¿Es Cuba el nuevo Haití? En 1959 no era el país más desarrollado de Iberoamérica (lo era Argentina), pero sin duda estaba en los primeros lugares. Sin embargo, a fines de 2025 las múltiples crisis adquieren una semejanza que remite a Haití. Después de 66 años, Cuba no es solo la dictadura madre de la región con tal ahogamiento de libertades mínimas que poco se parece a la tradicional dictadura militar o personalista que tanto ha abundado en la historia latinoamericana, sino que recuerda, hasta en el predominio familiar a Corea del Norte.
Con Haití se parecen en población y en la importancia del envío de dinero a familiares desde el extranjero, aunque Cuba lo supera en la cantidad de población que en las últimas décadas ha considerado tan insoportables las condiciones que ha decidido emigrar como último recurso, aunque no ha habido terremotos destructores como tampoco el país ha sido tomado por bandas delincuenciales. Sin embargo, es el gobierno el que en Cuba le causa más daño a la población que el prácticamente inexistente en Puerto Príncipe, además que, con problemas, en Haití ha habido algunas veces elecciones competitivas lo que desde 1959 no ha ocurrido en Cuba. De hecho, el martes 2 de este diciembre, el gobierno haitiano aprobó un decreto que permitirá convocar a elecciones generales después de años sin autoridades electas por la ciudadanía, debido a la violencia.
La información disponible muestra una ventaja clara para Cuba que con la actual crisis no se está notando, toda vez que el Producto Bruto era y sigue siendo superior para La Habana al igual que el gasto en educación o salud, con diferencias mayores en Capital Humano, importación-exportación, porcentaje de población vacunada, menor tasa de homicidios o mayor expectativa de vida.
A pesar de todas esas ventajas para Cuba, la crisis actual parece repercutir a todo nivel, ya que es económica, financiera, poblacional por la constante emigración que deja mucho adulto mayor y pocos jóvenes; a la vez sanitaria, de transporte, servicios básicos como electricidad o agua en la ruina, falta de suministros mínimos en hospitales o en el sistema educacional, además de existir una crisis generalizada de fe en el modelo, semejante a lo que ocurrió en el colapso comunista en Europa del este ya que el partido comunista parece haber perdido la convicción que alguna vez se atribuyeron a sí mismos que solo ellos podían gobernar, ya que simplemente no saben qué hacer. A lo anterior se agrega algo nuevo, en el extranjero parece que crecientemente se pierde el apoyo que alguna vez tuvieron en Latinoamérica, Europa y hasta en sectores de izquierda del partido Demócrata en EE. UU., y que hoy parece limitarse a las otras dictaduras de la región como Venezuela y Nicaragua, aunque parece que por poco tiempo más en el primer caso. Ya perdieron Bolivia.
Todo apunta e indica que el problema de fondo, por si alguna duda había, tiene relación con una ineficiencia generalizada de la dictadura y la crisis de un modelo impuesto a la fuerza a los cubanos, además de la total falta de democracia. Los signos de la crisis son tantos que la decadencia cubana parece apuntar a un empobrecimiento continuo y generalizado, un proceso de “favelización”, fundamentalmente provocado desde el gobierno. Y algo más, parecerse a Haití tiene otra diferencia, ya que nunca los Duvalier hablaron de ser portadores de la luz como tampoco que representaban al “hombre nuevo”, a diferencia de la superioridad moral en virtud de la cual los dictadores cubanos se atribuyeron ser ejemplo de una sociedad mejor.
Es tal el desplome moral, que ni siquiera la falsificación constante de estadísticas es hoy creída por una población aplastada por la carencia tradicional de bienes de consumo además de haberse agregado enfermedades que se creían desaparecidas, pero que ahora atacan cual plaga bíblica, y por un colapso tal en hospitales que hasta dolencias relativamente normales pueden ser mortales por falta de suministros básicos, que hacen que ni siquiera el tradicional humor cubano tenga paciencia, destruyéndose el mito de la isla como “potencia sanitaria”.
