su etapa en la Armada, proyectó su liderazgo hacia otros ámbitos, casándose y formando una familia numerosa con nueve hijos. La noción de autoridad como servicio y mando como responsabilidad permeó posteriormente su desempeño como empresario y dirigente social.

Como fundador y primer presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), impulsó la aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia en la actividad empresarial argentina. Uno de los hitos más notables de su gestión fue la promoción del salario familiar, iniciativa pionera dirigida a garantizar condiciones de vida dignas para los trabajadores y sus familias, contribuyendo así a la consolidación de relaciones laborales sustentadas en el respeto y la dignidad.

El ideario de servicio a la Patria, legado central de la formación naval, se tradujo en él en una práctica cotidiana de solidaridad y compromiso con el bien común, un testimonio que, según la Armada Argentina, “reafirma que el honor, la vocación de servicio y el compromiso con el bien común son principios permanentes, llamados a inspirar a las actuales y futuras generaciones de hombres y mujeres de la Armada”.

Shaw falleció en 1962, a los 41 años. Su influencia se mantiene viva tanto en la Armada Argentina como en cada ámbito donde actuó, ofreciendo una referencia insoslayable para quienes buscan conjugar la excelencia profesional con la ética y la entrega al servicio público.