
“A medida que China inunda los mercados globales con sus productos, gana cuotas dominantes en mercados clave, engullendo a los competidores extranjeros y propulsándolo a una espiral descendente de desindustrialización”.
Tal una frase resaltada en uno de los recientes informes de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad del Congreso de EEUU sobre las relaciones con China, de los que dio informó Infobae y que dan cuenta no solo de la preocupación de Washington respecto de la relación bilateral con Beijing sino también del desafío chino a nivel mundial y en mercados particulares, como el argentino, en los que en lo que va del siglo XXI el gigante asiático ganó influencia y porciones cada vez más grandes de mercado. Y lo hizo con herramientas que EEUU impugna expresamente: subsidios, participación de empresas estatales políticamente orientadas, violación de propiedad intelectual y hasta uso de trabajo forzado o mano de obra semi-esclava, como suele suceder en la pesca marítima.
China ganó influencia y grandes cuotas de mercado con herramientas que EEUU impugna expresamente: subsidios, participación de empresas estatales, violación de propiedad intelectual y hasta trabajo forzado
El “acuerdo marco” sobre comercio e inversiones con la Argentina que la Casa Blanca dio a conocer hace diez días, incluye compromisos explícitos sobre patentabilidad, el pleno cumplimiento de “las obligaciones del Acuerdo sobre Subvenciones a la Pesca de la Organización Mundial del Comercio (OMC)”, el de “abordar posibles distorsiones creadas por empresas estatales” y también “resolver subsidios industriales que puedan afectar la relación comercial bilateral”.
Además, cita la intención expresa de “facilitar la inversión y el comercio de minerales críticos” y la “prohibición de la importación de bienes producidos mediante trabajo forzoso u obligatorio”, amén de “reforzar la aplicación de las leyes laborales”.
China en la mira
Todas estas provisiones apuntan directamente a la competencia de EEUU con China en el mercado argentino.
El informe de la Comisión bicameral (6 senadores y 6 representatives o diputados) y bipartidaria (6 legisladores republicanos y 6 demócratas) tiene un título inequívoco (Made in China) y un capítulo específico (China shock) sobre el “impacto chino” en EEUU y terceros mercados.
De hecho, Julio Sevares, economista y miembro del Grupo de Trabajo sobre China del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), precisó en Infobae que China explica el 30% de la manufactura mundial y cuotas aún mayores en sectores como acero, industria química, paneles solares y vehículos eléctricos.
El reporte del Congreso de EEUU afirma que la exportación china de su exceso de producción “está socavando a los competidores global y ganando cuotas de mercado en cadenas de valor, desde commodities a bienes intermedios y finales”. Así, explica, “China confina a los mercados emergentes a eslabones menores de la cadena de valor”. En buena medida, explica, eso se debe a la participación de entidades y empresas estatales, políticamente orientadas, subsidiadas por el Estado chino.
Un gráfico al respecto precisa que mientras en 2014 el porcentaje de “entidades” chinas que operaban a pérdida (ergo, subsidiadas) no llegaba al 12% del total, en 2024 la proporción rozaba el 23 por ciento.

“Las exportaciones industriales y la inversión directa china en sectores industriales de mercados emergentes, dice el informe, profundizan la dependencia de esos países y presentan desafíos, pues los funcionarios chinos son cada vez más reacios a permitir transferencia de tecnología, limitando el beneficio al país anfitrión y profundizando la dependencia de la provisión de partes chinas, además de ser utilizados como base para triangulaciones con propósitos de evasión tarifaria”, dice un pasaje.
Superávit global
El resultado de esas prácticas es el sistemático aumento del superávit comercial chino, tanto a bilateral como global. Otro gráfico del informe muestra que el promedio móvil de exportaciones anuales de China al resto del mundo aumentó de unos 2,3 billones (millones de millones) de dólares a principios de 2016 a cerca de USD 3,7 billones en agosto de este año, contra importaciones chinas cercanas a los USD 2 billones, que dejan un superávit de unos USD 1,2 billones en doce meses.

Un fenómeno similar se observa en el ntercambio de la Argentina con la potencia asiática. Si bien en octubre el déficit bilateral fue menor al de meses previos, en lo que va del año el rojo fue de USD 7.266 millones, más negativo que el saldo bilateral con Brasil (USD 5.434 millones) y que con la Unión Europea (USD 1.864 millones). En igual período Argentina obtuvo superávits con Chile (USD 4.605 millones), India (3.305 millones) y EEUU (748 millones).
Si se excluye a China del cálculo de los primeros diez meses, el superávit comercial argentino es 106% superior, aunque octubre atenuó el desbalance, por el fortísimo aumento (1.512% anual) de las ventas de soja al gigante asiático, que se llevó la parte de león de los cargamentos de poroto durante las 72 horas que duró la eliminación de retenciones, en gran medida vía el propio trader chino, Cofco. Beijng profundizó así la la política de comprar la materia prima (el poroto) y limitar las de harina y aceite de soja, pues prioriza el procesamiento en su territorio.
El diagnóstico norteamericano
El perfil del comercio bilateral argentino con China coincide con el informe del Congreso de EEUU, en particular con el pasaje que describe el Impacto Chino, en el que -dice- “la sobreproducción en industrias clave del sector manufacturero altamente subsidiado se expande hacia el exterior, causando un daño importante a las industrias de otros países (…) enormes subsidios estatales y otras distorsiones para impulsar la producción, dependencia de los mercados extranjeros para absorber el exceso de oferta y una atención mínima a la persistente y estructuralmente débil demanda interna”.