Por todo lo anterior, y por la incapacidad del régimen de entregar mínimas esperanzas de solución, todo apunta a un creciente parecido con Haití y sus problemas sin solución, dejando como camino único, algo que se ha dificultado en EE. UU. con las nuevas políticas de migración, y es intentar llegar por todos los medios posibles a ese territorio, aunque ello lleve a arriesgar la vida en un mar infectado de tiburones, con un agregado que ha recogido la prensa en los lugares de destino, ahora también llegan colaboradores de la dictadura, tales como funcionarios de gobierno, jueces, represores jubilados, todos buscando reunirse con familiares, otro signo de colapso.
A ello se agrega, la notable diferencia, la intolerable y creciente desigualdad entre la “nomenklatura”, aquellos privilegiados que están en el gobierno y disfrutan del poder, en comparación con los ciudadanos comunes y corrientes, con el agregado que hoy el discurso de los “triunfos” en el tránsito del socialismo al comunismo ha desaparecido, ante la realidad que el poder se comparte entre la gerontocracia de los Raúl Castro y los Ramiro Valdés con una realidad, donde el poder político ha transitado a quienes tienen además el poder económico, es decir, un grupo de oficiales y altos mandos de las fuerzas armadas, que al parecer prefieren sacar el dinero del país y depositarlo afuera para mantener el nivel de vida personal y familiar, incluyendo el hecho que el petróleo que llega de México y Venezuela, en algunos casos es revendido en vez de usarlo para apremiantes necesidades de gente cada vez más pobre, que en general sobrevive gracias a lo enviado por familiares en el extranjero.
El régimen se ve tan lleno de problemas y falto de divisas, que está implementando una nueva tasa de cambio flotante que se ajusta a diario para ayudar a quienes se estime que son “actores claves”, tasa de cambio que se anuncia como “competitiva”. Por si alguna duda había de la importancia del dólar, la dictadura ha tenido que oficializar la dolarización parcial de la economía, con un nuevo esquema que prioriza los sectores exportadores, reconociendo a la vez la escasez de liquidez, la caída del PIB y la mentira de un embargo inexistente, ya que simplemente hoy no tienen los dólares para comprar, salvo, al parecer el consumo suntuario de los privilegiados, y el castigo a quienes no tienen dólares para acceder ni a las tiendas que venden lo que no hay en el comercio como tampoco a los hoteles para turistas extranjeros.
Hoy, ya casi todo sale a la luz, debido a que hasta los habituales simpatizantes en organismos internacionales no pueden desmentir las imágenes que los propios cubanos están subiendo a las redes sociales. Más aún, hasta la prensa internacional ahora informa que el régimen camufló ayuda que era necesaria para combatir las epidemias de chikunguña y dengue, transformándola en un pedido para el huracán Melissa, ya que mentía diciendo que todo estaba controlado, debiendo solicitar por la vía indicada, grandes cantidades de larvicidas e insecticidas en una lista enviada a embajadas y agencias de la ONU, en vez de aceptar que lo que los mosquitos diseminaban, superaba en decenas de miles de casos lo reconocido públicamente. La lista solicitada y encubierta por el huracán fue enviada 17 días antes que se calificara lo que ocurría como “epidemia”, causando, por lo tanto, víctimas innecesarias.
Hoy, Cuba figura en el listado de países de la región que, según la CEPAL de la ONU, su economía ha “decrecido” de forma incontenible, además de tener “inflación crónica”, en una sociedad donde el salario promedio equivale a unos pocos dólares, por debajo de quizás cualquier otro país de la región. El régimen cubano sigue falsificando las estadísticas, pero con los apagones y la crisis sanitaria, simplemente nadie les cree en el propio país, reforzando el hecho que más que se parece a Corea del Norte, en el sentido de la total falta de elecciones competitivas o tener voz, por marginal que sea, en medios de comunicaciones nacionales.

En Cuba, la crisis actual es responsabilidad de una élite de origen militar que también controla al partido a través de su fuerte presencia en organismos estatales y en el comité central. La duda es si es terminal, en un país, donde, aunque no haya todavía manifestaciones masivas, sin duda, a partir del 11 de julio de 2021 es una nación donde se ha perdido el miedo, a reclamar, protestar e identificar a la variedad caribeña de comunismo creada por Fidel Castro como el culpable.
