Las principales ciudades de Ucrania atraviesan extensos cortes eléctricos que duran hasta 16 horas diarias, consecuencia directa de los ataques rusos dirigidos contra la infraestructura energética del país.
La interrupción del suministro afecta calefacción, agua y servicios básicos, mientras las reparaciones avanzan con lentitud debido a la magnitud de los daños. Las autoridades advierten que la situación podría prolongarse durante gran parte del invierno.
En Leópolis, uno de los centros urbanos del oeste del país, el sonido constante de generadores portátiles acompaña el ritmo cotidiano. Comercios y edificios dependen de estos equipos para mantener un mínimo de actividad.
Irina, empleada de una librería que mantiene sus puertas abiertas pese a la falta de alumbrado público, explica que el establecimiento funciona gracias a baterías recargables que se agotan con rapidez.
“Las usamos hasta que se descargan, pero intentamos seguir atendiendo”, señala, mientras los clientes recorren los pasillos iluminados con lámparas portátiles.
Las gruesas paredes del edificio, construido a finales del siglo XIX, retienen parte del calor, un recurso escaso cuando la temperatura exterior roza el punto de congelación.
En su vivienda la situación es más compleja. Los servicios esenciales dependen por completo de la red eléctrica y los apagones dificultan el abastecimiento de agua y la calefacción. Aun así, muchos habitantes de la ciudad muestran una actitud de resistencia ante un escenario que ya se volvió recurrente.
En los alrededores de la Iglesia de la Guarnición, voluntarios de la organización Cocina Voluntaria de Leópolis montan un puesto improvisado para recaudar fondos destinados a preparar alimentos para soldados desplegados en el frente.
Oksana Maziar, una de las coordinadoras, afirma que la población intenta adaptarse a los horarios de cortes que publica el operador local.
“Lo hacemos para mantener la cocina en funcionamiento. No podemos permitirnos usar generadores”, explica mientras ofrece productos caseros a los transeúntes. El grupo depende de donaciones para sostener sus operaciones, que adquieren mayor relevancia ante la precariedad de las comunicaciones y el suministro.
La incertidumbre también afecta a quienes trabajan a distancia.
Zoreslava Taraj, profesora de inglés, revisa el cronograma de apagones cada día para ajustar sus clases virtuales.
“Al menos sé en qué momento tendré electricidad, aunque sea por poco tiempo”, indica. Sus vecinos almacenan leña en el patio para afrontar las horas sin calefacción, mientras ella organiza sus actividades en función de los breves periodos de energía disponible.
Las autoridades energéticas de Ucrania reconocen que la red opera con severas limitaciones. Según Vitali Zaichenko, responsable del operador nacional Ukrenergo, los daños acumulados —producto de ocho ataques masivos desde comienzos de año— requieren reparaciones prolongadas.
“Pedimos a la población reducir el consumo todo lo posible”, afirmó este lunes al describir la presión que sufre el sistema.
Expertos locales sostienen que la ofensiva rusa tiene un objetivo estratégico: dividir el sistema energético a lo largo del río Dniéper.
Volodimir Omelchenko, del Centro Razumkov, explica que gran parte de la capacidad de generación se concentra en el oeste.
Los ataques del fin de semana pasado afectaron instalaciones del este y líneas de transmisión que conectan con los nueve reactores nucleares ubicados en la zona occidental, lo que generó un déficit estimado de cinco gigavatios.
“Si los ataques continúan cada pocos días, los cortes seguirán durante todo el invierno”, advierte.
Los analistas consideran que la respuesta de Ucrania debe incluir el refuerzo de la defensa antiaérea, la protección adicional de instalaciones críticas y la expansión de proyectos de generación distribuida.
También recomiendan que las autoridades informen con claridad a la población para facilitar la preparación ante apagones más prolongados.
Mientras las cuadrillas trabajan de manera continua para restablecer el servicio, los residentes de ciudades como Leópolis ajustan su rutina para funcionar en condiciones de energía limitada. La combinación de generadores, baterías portátiles y planificación estricta se volvió parte de la vida diaria en un país que enfrenta su invierno más complejo desde el inicio de la invasión.
(Con información de EFE)