-Es rara para película argentina.

-Es rara para película en general.

Diego Peretti sonríe. Le gusta eso, le gusta haber debutado como director de cine con una película “rara”. Quizás no sea muy marketinero presentarla así, pero acá está el actor, vestido de negro, entusiasmado. Es el protagonista, el guionista y uno de los directores -el otro es Javier Beltramino- de La muerte de un comediante, una película de 94 minutos que se filmó en Argentina y en Bélgica, que está hablada principalmente en tres idiomas y que produjo la gente de Orsai con la colaboración de 10.190 socios. Eso da orgullo y hasta un poquito de vanidad: 10.190 personas pusieron plata para que él filmara.

La película “rara” empieza cuando Juan Debré (Diego Peretti) sale de la pileta, atiende el teléfono y la voz de su médico le dice que tiene la enfermedad en todo el cuerpo y no hay nada que hacer. Con ese clima arrancamos.

Diego Peretti escapa caracterizado como un rabino.

Enseguida sabremos que el hombre es un actor, al parecer famoso, que tiene un personaje al que llaman “Escorpión”, que es una especie de héroe que, por lo que se ve, se disfraza para cumplir su misión. En la próxima escena, cuando Juan-Peretti esté filmando, el actor será un héroe de acción vestido de rabino. Que se despide con emoción de una mujer que también está en la misión y se sube a una moto. Le tiran, le dan. Pero no cae, el muy desobediente no cae. Sigue con la moto y aparece en un aeropuerto, comprando un pasaje… a Bruselas. Se va con lo puesto, sombrero y todo.

¿Qué pasa en Bruselas? La ciudad, además de ser la sede de la Unión Europea, es conocida como “la capital de cómic”. Allí, por ejemplo, nació Tintín. Y el héroe, la inspiración de Juan Debré es Bombín, que viene a ser un homenaje libre de patentes a Tintín. Va a buscar un libro, parece, pero se va a encontrar otras cosas: la extrema derecha europea y los jóvenes que la resisten, básicamente. Y el amor. O, bueno, un poco de amorosa pasión, que no está mal tampoco. Va a encontrar chicos buenos, chicos malos y aventura en serio, no actuada. No es fácil que esas cosas lo salven del diagnóstico, pero sí que le den un sentido. Ah, esa búsqueda, el sentido.

Diego Peretti dice que

-Es una película más bien filosófica… El protagonista busca qué hay “entre el miedo y la nada”. La vida es el miedo, Juan está ante la nada, la muerte.

-El miedo es la parálisis y la nada es la oscuridad. Y entre el miedo y la nada está los pasos, los caminos, los procesos, la expresión de los deseos, el desarrollo de los sueños. El libro que él lee antes de llegar al hotel tiene una exaltación de la acción. Ya la acción es virtuosa, no importa si sale bien o mal.

-Sigo pensando que acá el miedo es la vida, deja de tenerlo ante la muerte.

-Es que no se puede vivir sin miedo, pero tampoco con un miedo paralizante, que no te deje caminar. Cuando le dicen que tiene una enfermedad terminal es como un golpe en la mandíbula. ¿Viste cuando los electrones saltan de una órbita a otra que se transforman en otra molécula? Bueno, como esa vida que gira en una órbita, con este golpe shockeante salta de órbita y en vez de hacer lo que todos hacemos, que es ir a hacer tomografías computadas, hacer los testamentos, esas cosas, este hombre se transforma en otra molécula, una molécula que trata de cumplir su sueño infantil, que en principio está guiado por adquirir un libro que él tenía con ganas de comprar, que es el que inspiró al autor a hacer el personaje que lo inspiró a él para ser actor.

-Y ahí va.

-Intuitivamente se va al centro diplomático del mundo, al lugar donde nacieron los héroes de cómic, donde nació Bombín. Iba a ser Tintin, pero finalmente fue Bombín. Y gracias a esa intuición, a ese salto de energía, es que cumple el deseo de transformarse de un héroe de ficción a un héroe verdadero.

Un libro, en el centro de

-Es como si su vida hasta ahí hubiera sido ficción. De hecho, lo único que sabemos de él, además de la enfermedad, es que es actor.

-Yo no quería que hubiera un primer acto en donde se viera este actor solo en su casa, sin que los hijos lo llamaran y que subiera unas escaleras… Quería esa cosa blanca y absolutamente despojada. Porque la película también se puede entender como un flashback, viste que él empieza en la piscina en la que termina, y reflejándose en el agua. De ahí, hasta que termina reflejándose en el agua y dice: “Es ahora”, se puede entender como un flashback de él recordando los últimos tres, cuatro días desde que le dijeron eso.

