El hotel oficial de Papá Noel está ubicado en Rovaniemi, el pueblo del Ártico donde la Navidad nunca termina

En esta época del año es imposible entrar a la recepción del Santa’s Igloo Arctic Circle, el hotel oficial de Papá Noel en el Polo Norte, y no sentir que el tiempo gira según la brújula de la Navidad.

Ubicado dentro del único pueblo navideño del mundo, en la ciudad finlandesa de Rovaniemi, este complejo vacacional está compuesto por 71 iglús con techo de cristal, desde donde también se pueden contemplar las auroras boreales.

Santa’s Igloo Arctic Circle, el hotel oficial de Papá Noel en el Polo Norte, está compuesto por 71 iglúes con techo de cristal desde donde se pueden observar las auroras boreales

“La locura que se vive por la Navidad es total. Ya tengo reservas confirmadas para diciembre 2027”, admitió la argentina Milagros Pennella, quien trabaja como recepcionista en el hotel y se sorprende de la cantidad de mails que recibe a diario para comprar estadías en fechas que aún no fueron impresas en los calendarios de papel.

Bajo las luces blancas de un sol adormecido y temperaturas que llegan hasta los -20°C, Milagros trabaja cinco días por semana, ocho horas por jornada, en un equipo pequeño donde todos rotan horarios y tareas para que nadie termine agotado “como los elfos tras Nochebuena”, bromea. Una semana le toca madrugar y la otra tolerar hasta la noche polar, que nunca es completamente oscura ni tampoco de día.

El hotel donde trabaja Milagros está a 6 cuadras de Santa Claus Village, el pueblo temático navideño del mundo (@santaclausvillageofficial)

“Alojarse en uno de los iglúes del Santa’s Igloo Arctic Circle cuesta, como mínimo, 850 euros por noche en temporada baja, sólo para dos personas y con desayuno incluido”, especificó la argentina, oriunda del partido bonaerense de Azul.

Durante la Navidad, ese precio puede saltar a 1.500 euros la noche. Y la gente paga ese precio a pesar de que el espacio escasea: son 19 metros cuadrados donde entra una cama justa, dos mesas de luz y baño privado”, especificó. “Puede parecer de cuatro estrellas, pero no busques lujos. Es básico, y hasta el mobiliario es modesto”, detalló Milagros.

Foto del interior de uno de los iglúes con techo de cristal

La mayoría de los visitantes llegan desde países asiáticos, pero también se observan muchos españoles e italianos; y cada vez más brasileños. “Esto se debe a una ampliación reciente de la conectividad aérea ya que hay vuelos directos a Finlandia desde España e Italia”, remarcó.

La joven, de 32 años, contó que las reservas colapsan los mails desde octubre: “Está todo completo desde hace más de dos meses. Y hoy, por ejemplo, le contesté el mensaje de una familia que quiere venir en diciembre de 2027”.

Una de las particularidad del pueblo navideño donde se encuentra el hotel es que está atravesado por el Círculo Polar Ártico, una línea imaginaria de latitud (aproximadamente 66°33′ Norte) que marca el límite más al sur donde el Sol permanece visible o invisible durante 24 horas seguidas, creando fenómenos como el Sol de Medianoche (@santaclausvillageofficial)

A pesar de que el hotel es un éxito de ocupación, Milagros aseguró que “guarda cierta sobriedad en lo que respecta a la decoración o las estrategias marketineras para esta época”. Puso como ejemplo que cuando se abrió el countdown navideño, en octubre, todos esperaban una fiesta enorme, pero fue un evento súper tranquilo. “Papá Noel dio un discurso breve y listo. Nada que ver a lo que sucede en Nueva York, y eso que estamos dentro de la única ciudad navideña del mundo”, se lamentó sobre la pobre puesta en escena.

El marketing, reconoció Milagros, aún es débil: “La vida aquí es austera. No hay un enorme despliegue de luces y música como un argentino se imaginaría. Si bien muchos visitantes se impresionan, también se sorprenden por la sencillez casi gris de las costumbres nórdicas”.

Cuando se abrió el countdown navideño, en octubre, todos esperaban una fiesta enorme, pero fue un evento súper tranquilo. “Papá Noel dio un discurso breve y listo. Nada que ver a lo que sucede en Nueva York, y eso que estamos dentro de la única ciudad navideña del mundo”, contó Milagros

Y con respecto a la expectativa de cazar auroras, dijo que “es un juego de suerte y paciencia” ya que “las excursiones pueden llevar horas de viaje hacia Noruega o Suecia, y a veces sólo hay nubes”.

Otra de las actividades disponibles dentro del predio vacacional incluye un paseo en trineo tirado por renos, que cuesta 15 dólares por hora; y la posibilidad de sacarse una foto con Papá Noel, por 35 euros durante dos minutos. “Muchos turistas llegan sin saber realmente qué esperar. Los precios son altísimos y la ciudad está lejos de esa imagen de lujo cinematográfico”, confesó Milagros, quien tiene contrato firmado hasta el 31 de marzo.

