El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, encara una semana definitoria, en la que la aprobación de su proyecto de presupuestos para 2026 en el Senado representó un avance esperado aunque insuficiente para asegurar la estabilidad de su gabinete. El lunes, la cámara alta, dominada por la derecha y el centro, validó el plan con 187 votos a favor y 109 en contra, allanando el camino hacia negociaciones cruciales con la Asamblea Nacional, donde el panorama es más incierto debido a la dispersión de los apoyos políticos.
Mientras tanto, en la cámara baja persisten los desafíos. El proyecto de presupuesto de la Seguridad Social, adoptado la semana pasada con un estrechísimo margen de trece votos entre 577 diputados, será sometido a la ratificación definitiva este martes. La obtención de suficientes respaldos requirió que el Ejecutivo realizara concesiones significativas a formaciones opositoras, en especial a los socialistas, entre ellas la suspensión de la reforma de pensiones aprobada en 2023, una medida impopular que aumentaba en dos años la edad mínima de jubilación. También se incrementaron los fondos destinados a partidas sociales y hospitalarias, agravando el déficit en más de 5.000 millones de euros.
Este deterioro fiscal amenaza el objetivo central del Gobierno: reducir el déficit presupuestario del sector público por debajo del 5 % del PIB el año próximo, acercándose al compromiso con Bruselas de limitarlo al 3 % en 2029. Los cálculos más recientes estiman que el desvío alcanzará el 5,3 %, apenas una décima menos que en 2025, según afirmó el ministro de Economía, Roland Lescure, quien calificó como “inaceptable” un nivel superior al 5 %.
La aprobación de las cuentas para 2026 ha revestido complejidad desde su paso inicial por la Asamblea Nacional, donde el rechazo fue casi unánime con un solo voto favorable. El texto regresará a la agenda parlamentaria después de que una comisión mixta de senadores y diputados, cuya sesión está prevista para el viernes, intente consensuar una versión común que se sometería a votación final la próxima semana en ambas cámaras.
El Gobierno enfrenta una tensión delicada: si el proyecto final se orienta a obtener los votos socialistas, corre el riesgo de perder el apoyo de centristas y conservadores, mientras la negativa de La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon y de la extrema derecha de Marine Le Pen se mantiene firme. Ante la posibilidad de un bloqueo, surgen presiones para que Lecornu recurra a la facultad constitucional que permite aprobar el presupuesto sin votación parlamentaria. El primer ministro había prometido evitar este recurso para legitimar la vía negociadora, aunque podría reconsiderarlo si fracasa el diálogo.
De persistir el desacuerdo, el gobierno podría verse obligado a presentar una legislación provisional de emergencia para garantizar el funcionamiento del Estado en 2026. Este escenario, sin embargo, dejaría a Lecornu en una posición vulnerable ante una potencial moción de censura, mecanismo que ya provocó la caída de sus predecesores Michel Barnier y François Bayrou entre diciembre de 2024 y septiembre pasado, tras perder la confianza de la cámara baja.
(Con información de EFE y Reuters)