La decisión del ministro de Economía, Luis Caputo, de no avanzar con una emisión de deuda en Wall Street en el corto plazo generó diversas lecturas en el mercado financiero y entre los analistas económicos. La afirmación de que el país buscará eliminar la dependencia de los fondos internacionales y priorizar otras fuentes de financiamiento se produce en un momento en que la economía argentina enfrenta un riesgo país elevado, reservas limitadas y condiciones externas poco favorables.
La discusión sobre el pago de los compromisos en moneda extranjera para enero, que ascienden a USD 4.300 millones, puso en el centro del debate la estrategia oficial para afrontar los vencimientos. Caputo relativizó la posibilidad de emitir deuda bajo legislación extranjera y señaló que el objetivo es evitar la emisión y reducir la exposición a Wall Street. El presidente Javier Milei respaldó esa postura desde sus redes sociales, reforzando el mensaje de que el país no prioriza los mercados internacionales como fuente de financiamiento.
La postura oficial se produce después de que el Gobierno lograra reunir unos USD 1.800 millones mediante compras en el mercado y la colocación del bono BONAR 2029, a los que se sumarían otros USD 700 millones derivados de la concesión de las represas del Comahue. Aún así, el monto disponible no cubre la totalidad de los vencimientos, por lo que la administración evalúa alternativas como nuevas compras del Tesoro en el mercado de cambios o la firma de un acuerdo de financiamiento tipo REPO, que permite obtener dólares a corto plazo utilizando activos como garantía, sin recurrir a las reservas del Banco Central.
Para Gabriel Caamaño, economista de Outlier, la discusión sobre la dependencia de Wall Street no responde a la realidad actual del mercado argentino. “Está planteando prescindir de algo que no tenemos hace ocho años, porque desde 2018 que no tenemos flujo de Wall Street, así que en realidad dependencias ya no tenemos. Lo que no queda hacer en todo caso es volver a depender, pero cortar la dependencia, no existe tal dependencia, hace ocho años que no tenemos financiamiento ahí. Aparte, si él hace un repo con, y por otro lado, si él hace un repo con JP Morgan y ese tipo de bancos, ¿cuál es la diferencia? ¿Qué, no son Wall Street?”, sostuvo Caamaño en diálogo con Infobae.
El economista agregó que el Gobierno no tiene apuro por salir del cepo cambiario y que el mensaje del ministro está dirigido a los inversores que esperan una apertura inmediata del mercado. “Él lo que no quiere es depender del financiamiento externo, se quiere seguir financiando localmente. Para poder colocar externamente, necesita salir del cepo. Entonces, para mí, lo que te está diciendo entre líneas es, yo no tengo apuro por salir del cepo, sigo sin estar apurado por salir del cepo, tengo otras alternativas que voy a intentar utilizar para no tener que apurarme con la salida del cepo. Con lo cual probablemente hasta le esté hablando a alguno o algunos o al mercado diciéndole no voy a correr, no me voy a apurar en sacar el cepo y si me querés financiar, financiame, si no tengo otras opciones. Es Caputo 100%”, afirmó Caamaño.
La reciente emisión del BONAR 2029, con vencimiento en noviembre de 2029 y una tasa superior al 9% anual, marcó el regreso del país al mercado voluntario de deuda en dólares tras casi una década, según detalló Infobae. Sin embargo, la operación no alcanzó el monto ni la tasa que anticipaba el Ministerio de Economía, lo que evidenció las restricciones actuales. El riesgo país permanece en torno a los 569 puntos, lo que limita el acceso a financiamiento a tasas razonables.
