El revuelo estalló. Nada más circular las primeras imágenes de la biopic sobre Moria Casán, las redes se incendiaron con una mezcla de expectativa y cuchilladas digitales. En el centro del torbellino, la actriz Micaela Riera, elegida para encarnar a Susana Giménez, debió armarse de valor y enfrentar la tempestad que se abatió después del lanzamiento de las fotos oficiales de la nueva apuesta de Netflix.
Allí, en esa instantánea que ya pasó a formar parte del folclore inmediato del entretenimiento argentino, Riera aparece junto a Sofía Gala como Moria, Hernán Jiménez —el rostro ahora de Jorge Porcel— y Sebastián Rosso, quien da vida a Alberto Olmedo. ¿El resultado? Una evocación precisa a esa constelación única de estrellas que alguna vez definió el pulso del espectáculo nacional. Pero, ¿es suficiente la nostalgia para aplacar la furia del público?
La respuesta tardó pocos minutos en aparecer. Apenas la actriz —que hace sólo un par de años se metió al público en el bolsillo interpretando a una jovencísima Fabiana Cantilo en la serie biográfica de Fito Páez— compartió la imagen personificando a la diva de los teléfonos, los comentarios empezaron a caer como un vendaval. No hubo filtros. “Por un momento pensé que era Moni Argento”, se lee entre las reacciones, mientras otros no dudaron en disparar: “No te pareces a Susana ni en el lunar, flaca” o “Che, pero Susana no era tan alta”. Incluso hubo quienes le bajaron el pulgar a todas las caracterizaciones: “Nada que ver ninguno”.

En medio de ese ruido ensordecedor, Mica hizo lo que pudo. Como si necesitara ponerle rostro al dolor que da la crítica voraz, se grabó en video y lo subió a sus redes: “Hoy me bardearon bastante en una sola foto que subí en mi Instagram haciendo de Susana en la serie de Moria. Y no me había pasado antes esto. Yo cuando hice Fabi en la de Fito no me bardearon tanto. O sea, fueron algunos, pero muy poquitos. Y mucho menos me pasó antes de que estrene la serie”.
Tras ello, no dudó en reconocer la vulnerabilidad: “No sé cómo se hace para atravesar esto sin que te afecte, sinceramente. Así que si tienen alguna data, me sirve. Y no me digan: ‘No, que no te importe’, porque me importa. O sea, los leo y me importan. Yo trato de pensar desde dónde escribe esta gente. No sé, me los imagino en su casa escribiendo ese comentario y un poco se me pasa, pero no del todo”. Su relato expuso, sin medias tintas, la fragilidad emocional detrás del personaje.

La serie, todavía sin título confirmado y aun en fase de promoción, ya logró lo impensado: dividir aguas mucho antes de siquiera pisar la pantalla de Netflix. Mientras el debate crece sobre quién puede o no ponerse en la piel de los íconos nacionales, una única certeza se impone: la biopic de Moria Casán no dejará a nadie indiferente. Y, quizás, en ese choque brutal entre memoria y ficción, una generación nueva comience a preguntarse por qué dolía tanto ver nuestras leyendas de carne y hueso reintepretadas por otros rostros.
La serie, dirigida y escrita por Javier Van de Couter, encuentra su lugar en el sello About Entertainment, productora liderada por Armando Bo. ¿Cómo comprimir dentro de una ficción la desmesurada singularidad de la Casán? Se necesita más que talento: se precisa osadía, memoria y un temple a prueba de comparaciones. La producción retratará la vasta trayectoria de una figura que, durante décadas, desafió los límites del arte y el escándalo en la Argentina. Las imágenes invaden las redes y resta mucho aún para que todo eso se refleje en la pantalla chica.