
La justicia decretó la quiebra de la cadena de hamburgueserías Deniro e intimó a sus propietarios para que pongan todos los bienes de la compañía a disposición del síndico. Tras una acumulación de deudas, demandas de diverso tipo y cheques sin fondos, la quiebra de “Deniro Hamburguesería S.A.S.” fue decidida por el juzgado nacional en lo comercial N°27, a cargo de María Virginia Villarroel.
Deniro había comenzado sus actividades comerciales en 2017 y pertenece a los jóvenes empresarios Nicolás Sánchez y Esteban Siderakis. Llegó a tener 30 locales distribuidos en todo el país, en muchos casos a través de franquicias. En la actualidad conserva solamente 4 de ellos ubicados en los barrios de Caballito, Almagro, La Paternal y Saavedra, según señala su página web.
La marca distintiva con la que se abrió camino dentro del mercado de las hamburguesas gourmet fue tratar de vincular el fast food con el tradicional asado argentino. Por eso ofrecía “hamburguesas de entraña”, preparadas con ese particular corte de carne. “Es un corte argento que nos gustaba mucho. A algo tan estadounidense como la hamburguesa quisimos traerlo un poco para acá, con un corte bien nuestro, parrillero y novedoso, porque nadie lo usaba para eso”, dijo Siderakis en los comienzos de la compañía.
Según su socio, Deniro arrancó porque ambos quisieron “hacer algo relacionado con la hamburguesa en el medio de los barrios. Arrancamos con un local de 38 metros cuadrados en Belgrano, lo armó Esteban; el concepto era que pudieras encontrar algo cerca de tu casa, rico, al paso y soñando que sea reproducible. Pero jamás pensamos que dos años después de arrancar íbamos a tener 30 locales”.
Hoy el escenario es muy diferente. La Central de Deudores del BCRA registra 44 cheques rechazados por falta de fondos a Deniro Hamburguesería, denunciados entre 2021 y 2023, aún impagos. Hay deudas de la compañía registradas en BBVA y en el Fondo de Garantías Argentino (FoGAr). Para el Banco Central, desde 2024 la empresa está en situación 5, es decir, es considerada un deudor irrecuperable.
En su pronunciamiento, la jueza comercial Villarroel determinó la intimación a la empresa fallida y a terceros “para que pongan a disposición del síndico la totalidad de los bienes del deudor en la forma que sea más apta para que dicho funcionario tome inmediata y segura posesión de los mismos”.

También dispuso que se presenten todos los acreedores para verificar las deudas que poseen a su favor y que Deniro Hamburguesería “en el plazo de 48 horas constituya domicilio en esta jurisdicción bajo apercibimiento de tenerlo por constituido en los estrados del Tribunal”.
Por el momento se desconoce cuál será el futuro de los locales que aún están en operaciones. Deniro tenía además un centro de elaboración en el barrio de Mataderos desde donde suministraba panes y otros ingredientes para todas sus bocas de venta. Este esquema, pensado para asegurar la calidad y la capacidad de expansión, terminó convertido en una de las principales fuentes de conflicto.
Según fuentes del mercado, a medida que la presencia de la marca se extendía, surgieron reclamos por parte de franquiciados y proveedores, quienes cuestionaron el modelo de negocio. Entre las denuncias más repetidas se encontraba la venta de franquicias a precios elevados en dólares y proyecciones de facturación que distaban de la situación real. Esos costos operativos elevados generaron tensiones con los franquiciados, que debían aportar a Deniro el 5% de su facturación.
Tras definir un plan de expansión agresivo, basado exclusivamente en franquicias y en la bandera marketinera de la “hamburguesa de entraña”, Deniro optó por crecer barrio por barrio y evitar los polos gastronómicos tradicionales. Esta estrategia le permitió multiplicar su red tanto en el Área Metropolitana de Buenos Aires como en distintas provincias, situándose en su apogeo entre las cuatro cadenas de hamburgueserías más grandes del país por cantidad de locales. La caída del consumo y los conflictos con los franquiciados torcieron ese rumbo hasta llegar al desenlace de la quiebra.