
En cada rincón del planeta, los gatos miran con ojos curiosos. Lo que nadie imaginaba era que el origen de esos animales domésticos se encuentra en el norte de África y que su llegada a Europa ocurrió mucho más tarde de lo que cuentan las historias.
Esa revelación surge de un estudio internacional publicado por la revista Science, que reescribe por completo el viaje de estos animales desde el desierto hasta las casas más alejadas.
Los datos genéticos rompieron viejos mitos. Los gatos llegaron a Europa hace unos 2.000 años y se extendieron rápidamente al ritmo de los ejércitos romanos.

“Los verdaderos gatos domésticos sólo aparecieron en Europa y el sudoeste asiático miles de años después del Neolítico”, escribieron los investigadores.
El trabajo estuvo liderado por Marco de Martino, con un grupo de investigadores de diferentes países que unieron el pasado y el presente gracias a la paleogenómica.
Estuvo integrado por expertos de la Universidad de Roma Tor Vergata (Italia), el Real Instituto Belga de Ciencias Naturales (Bélgica), la Universidad de Viena (Austria), la Universidad del Porto (Portugal), el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (España), la Universidad de Exeter (Reino Unido), y otras de Francia, Turquía, Alemania, Bulgaria, Suiza, Irlanda, Serbia, Túnez y Países Bajos, entre otros.
El gran misterio felino

Durante años, la pregunta sobre el origen de los gatos caseros intrigó a científicos y amantes de los animales. Muchos pensaron que los primeros agricultores del Neolítico llevaron gatos consigo al migrar desde el Cercano Oriente hacia Europa, como parte de una ola de domesticación de animales.
El problema inició cuando los restos fósiles no diferenciaban de forma clara entre un gato salvaje y uno domesticado.
Algunas pistas alentaron la idea de una domesticación antigua, como el hallazgo de un esqueleto de gato y humano juntos en Chipre, que data de 7.500 años antes de nuestra era.
Las pinturas y los textos egipcios sumaron argumentos, pues muestran cómo los antiguos faraones convivían con gatos y los consideraban especiales.

Sin embargo, los estudios genéticos de años recientes comenzaron a arrojar resultados que no siempre coincidían. Se detectaron linajes mezclados y rutas inesperadas, con propuestas que indicaban que gatos salvajes y domésticos convivieron y se cruzaron mucho antes de lo pensado.
El objetivo de los investigadores era atrapar el instante y el lugar en que los gatos pasaron de ser independientes a convertirse en compañeros humanos, para entender cómo y por qué arrancó ese vínculo único.
Detrás del ADN: cómo se reconstruyó la historia

El grupo del doctor de Martino recolectó ADN de 87 gatos: 70 antiguos, hallados en excavaciones que cubren 10.000 años, y 17 modernos, recogidos de museos de Europa, África y Anatolia.
Así, el equipo comparó patrones genéticos y rastreó la huella familiar, desde los primeros felinos salvajes hasta los actuales compañeros de sofá. Los científicos analizaron diferencias entre linajes para identificar cambios genéticos clave.
Los auténticos gatos domésticos llegaron a Europa y sudoeste asiático varios miles de años después del Neolítico, afirmaron los investigadores y marcaron una ruptura con teorías anteriores.

Los gatos que aparecieron antes en Turquía y Europa, según comprobaron, se parecían al gato salvaje europeo, no al doméstico.
El análisis demostró que el gato doméstico moderno proviene del gato salvaje del norte de África. Tras la llegada de este linaje a Europa, los gatos se integraron en la vida de los romanos y acompañaron la expansión militar.
Después de introducirse, los gatos domésticos del norte de África se expandieron rápidamente por Europa, puntualizaron.
El estudio incluyó gatos de Cerdeña e identificó que los felinos salvajes actuales de la isla están emparentados con los africanos que los humanos llevaron allí, y no se originaron de gatos domésticos que volvieron a la vida salvaje.

Parte del equipo integra el “Project Felix”, proyecto internacional que seguirá desvelando más secretos sobre estos animales.
Los investigadores destacaron la necesidad de reunir más muestras de diferentes épocas y lugares.
Afirmaron que cada nuevo dato puede ayudar a entender la complejidad de los cruces y las rutas de viaje que llevaron a los gatos desde las arenas africanas hasta las ciudades modernas.