Solo en un mes los endeudados han aumentado un 0,22% con respecto a octubre, lo que supone 173.000 personas más. (Gemini)

La Navidad de este año para los brasileños está llena de incógnitas, sobre todo económicas. Los ciudadanos llegan a una de las fiestas más sentidas del país con un incumplimiento récord. 80,6 millones de ellos no pueden pagar sus deudas, lo que les lleva a acabar en esa lista negra en la que todo se vuelve más difícil, si no imposible, desde contratar una hipoteca hasta pagar con tarjeta de crédito. Así lo indican los datos recién publicados del Mapa de morosidad y negociación de deudas de Serasa Experian, una de las principales agencias de crédito de Brasil, que recopila y gestiona información sobre las deudas y el comportamiento de pago de personas físicas y empresas. Los datos de noviembre, los últimos que se han hecho públicos, indican que solo en un mes los endeudados han aumentado un 0,22% con respecto a octubre, lo que supone 173.000 personas más. La situación también parece compleja para las empresas, con un récord de 8,7 millones de empresas morosas. Con alrededor de 204.800 millones de reais (37.104 millones de dólares) de deuda, las empresas se enfrentan a retos de liquidez y renegociación. Precisamente, la ralentización en la concesión de créditos ha limitado su capacidad para renegociar sus deudas y reorganizar sus obligaciones financieras. “Al mismo tiempo, el enfriamiento de la actividad económica reduce la generación de ingresos, lo que crea un escenario difícil para el mantenimiento de la liquidez y la sostenibilidad de las operaciones, especialmente para las micro y pequeñas empresas”, explica al diario O Estado de São Paulo la economista Camila Abdelmalack, de Serasa Experian.

En el ámbito macroeconómico, tras el alivio que supuso la eliminación de los aranceles del Gobierno estadounidense sobre numerosos productos brasileños, ahora existe una gran preocupación por los nuevos aranceles que México decidió a mediados de diciembre. La medida afecta a 1.463 clasificaciones arancelarias en 17 sectores, 316 de las cuales están actualmente exentas de impuestos. Brasil no es el único afectado por este repentino cambio de rumbo del Congreso mexicano. Junto a él, también se verán afectados por los aranceles China, Sudáfrica, Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos, India, Indonesia, Nicaragua, Tailandia, Taiwán y Vietnam. Los aranceles inicialmente previstos, de hasta el 50%, se han reducido en gran medida al 20-35%, y solo se mantienen más altos para los automóviles, con el objetivo de afectar principalmente al mercado chino, que representa el 20% de las ventas de vehículos en México, donde también las empresas brasileñas venden sus productos y se han enfrentado a una reducción del mercado. Según la asociación que representa a los fabricantes de automóviles, Anfavea, entre enero y octubre de este año se exportaron al mercado mexicano 66.474 vehículos producidos en Brasil, lo que supone un descenso del 17,3% con respecto al mismo periodo de 2024.

Los aranceles de México afectan a un contexto económico para Brasil de fuerte deterioro fiscal, caracterizado por un déficit estructural, un aumento del gasto público y un alto endeudamiento. Según diversos análisis económicos, el actual Gobierno de Lula está destinado a cerrar su tercer mandato con el mayor desequilibrio de las cuentas públicas desde el nacimiento en 1994 del Plano Real, un programa de reformas económicas que estabilizó la economía brasileña y puso fin a la hiperinflación. En los últimos doce meses hasta octubre de 2025, las cuentas públicas brasileñas registraron, según datos del Banco Central, un déficit nominal de 1,025 billones de reales (185.702 millones de dólares), uno de los niveles más altos jamás alcanzados. El déficit nominal es el indicador más completo de la salud fiscal de un país, ya que mide cuánto gasta el Estado por encima de lo que ingresa, incluyendo también los intereses de la deuda pública. A diferencia del déficit primario, que solo tiene en cuenta los ingresos y gastos corrientes, el déficit nominal muestra el impacto real de las políticas fiscales en el aumento de la deuda. En el caso de Brasil, el déficit se debe en gran medida al elevado coste de los intereses, consecuencia de los altos tipos de interés. Con el tipo Selic estancado en el 15% anual, la deuda se ha vuelto cada vez más onerosa. En los últimos 12 meses, el Estado ha gastado 987.200 millones de reales (178.854 millones de dólares) solo en intereses, lo que equivale a casi el 8% del PIB, un récord histórico.

