
La presencia de halcones americanos en los huertos de cerezas del norte de Michigan se está consolidando como una estrategia eficaz para reducir la contaminación por excrementos de aves, según un estudio reciente publicado en Journal of Applied Ecology y recogido por Popular Science.
La investigación, liderada por Olivia Smith y Catherine Lindell de la Universidad Estatal de Michigan, demuestra que estos pequeños depredadores pueden disminuir tanto el daño a la fruta como el riesgo de transmisión de patógenos, lo que ofrece a los agricultores una alternativa sostenible y de bajo costo.
El desafío de las aves frugívoras en los cultivos
El problema de la contaminación de las cerezas por excrementos de aves genera preocupación constante entre los productores. A pesar del uso de espantapájaros, repelentes, nidos artificiales y generadores de ruido, los agricultores de Michigan, Washington, California y Oregón sufren pérdidas equiparables a entre un 5% y un 30% de sus cosechas cada año.

Las principales responsables son aves frugívoras como mirlos, estorninos y zorzales, que se sienten atraídas por la fruta madura. Estas especies no solo consumen parte de la producción, sino que también depositan excrementos que pueden contener bacterias peligrosas para la salud humana, según detalla Popular Science.
Frente a la limitada eficacia de los métodos tradicionales y su elevado coste, los investigadores optaron por explorar el potencial de los halcones americanos, conocidos en inglés como kestrels. Estas aves rapaces, de hasta 23 centímetros de largo, están presentes en todo el continente americano y se alimentan de insectos, pequeños mamíferos y aves menores.
Su comportamiento depredador y su capacidad para ahuyentar a otras especies las convierten en candidatas ideales para el control biológico en los huertos.
Efectividad de los halcones en los cultivos de cereza
Para evaluar su impacto, los investigadores instalaron cajas nido en ocho huertos del norte de Michigan, con el objetivo de atraer a los halcones americanos durante la temporada de cosecha en julio. Los resultados, recogidos por Popular Science, demuestran que la presencia de estos depredadores provocó una importante disminución en las visitas de aves frugívoras.

Cuando los halcones patrullaban la zona, la frecuencia de mirlos, estorninos y zorzales en los huertos cayó de manera significativa, lo que supuso más de 10 veces menos daño a las cerezas.
El estudio también documentó una reducción de tres veces en la cantidad de excrementos de aves en los árboles cercanos a las cajas nido. El análisis de ADN realizado a las muestras recogidas halló que el 10% de los excrementos contenía la bacteria Campylobacter, un patógeno común en enfermedades alimentarias.
Aunque no se registraron brotes de esta bacteria vinculados a cerezas, y solo existe un precedente en arvejas de Alaska en 2008, la reducción en los excrementos representa un avance relevante en la seguridad alimentaria.
Olivia Smith subrayó la dificultad de mantener a las aves fuera de los cultivos y resaltó la eficacia del método: “Es difícil mantener a las aves fuera de los cultivos”, y agregó que “son realmente buenos para mantener bajo el nivel de excrementos. Eso significa menos oportunidades de transmisión”.

Por su parte, Catherine Lindell reconoció que “ciertamente, los halcones también defecan”, aunque el efecto disuasorio sobre las aves frugívoras compensa este aspecto. Además, advirtió que la efectividad depende de la región, ya que los halcones tienden a establecerse solo en ciertas áreas.
Alcance y perspectivas para la seguridad alimentaria
El potencial de los halcones americanos no se limita a los huertos de cerezas. Según Popular Science, su presencia podría mejorar la seguridad alimentaria en otros cultivos vinculados a brotes de patógenos, como las hortalizas de hoja verde.
El equipo de la Universidad Estatal de Michigan considera que integrar a estos depredadores en los sistemas agrícolas representa una alternativa sostenible y fácilmente adaptable.
La utilización de halcones americanos se perfila como una herramienta accesible y de bajo mantenimiento que los agricultores pueden agregar a sus estrategias de control de aves, ampliando las opciones para proteger los cultivos y reducir riesgos sanitarios, concluyó Popular Science.