No hay duda de que el colapso generalizado, la falta de soluciones, y la existencia de una crisis que se manifiesta a múltiples niveles coincide con la publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional 2025 de EE. UU., que en sus 33 páginas hace un reconocimiento de que es lo que está pretendiendo hacer y conseguir la potencia. Al respecto, con claridad aparecen definiciones geopolíticas tales como su alejamiento de Europa y un renovado interés en el hemisferio occidental y Latinoamérica, a través de la reaparición de la Doctrina Monroe a través de lo que se llama el “Corolario Trump”, expresado en la operación “Lanza del Sur”, ya que ese documento dota de contexto al despliegue de la flota en el Caribe, a la forma que se está actuando frente a Maduro y la dictadura venezolana como también la política frente a la inmigración ilegal y el ingreso de drogas a territorio estadounidense.
¿Significa lo anterior, que después de Caracas viene Cuba?
La verdad es que al menos yo no lo creo, además que todo parece indicar que la flota busca intimidar más que invadir, a no ser que sean ataques puntuales de entrada y salida, pero el objetivo sigue siendo que después de Maduro, el poder sea entregado a quienes ganaron la elección del año pasado, los gobernantes legítimos, la dupla de Edmundo González y María Corina Machado. Por ahora, EE. UU. busca más bien intimidar y presionar para que sean los propios militares venezolanos los que entreguen a Maduro, aunque sea para cobrar la millonaria recompensa. Sin embargo, estimo que a esta estrategia le falta algo que solo EE. UU. puede proporcionar y para lo cual se necesita que la oposición a Maduro se defina al respecto, ya que bastaría que la democracia firme los tratados internacionales de derechos humanos para que militares y policías que cometieron crímenes, estos sean considerados de lesa humanidad, imprescriptibles y no sujetos a indulto, problema que ha estado presente en varias de las transiciones a la democracia en la región.
Por otra parte, creo que en relación con Cuba sigue predominando en Washington un temor a que la caída de la dictadura genere una situación tal, que no puedan evitar la llegada de cientos de miles de refugiados desde la isla a Miami, ya que todavía predominan imágenes de aquellos que fueron transportados el siglo pasado por sus familiares, muchos de ellos ciudadanos estadounidenses, en barcos privados que llegaron a buscarlos a Mariel.
En todo caso, mi impresión es que, si hay un fin de la dictadura castrista, por sus características especiales de ahogo de todo espacio para la oposición, por menor y marginal que sea, no va a ser la transición tradicional que ha tenido lugar en la región, ni siquiera la venezolana, ya que se carece de un gobierno legitimado en una elección reciente, sino que creo que va a ser un reventón semejante a la Rumania de Nicolae Ceausescu, que quizás tenga un origen similar al acto masivo convocado por el propio régimen, donde la multitud reaccionó en contra del propio dictador, culminando todo en un intento de huida, y el posterior derrocamiento y ejecución del dictador y su esposa en Navidad por parte de militares.
¿Cumplirá un rol semejante el ejército cubano? Lo dudo. En Venezuela los generales integran el Cartel de los Soles, y en Cuba, son o parte del Comité Central o manejan las inversiones y las divisas al igual que las inversiones extranjeras, por lo que hay también corrupción. Por lo demás, Cuba ha sido no solo la dictadura original que inició y aún hoy maneja la guerra híbrida contra la democracia en países iberoamericanos como también contra EE. UU. Latinoamérica sufrió la guerrilla en los 60 como también la alianza entre Lula y Chávez creó el Foro de Sao Paulo para que sobreviviera la revolución cubana en condiciones del periodo especial de los 90. Venezuela sigue siendo dominada por La Habana, ya que aún hoy las decisiones importantes son desde allí tomadas.
Por lo demás, hay evidencia que, en el tema de la droga, la participación cubana se retrotrae a los 80 y 90, en el vínculo que estableció el Cartel de Medellín con Fidel y Raúl Castro, como también los tuvo en Panamá con el sandinismo, además de la conocida relación con Manuel Antonio Noriega, capturado en la invasión a Panamá en 1989.
El rol de la isla está relatado por quien estableció esa relación entre Pablo Escobar y los hermanos Castro, el ex narcotraficante Carlos Lehder, narrado en su libro, “Vida y muerte del cartel de Medellín”, hechos que por lo demás le costaron la vida al coronel Tony de la Guardia, a quien la dictadura cubana fusiló en julio de 1989, acusado de “narco”, aunque todo indica que fue un juicio arbitrario.
