La portada de Rubber Soul —con foto de Robert Freeman y tipografía de Charles Front— ya anuncia en su estética tiempos de cambio para The Beatles. Salió el 3 de diciembre de 1965, un clásico de clásicos que hoy cumple 60 años

Alguna vez George Harrison dijo que Rubber Soul y Revolver podrían ser “un Volúmen I y Volúmen II”. Particularmente pienso que en esa vorágine que los encontró inmersos en la Beatlemanía, The Beatles tuvieron una metamorfosis en lo personal y musical sin perder su esencia.

Hoy, 3 de diciembre, se cumple el 60 aniversario del lanzamiento de Rubber Soul, el último de la saga de dos álbumes por año (The Beatles, sea por compromisos contractuales o por necesidad de “sacarse canciones de encima” para seguir componiendo, venían editando a ese ritmo).

Se puede decir que con Rubber Soul se va produciendo una madurez personal, con letras más introspectivas. Ya para 1966, hastiados de tantas giras, las dificultades para ejecutar sus canciones en vivo -hay que recordar que, dada la precariedad de sus equipos, el grito de sus fans tapaba su música-, inconvenientes de seguridad por amenazas o declaraciones tergiversadas, hicieron que los Fab4 abandonaran sus giras para volcarse al estudio y experimentaran musicalmente; todo eso quedó plasmado en su siguiente álbum, Revolver.

Ringo, Paul, John y George en 1966, etapa en la que abandonaron las giras para enfocarse exclusivamente en el estudio... Tiempo de experimentar (Foto: AP)

Ya se veía venir un cambio en los singles previos a Rubber Soul, como “Day Tripper” o “We Can Work It Out”, o posteriores como “Rain” y “Paperback Writer”. (Recordemos que The Beatles tenían casi como norma que ninguno de sus singles integraran los álbumes; para otras bandas, esas quizás serían las canciones principales de un LP.). Pero volviendo a Rubber Soul, el álbum está plagado de temas de una calidad enorme, tanto que es dificultoso elegir una canción preferida.

Lennon con sus “In My Life”, “Nowhere Man”, “Girl” o “Norwegian Wood” (o “This Bird Has Flown”, su titulo original) y en esta última, la introducción del sitar como un instrumento hasta ese momento extraño para una banda de Rock/Pop, y de ahí en más muy presente en futuros álbumes. Por el lado de McCartney, abriendo con la frenéticamente rítmica “Drive My Car”, la melódica “Michelle” o el country elétrico de “I’m Looking Through You”. Y Harrison pidiendo más espacio por peso propio con “If I Needed Someone” o “Think For Yourself”. Se podrían seguir nombrando más canciones -como “The Word”, “You Won’t See Me”, entre otras- para darse cuenta de que en la paleta de colores de canciones hay tal exquisitez que, si nos pusieran en ese compromiso, sería muy difícil incluso optar por un Top 3.

Ese alma de goma que se estira en sus mentes, en sus interiores, muestran esa madurez personal traducida en hermosas canciones. El escalón necesario para lo que vendría hacia la madurez musical y experimental plasmada en Revolver al año siguiente, otro sacudón por parte de una banda que no dejó de evolucionar a través de los años venideros. Y que, por la calidad de su música, sigue tan vigente hasta la actualidad.