Anutin Charnvirakul, primer ministro de Tailandia, anunció que este viernes mantendrá una conversación telefónica con el presidente estadounidense, Donald Trump, para abordar la nueva escalada de enfrentamientos fronterizos entre su país y Camboya. La llamada, coordinada con la Cancillería tailandesa, está prevista para las 21:20 (hora local).
Anutin adelantó que la conversación será “una actualización” sobre la situación en la frontera, donde ambos países mantienen intercambios armados desde el domingo pasado. El saldo es de al menos 24 muertos en lo que constituye el peor brote de violencia desde julio, cuando cinco días de hostilidades dejaron alrededor de medio centenar de víctimas fatales.
“En cuanto a cualquier decisión o acción, es competencia del Gobierno tailandés, que ha dado su apoyo y mandato a las Fuerzas Armadas tailandesas para llevar a cabo las operaciones”, precisó Anutin ante la prensa en Bangkok, subrayando que cualquier resolución final tras el llamado será tomada de manera soberana por Tailandia.
Trump había anticipado el martes, durante un acto en Pensilvania, su intención de dialogar con los líderes de Tailandia y Camboya debido al aumento de la tensión militar en varios tramos de la frontera común, que se extiende por unos 820 kilómetros.
“Mañana tengo que hacer una llamada telefónica, y creo que lo entenderán”, expresó el mandatario republicano y sumó: “¿Quién más podría decir: ‘Voy a hacer una llamada telefónica y detener una guerra entre dos países muy poderosos?’”.
En declaraciones previas, Anutin había señalado: “Si él (Trump) me llamara, en mi calidad de jefe de Gobierno, le explicaría y le aclararía cómo la situación ha evolucionado hasta lo que estamos viendo ahora. Tendría que escuchar detalladamente la información directamente de mí”.
La reciente ola de ataques supone una violación de los intentos previos por alcanzar la paz, después de los enfrentamientos de julio: primero el alto el fuego negociado ese mes en Malasia, con mediación de Estados Unidos y China como observadora, y luego el acuerdo de paz promovido por Trump en octubre, también en Malasia.
Trump resaltó en ese entonces que la sintonía entre los presidentes de ambos países facilitaron el proceso de negociación: “Tienen un gran respeto mutuo, lo que lo hizo un poco más fácil”. Por este motivo, el presidente norteamericano planea calmar las aguas desde la Casa Blanca.
El brote de violencia iniciado también elevó significativamente el nivel de las operaciones militares, que incluyen ahora acciones aéreas, navales y terrestres. El conflicto provocó el desplazamiento de más de medio millón de personas: cerca de 400.000 en Tailandia y más de 190.000 en Camboya.
La Unesco también instó a ambas naciones a proteger “el patrimonio cultural de la región en todas sus formas” durante los combates. En la zona en disputa se conservan varios templos reconocidos como Patrimonio Mundial de la Humanidad, lo que agrega un elemento de preocupación adicional al conflicto.
La raíz del conflicto es una histórica disputa de soberanía sobre varios territorios limítrofes, cuya delimitación fue realizada por Francia en 1907, cuando Camboya integraba la Indochina francesa.
(Con información de EFE)