
El siglo XVIII fue testigo de la edad dorada de la piratería en el Caribe. Con historias ampliamente difundidas sobre personajes aterradores que surcaban los mares. Y entre estos mismos protagonistas sobresalieron dos figuras femeninas: Mary Read y Anne Bonny.
Ambas se unieron a la tripulación de Jack Rackham en la balandra William y participaron en la captura de barcos mercantes en la costa de Jamaica. En 1720, las autoridades británicas arrestaron a los integrantes del grupo, incluidas las dos mujeres, luego de una persecución ordenada por el gobernador de Bahamas.
De acuerdo con National Graographic, la historia de Mary Read comienza en Plymouth, Reino Unido, donde nació hacia 1690. Su madre la crió ocultando su sexo, haciéndola pasar por su hijo fallecido para recibir ayuda económica.
La decisión marcó la vida de Mary, quien adoptó la identidad masculina para conseguir empleo en diferentes ámbitos, como lacayo, marinero en un buque de guerra británico y soldado. Tras enviudar tempranamente, Read se embarcó nuevamente hacia el Caribe, donde se unió por azar a un barco pirata.

Vocación y rebeldía en alta mar
Por su parte, Anne Bonny nació en Irlanda a finales de la década de 1690 y pasó su infancia en Carolina del Sur. Tras la muerte de su madre, asumió la responsabilidad del hogar y más tarde, enfrentó la presión de un matrimonio concertado por su padre.
Anne decidió oponerse y, tras casarse con John Bonny, partió a Nueva Providencia. Allí conoció a Jack Rackham y, al sentir que su vida carecía de emoción, abandonó a su marido y se hizo al mar con el pirata.
Ambas mujeres ingresaron en la piratería disfrazadas de hombres, una estrategia necesaria en un entorno prohibitivo para el género femenino. La obra “Historia general de los robos y asesinatos de los más famosos piratas”, atribuida al capitán Charles Johnson, es la principal fuente sobre la vida de Read y Bonny.
Según el libro, citado por National Geographic, Mary se unió a la tripulación de Rackham tras ser capturada. Bonny, por su parte, llegó por decisión propia, guiada por su carácter audaz y el deseo de emanciparse.

La sociedad de la época consideraba la presencia de mujeres en barcos como un presagio funesto y una causa de tensiones. La reputación de Anne Bonny y Mary Read entre los hombres de la tripulación creció a fuerza de coraje, liderazgo y habilidad.
“No solo se vistieron como hombres, también lucharon codo a codo, empuñando armas y participando en los ataques”, indicó la investigación de National Geographic.
En 1719, la vida de ambas confluyó en un mismo barco. Desde entonces, su vínculo atrajo la atención de marineros y cronistas. Algunas versiones relatan que Anne intentó seducir a Mary creyéndola un hombre, hasta que Mary reveló su verdadera identidad. Ambas, junto a la tripulación, participaron en saqueos y enfrentamientos, obteniendo botines y notoriedad.
La leyenda creció con rumores sobre la relación entre las dos mujeres y también sobre un eventual triángulo con Jack Rackham. Sin embargo, la versión más aceptada destaca una sólida camaradería basada en la confianza y la supervivencia. Ambas supieron desafiar los prejuicios y ganarse un lugar que, hasta entonces, estaba reservado a los hombres.

Captura, juicio y legado
En septiembre de 1720, el gobernador de Bahamas decretó la detención de los piratas tras una serie de ataques contra embarcaciones aliadas. Un mes más tarde, el corsario Jonathan Barnet localizó y abordó el William, capturando a los integrantes de la tripulación. Cuando el ataque comenzó, solo Mary Read, Anne Bonny y otro marinero resistieron; el resto se encontraba bajo los efectos del alcohol y optó por ocultarse.
Tras la captura, las autoridades condujeron a los piratas a St. Jago de la Vega, actual Spanish Town, en Jamaica. Allí, hombres y mujeres enfrentaron el mismo cargo: piratería. En el juicio, las pruebas resultaron abrumadoras y los acusados fueron hallados culpables.
Los varones fueron condenados a la horca. Ambos nombres, Mary Read y Anne Bonny, pasaron a la historia por ser las primeras mujeres que recibieron ese castigo en el Caribe, aunque la sentencia no se ejecutó inmediatamente.
Durante el proceso judicial, las piratas declararon estar embarazadas. Esta condición suspendió temporalmente el cumplimiento de la pena, pues la ley impedía ejecutar a mujeres en estado de gravidez. Mientras permanecía en prisión, Mary Read murió en 1721 debido a una fiebre. Anne Bonny, según los registros, logró la libertad poco después y se sabe que regresó a Charles Towne, donde vivió alejada del mar.
El destino de Anne Bonny después de salir de prisión carece de certidumbre. Existen hipótesis que señalan que su padre intercedió por ella y le permitió reintegrarse a la vida civil. Lo indudable es que la huella que ambas dejaron en la historia de la piratería es indeleble.