Brazil's President Luiz Inacio Lula da Silva speaks during a ceremony with evangelical religious leaders, at the Planalto Palace in Brasilia, Brazil, December 23, 2025. REUTERS/Adriano Machado

Pero los altos intereses no son la única causa. El fuerte aumento del gasto público ha contribuido de manera decisiva al desequilibrio. Incluso excluyendo los intereses, Brasil registra un déficit primario de 37.700 millones de reales (6.830 millones de dólares), lo que indica que el Gobierno gasta más de lo que ingresa en la gestión ordinaria. El resultado es un rápido aumento de la deuda pública bruta, que ha alcanzado el 78,6% del PIB, unos 9,9 billones de reales (1,79 billones de dólares), con un incremento de 7 puntos porcentuales desde el inicio del actual Gobierno. Los datos internacionales sitúan ahora a Brasil como el segundo país emergente con mayor deuda pública, solo por detrás de China. A falta de un control más riguroso del gasto, el déficit nominal corre el riesgo de seguir siendo estructuralmente elevado, lo que limitará el crecimiento económico y aumentará la vulnerabilidad financiera de Brasil. Y las previsiones para 2026 son aún peores, ya que los economistas estiman que el déficit nominal se situará en promedio entre el 8,6% y el 9% del PIB. El Gobierno de Lula debería terminar su mandato con un nivel de deuda pública mucho más alto de lo prometido en 2023, cuando se lanzó el llamado arcabouço fiscal, es decir, el sistema de normas que establecen cuánto y cómo el Estado puede aumentar el gasto público, vinculándolo al crecimiento de los ingresos. En aquel momento, el Ministerio de Economía preveía que la regla fiscal estabilizaría la deuda en el 76,5% del PIB en 2026. Sin embargo, las estimaciones más recientes de los analistas indican que la deuda se acercará ahora al 84% del PIB. Y dado que 2026 será un año electoral, ya se esperan medidas expansivas del Gobierno para ampliar los programas sociales, calculadas en torno a los 220.000 millones de reales (39.858 millones de dólares), muchas de las cuales quedarán fuera del déficit primario y de las reglas del arcabouço fiscal.

En resumen, la Navidad de este año ya trae consigo los amargos regalos de 2027, cuando quienquiera que gane las elecciones presidenciales se verá obligado, según los expertos, a tomar medidas drásticas que afectarán sobre todo a los ciudadanos y a las empresas. Mientras tanto, para 2026, el Gobierno de Lula ha decidido aumentar el impuesto de importación para cubrir las deficiencias del presupuesto y cumplir el objetivo fiscal del próximo año. Según el proyecto de ley de presupuestos, la previsión de ingresos se ha revisado de 103.000 a 117.000 millones de reales (de 18.661 a 21.197 millones de dólares), con unos ingresos adicionales estimados de 14.000 millones de reales (2.536 millones de dólares). El aumento del impuesto se ha convertido en una herramienta fundamental para cuadrar las cuentas, sobre todo porque el presupuesto de 2026 prevé un superávit primario de 34.300 millones de reales (6.214 millones de dólares), equivalente al 0,25% del PIB. Fuentes del ejecutivo admiten que sin esta medida sería difícil alcanzar el objetivo. El superávit primario es la diferencia positiva entre los ingresos y los gastos públicos, excluidos los intereses de la deuda; es decir, el Estado debe recaudar más de lo que gasta en la gestión ordinaria. La elección del impuesto de importación también es políticamente estratégica, ya que puede modificarse mediante un decreto presidencial, sin pasar por el Congreso, evitando así enfrentamientos políticos y recortes de gastos en un año electoral. Aún no está claro qué productos se verán afectados ni en qué medida aumentarán los aranceles. Según varios analistas, la medida se justifica oficialmente como una defensa de la industria nacional, pero en la práctica funciona como una solución de emergencia para obtener ingresos.

Mientras tanto, los datos del Fondo Monetario Internacional ya han penalizado a Brasil, que ha sido superado por Rusia y ha salido de la clasificación de las diez mayores economías del mundo, cayendo al puesto 11 según el PIB expresado en dólares y los tipos de cambio. Rusia ha subido al puesto 9, superando tanto a Brasil como a Canadá. El crecimiento económico del gigante latinoamericano se ha mantenido muy moderado. En el tercer trimestre de 2025, el PIB aumentó apenas un 0,1% con respecto al trimestre anterior. El sector agroalimentario mostró un crecimiento moderado, mientras que la industria creció ligeramente y los servicios se mantuvieron prácticamente estables. En la comparación anual, el PIB creció un 1,8%, impulsado principalmente por la fuerte expansión de la agricultura. Por el lado de la demanda, el consumo de los hogares creció poco, mientras que el del Gobierno lo hizo mucho, un desequilibrio que, si continúa, tendrá un impacto significativo en los bolsillos de los ciudadanos.