En ese sentido, Christian Buteler señaló en declaraciones a Infobae: “Desde un primer momento el gobierno tuvo como objetivo volver a los mercados de crédito. Así lo expresó más de una vez, incluso en reuniones con fondos, en las que expresó que iba a cumplir con los vencimientos para poder rollear el capital de la deuda, como hace el resto del mundo. A dos años, tenemos un riesgo país en torno a 600 puntos, incluso con el aval del Tesoro de EEUU”. Destacó que con ese respaldo, instrumentado con el swap de monedas, la colocación de deuda no alcanzó ni el monto ni la tasa que anticipaba el ministerio de Economía, con una emisión de USD 910 millones a una tasa superior al 9%, sin una sobreoferta de importancia. Para Buteler, “este nuevo mensaje que está dando el Gobierno es consecuencia de no haber podido todavía llegar a Wall Street, y no de querer dejar a Wall Street como una de las fuentes de financiamiento. Celebro que se genere un mercado de capitales interno fuerte, con crédito en moneda local. Pero me parece que esto es la forma en que se encontró para darle un marco a este nuevo cambio del relato”.
La estrategia financiera oficial incluye alternativas para reforzar la liquidez en dólares y afrontar los próximos vencimientos. Un acuerdo tipo REPO, en negociación con bancos internacionales, aparece como una opción central para obtener dólares a corto plazo. El instrumento permite acceder a fondos utilizando activos como garantía y se presenta como un mecanismo que evita el uso directo de las reservas internacionales.
Juan Pazos, economista de One618, opinó sobre las razones detrás de la falta de interés de los inversores internacionales. “Yo creo que el problema no es de precio / tasa. Es que el buy side no quiere aumentar su exposición a Argentina a menos que vea (i) un mix de políticas cíclicas mejor balanceado y priorizando acumular reservas y (ii) delivery de reformas estructurales. Y hoy por hoy, gobierno todavía espera poder acumular reservas a un tipo de cambio real más fuerte y políticamente todavía no pudo destrabar las reformas. Así que Toto no puede ir a NY y a Londres a ofrecerle a los inversores lo que ellos piden”, explicó Pazos para Infobae.
A la par de la discusión sobre las fuentes de financiamiento, el Gobierno evalúa cambios en la Ley de Administración Financiera para facilitar la administración de la deuda pública, realizar canjes o reordenar los vencimientos y extender los plazos de pago, sin recurrir a procesos de reestructuración. El objetivo es reducir la concentración de pagos y dar mayor previsibilidad a la gestión financiera.
El debate sobre el acceso al mercado internacional se intensificó después de que algunos analistas de Nueva York mencionaran la posibilidad de una futura emisión de hasta USD 3.000 millones, lo que elevó las expectativas del mercado. Javier Casabal, estratega de renta fija de AdCap, analizó en diálogo con Infobae las implicancias del mensaje del ministro. “En alguna medida Caputo está tratando de bajar las expectativas”, señaló Casabal, quien explicó que algunos analistas de Nueva York hablaron en los últimos días de emitir hasta USD 3.000 millones, incluso con fecha precisa de salida. “Esas noticias envalentonan al mercado y, si no se cumplen, el mercado se decepciona. Para frenar eso va el tuit de Caputo”, explicó.
Casabal planteó que la Argentina podría salir al mercado al 9%, con la posibilidad de un préstamo REPO como Plan B, que puede transformarse en Plan A si la tasa que le piden es demasiado alta. Señaló, como parámetro, que en los dos préstamos REPO de este año la tasa pagada fue de 100 y 200 puntos básicos, respectivamente, por debajo del rendimiento de los bonos cortos. “La salida al mercado debe hacerse sin apresurarse. El tuit de Caputo apunta a la idea de que la Argentina tiene plan B, que no necesita apurarse y que va a emitir cuando el timing sea el mejor posible. No hace falta salir el 7 de enero para pagar el vencimiento del 9. Me parece que eso es lo que Caputo trata de responder”, señaló Casabal.
El mensaje oficial pone el foco en el cumplimiento de los compromisos financieros, pero con un uso prudente de las herramientas disponibles. La emisión de deuda bajo legislación extranjera figura como una opción de último recurso, en un esquema que prioriza el financiamiento local, los acuerdos con bancos y la acumulación progresiva de divisas. El pago de enero representa el primer desafío relevante del año, y la estrategia oficial busca transitar el calendario de vencimientos de 2026 sin sobresaltos ni cambios bruscos en la política financiera.