En los mercados emergentes, resalta el informe norteamericano, “el aumento de las exportaciones chinas ya ha provocado pérdidas de empleo y cierres de fábricas”.
Subsidios, no solo a la pesca
El impacto de los subsidios, visible en el aumento del porcentaje de “entidades chinas que operan a pérdida” aparece también en la pesca, en que ONGs, a menudo financiadas desde EEUU, denuncian un accionar depredador de la enorme flota de pesca china que, aunque en apariencia privada, se debe a que es subsidiada (combustible, recursos logísticos) por el estado y usa mano de obra semiesclava. En septiembre pasado entró en vigor el Acuerdo de la OMC contra los subsidios a la pesca, una de las cartas para limitar la flota china “de pesca de aguas distantes”.
La cuestión de los “trabajos forzados” también aparece, y vinculada a otro tema sensible, la violación de marcas y propiedad intelectual, en otro informe de la Comisión Bicameral que estudia el accionar de China.
Se trata de un estudio sobre las plataformas chinas Shein y Temu, que Juan Martín de la Serna, presidente de Mercado Libre en la Argentina, pidió semanas atrás regular tras afirmar que el mercado local “se abrió indiscriminadamente”. Según el ejecutivo, esas plataformas generan una “competencia desigual” que afecta en especial a las pymes, que a su vez “representan cerca del 90% del volumen de ventas de Mercado Libre.
La cuestión de los “trabajos forzados” también aparece vinculada a otro tema muy sensible como la violación de marcas y propiedad intelectual
Azuzado por el senador Miguel Pichetto, a posteriori, Marcos Galperin, cofundador de Mercado Libre, relativizó los dichos de De la Serna, tal vez porque las objeciones de EEUU a los “subsidios” también pueden apuntar a las exenciones fiscales que el Estado argentino brinda por la “Ley de Economía del Conocimiento” y que, según un informe que en agosto brindó el entonces jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en lo que va del gobierno de Javier Milei, sumaron más de $370.000 millones.
Concretamente, el informe del Congreso cita un informe del Tesoro de EEUU que estimó que a través del régimen de “De minimis” que minimiza controles y exime de aranceles a envíos desde el exterior inferiores a los USD 800, Shein y Temu ya habían hacia 2023 evitado pagar unos USD 10.000 millones anuales. Sucede, explica el informe, que mientras el régimen “De minimis” de EEUU fija un umbral de USD 800, el equivalente de Beijing (para envíos del exterior hacia China) es de apenas 7 dólares.
Los paquetes “De minimis” ingresados a EEUU y exentos de control y aranceles aumentaron de 410 millones en 2018 a más de 685 millones por año en 2022, la gran mayoría desde China. Según datos de la Aduana norteamericana, más de 10% de las ventas de China a EEUU llegaron ese año vía paquetes “De minimis”, contra apenas 1% en 2018. Los provenientes de China, agrega, eran ya 7 veces más numerosos que los que llegaban de Canadá, un país vecino con el que EEUU tiene históricos lazos familiares y culturales.
Marcas, autores, propiedad intelectual
El informe del Congreso agrega que las plataformas chinas de bajo costo violan las leyes de Propiedad Intelectual y de Marcas. La violación de copyrights, dice el informe, “es una particular preocupación de artistas independientes cuyos diseños son usados por proveedores de Shein y de otras plataformas, y no disponen de recursos financieros y legales para defenderse”.
El aspecto más grave es la denuncia de que “Shein y otras firmas de moda rápida parecen estar abasteciéndose en violación de una ley de EEUU (la Uyghur Forced Labor Prevention) contra el uso de mano de obra forzada.
El informe cita una investigación de Bloomberg sobre el uso del algodón de la región de Xinjiang, donde se encuentra la etnia Uigur. Esa cuestión dice, es difícil de verificar a falta de tecnologías de monitoreo de origen y otras violaciones fuera del chequeo visual o por otros medios de la Aduana de EEUU.
El aspecto más espinoso es la denuncia de que Shein y otras firmas de moda rápida parecen abastecerse violando una ley de EEUU
Como reportó Infobae, la región de Xinjiang, al noroeste de China, es el principal centro de la minoría uigur, el mayor grupo musulmán de la zona, objeto desde hace más de una década de la represión de Beijing, que la responsabiliza de una serie de atentados y desde 2017 intensificó su control y persecución.
Informes occidentales basados en interpretaciones de documentos oficiales chinos, testigos de presuntas víctimas y extrapolaciones estadísticas dan cuenta de la existencia de“campos de reeducación política” con miradores, cámaras de seguridad y altos muros y líneas de alambrados, por donde pasaron al menos un millón de personas. EEUU calificó esas prácticas de “genocidio” y la ONU las consideró “posibles crímenes de lesa humanidad”.