Sacarse una foto con Papa Noel cuesta 35 euros, los dos minutos (@santaclausoffice)

Si su cuerpo y mente lo resisten, podrá renovarlo por 6 meses más. “Ellos te prueban dos años como trabajo temporal, y después, si querés, podés quedar fija”, explicó Milagros, quien está evaluando extenderlo debido a que el trabajo de hotelería está muy bien pago con respecto a otros países de Europa. “El sueldo oscila entre 2.000 y 2.500 euros, y añade un plus si se trabaja los fines de semana”, admitió.

El hotel, además, ofrece alojamiento para empleados y una comida diaria, que luego se descuenta del sueldo. “Hay que pagar aproximadamente 300 dólares por el alquiler y la comida. Si lo hubiese sabido antes, habría trabajado temporadas aquí y quizás tendría 50 mil euros ahorrados”, remarcó Milagros, quien trabajó muchos años como niñera con cama adentro en España e Italia.

Milagros Pennella tiene 32 años y es oriunda del partido bonaerense de Azul

A pesar de estar a unos 13.300 kilómetros de su familia, Milagros se siente contenida por sus compañeros de trabajo, dentro de los cuales hay seis argentinos; la mayoría desempeñándose como guías turísticos. “Nos cuidamos entre todos. Cuando alguien está cansado, otro cocina o lo lleva al trabajo. Somos todos extranjeros, nos sostenemos como una familia improvisada”, señaló.

Milagros contó que el ocio en Rovaniemi tiene un ritmo muy distinto al del resto de Europa: pocas salidas por ser demasiado caras, charlas en las habitaciones, tertulias con mate y juegos con cartas. “Imaginate que salir a tomar una copa de vino a un bar te sale 15 euros”, ejemplificó. “Vivir acá es como un retiro espiritual. Hay que aprender a estar con uno mismo, soportar la soledad y el frío, pero también encontrar encanto en esta rutina diferente”, reflexionó.

Santa Claus Village es el único parque temático navideño del mundo

Detrás de la recepcionista que ordena llaves de habitaciones y responde en cuatro idiomas, Milagros es la suma de todos sus movimientos. Desde Azul, la hija de dos docentes que ahorró con trabajos temporales en Estados Unidos para lanzarse al mundo, hasta la mujer que bucea en la nieve ártica para buscar un propósito nuevo. “Hace mucho que no vuelvo a la Argentina. A mis padres los vi en octubre en Italia, antes de venir para Finlandia, pero desde el Mundial que no piso mi país”, señaló con una voz nostálgica.

Milagros, hija de dos maestros —su papá, profesor de educación física, y su mamá, docente de grado—, creció en una familia de clase media. A los 17 años se mudó a la capital para estudiar Comunicación en la UBA, donde más tarde se graduó. Maneja cuatro idiomas: inglés, italiano, portugués y español.

Milagros tiene contrato hasta el 31 de marzo y contó que hay otros 6 argentinos trabajando en el hotel

Una vez recibida, comenzó a trabajar como productora audiovisual. Luego dio el primero de varios grandes saltos: del sur bonaerense a Madrid con apenas 1.000 euros. Desde allí pasó a Italia, donde realizó distintos trabajos: desde “au pair” (niñera con cama adentro) y freelance de redes hasta una inesperada experiencia en una vinoteca y una empresa internacional de preservativos.

Sin embargo, la pandemia torció sus planes y la obligó a improvisar: “No tenía a nadie en España, fui sola. Después del COVID, terminé en La Puglia, cuidando niños y, dentro de todo, experimentando ese lazo de supervivencia que une a los que emigran”.

Cuando las restricciones de viajar se levantaron, su idea fija de ver auroras boreales se transformó en obsesión. Ya separada de su novio, quien era reacio a gastar fortunas en esa aventura ártica, Milagros buscó trabajo en Islandia y Noruega sin éxito. Fue Finlandia la que le abrió las puertas gracias a un sistema transparente: “Acá, todas las ofertas se publican en la web del gobierno. En una semana hice seis entrevistas y me aceptaron en cinco puestos distintos”, relató. Finalmente, optó por su actual empleo.

Es argentina y trabaja en el hotel de Papá Noel en el Polo Norte: “La locura por la Navidad es total, ya tenemos reservas para 2027” (Foto: gentileza IG @miliideviaje)

“Este viaje me sirvió para bajar veinte millones de cambios y juntar plata para el futuro. Es otro mundo. No hay lujos, pero el verdadero lujo, quizás, es poder elegir y ahorrar para lo que se viene porque pienso seguir recorriendo el mundo”, concluyó Milagros.