En todo caso, la reciente publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional 2025, da a entender que hoy EE. UU. está disponible por vez primera desde la instalación de misiles soviéticos en los 60, para una actitud más agresiva hacia la dictadura, toda vez que los acuerdos posteriores al retiro de esos misiles consagraron el principio que Washington no haría nada para derrocar al régimen de La Habana.
Hasta ahora, ya que esa Estrategia marca un cambio de EE. UU. en relación no solo a las drogas, sino además a la protección de su propio territorio como también frente a las dictaduras venezolana y cubana, aunque por ahora no se consulta la intervención militar, pero sí máximo apremio para que colapsen desde adentro.
Esta posición de EE. UU. coincide con un cambio de gran importancia en Latinoamérica, donde se registra un indudable giro hacia la derecha, reflejado en elecciones de Argentina, Ecuador, Chile, Honduras y otros países, que indudablemente va a tener un impacto en relación a las dictaduras, cuyo aislamiento será reforzado si hay victorias de la derecha el próximo año en Colombia y Brasil, permaneciendo México como excepción, aunque seguramente los carteles que controlan buena parte de ese país van a recibir fuertes presiones.
Ello coincide con otras dos situaciones que tienen relación específica con Cuba, toda vez que la decadencia total que vive ese país es diferente a crisis pasadas, en el sentido que es total en su dramatismo, por lo que la primera situación es tanto política como ideológica, toda vez que el respaldo a esa revolución comienza a ser incómodo para quienes fueron siempre defensores automáticos, como la izquierda latinoamericana o el socialismo español. Sin embargo, algo falta todavía, ya que sigue siendo así para generaciones más antiguas como Lula, pero los nuevos líderes del progresismo tampoco rompen todavía con la revolución cubana, tal como lo ejemplifica el chileno Boric quien se ha distanciado de Maduro, pero de su boca no ha salido todavía crítica alguna para La Habana (aunque tiene abundantes descalificaciones para la Nobel María Corina Machado). Falta todavía, pero el proceso ya se inició, ya que a esos sectores les va a ser difícil criticar a gobiernos democráticos y al mismo tiempo defender lo que sigue ocurriendo en la isla.
El segundo elemento tiene que ver con el colapso económico y no solo su pésima gestión, sino también que ahora la dictadura parece incapaz de adaptarse a un escenario de realidades internacionales cambiantes. En el pasado, fueron capaces de sobrevivir al fin de la ex URSS, pero ahora no parecen demostrar capacidad de acomodo, por lo que se incrementa su vulnerabilidad.
Ejemplo de ello es lo que ocurre con la incompetencia demostrada por el Grupo de Administración Empresarial S. A. (GAESA), cuyo modelo de gestión cuasi militar, controlando más del 70% de la economía y el 95% de las finanzas nacionales, muestra una centralización que jamás poseyó ninguna de las abundantes dictaduras militares que predominaron en el siglo XX en la región. Por lo tanto, el empobrecimiento de la población tiene un responsable que no solo tiene las características de la nomenklatura del partido único, sino que aparece claramente como una nueva oligarquía, otra razón para la defensa cada vez más difícil de una revolución que devino en oligarquía militar.
A diferencia de China y al igual que Corea del Norte, el modelo impide la existencia de un verdadero sector privado, además que Cuba no paga lo que debe, más la caída del turismo y el lastre que significa una deuda externa impagable no han hecho sino profundizar la crisis, todo lo cual ha aumentado el foso que separa al régimen de la sociedad. Si a eso se le suma la pérdida del miedo que se nota en las calles, todo ayuda a que la actual situación no parezca pasajera sino estructural, de casi imposible superación.
Para el exilio, la tarea parece ser entender el proceso de transición inédito que puede vivir Cuba, comprender para apoyar de la mejor manera a las nuevas generaciones que parecen movilizarse en búsqueda de la libertad como concepto emancipador individual, y prepararse para cuán difícil será reconstruir Cuba después del daño que se le ha hecho, con todas las ambigüedades y claroscuros que pueden aparecer en la etapa posdictatorial.
@israelzipper
Máster y Dr. (PhD) en Ciencia Política (U. de Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)