-O podría ser algo imaginario lo del medio. Que nunca haya ido a Bruselas.

-Bueno, bueno, está bien. Mira eso que decís. “Yo me voy a morir, haría esto, esto…”

-Como en el cuento “El Sur”, de Borges, donde un bibliotecario se enferma y, en la convalescencia, termina metido en un duelo de cuchillos: un destino de coraje que no tiene que ver con la vida que viene llevando

-Javier Daulte (N.de la R.: el dramaturgo) me dijo eso. Podría ser algo así, sí.

Con bombín. Juan Debré se viste como el personaje que admira.

-¿Y eso qué tiene que ver con vos? ¿Por qué te metiste con eso?

-En un momento, en un período breve, sufrí una cantidad importante de pérdidas de seres queridos. Mamá, papá, tíos, abuelos, amigos… No paraba nunca. Y viste que cuando salís del velorio de una persona querida salís más sabio.

-Por un ratito.

-Por un ratito. Después, enseguida, empiezan las cuentas, los laburos, el tránsito, los horarios, te olvidás. Pero en ese rato, cuando vas al colectivo después del velorio, decís: “Pero yo tengo que hacer las cosas que tengo que hacer, ese viaje que quiero, esa actividad que hace tiempo que vengo postergando”. Esa sabiduría, después de tantos golpes y tantas pérdidas, se me imprimió como algo ya para mi vida. Y le doy muy poca bolilla a lo que creo que es una estupidez, el egocentrismo en los afectos, la cuestión posesiva, el materialismo. La cosa es hacer que cada día sea placentero. Obviamente, hay que tener suerte. Yo tengo suerte de que puedo vivir de lo que me gusta.

-¿Dio miedo dirigir?

-Es una película muy difícil de hacer, porque la primera trama es un poco de espionaje. Pero tiene varias capas.

-Es rara para película argentina.

-Es rara para película, para cine en general.

El hombre del bombín, de Magritte, proyectado en Bruselas.

-El personaje dice, en algún momento, que ante la enfermedad siente que es hora de hacer algo, de influir en el mundo, de poner el cuerpo. Y ¿hacía falta ir a Bruselas, con todo lo que hay para hacer por acá?

-Me hiciste retrotraer al comienzo, porque cuando vimos que Tintín era tan caro pensamos “hagámosla en Salta, con un ícono de historieta salteña. ¿Sabés cómo lo pensé? Pero era muy local. Yo quería que la película fuera más global. Si vos te fijás, se hablan muchos idiomas, hay muchas razas.

-Inglés, francés, español y al final un poco de alemán.

-Y hay un personaje que es oriental. Hay indios, negros, blancos, varios idiomas: quería una ciudad cosmopolita. Bruselas es el centro diplomático de Occidente. Eso me daba un volumen de progresismo. en serio: no boludeces.

-O sea..

-Yo no soy progre específicamente, aunque me parece que por ahí va el tema. Somos ciudadanos del mundo, las fronteras son unas estupideces, los países son una pelotudez, las tradiciones hay que conservarlas para tener memoria y crear, pero todo eso que hace el progresismo me gusta y quería que la película transpirara progresismo. Y eso me llevaba siempre a Bruselas.

-Que es muy linda.

-Sí, es muy linda, pero es huérfana. No tiene dueño. Te lo digo en voz baja: no tiene dueño. No sé por qué, pero no tienen nacionalismo.

Un poco de romance en

-Bueno, das dos pasos y hablan otro idioma. Y en la estación de tren está pintado Tintín.

-Sí, está por todos lados en Bruselas. El pintor por excelencia de Bélgica es Magritte, que tiene un personaje innominado, anónimo, que inunda todas sus pinturas. Es este hombre con un bombín. Y dijimos: “Ese es el vestuario de Bombín”. Y lo tenemos en la película, hay un momento que yo bajo una escalera, subo otra escalera y atrás está el afiche de Bombín. No la podíamos hacer en otro lado… mirá que la pensé con Patoruzú o Isidorito, para abaratar los costos. Pero no iba a tener el mensaje existencial y mundial que yo le quería dar.

-Me dio la sensación de que a partir de la noticia, lo que le pasa a Juan es que se hace cargo del sinsentido de la vida.

-Sí, o del sentido de la vida. Se hace cargo del sentido de la vida. En shock, va a cumplir un sueño que tenía postergado, que es codearse con el héroe que lo hizo encontrar su vocación. Yo con los Beatles soy un fanático. Si a mí me fuera pasar algo, querría hacer un viaje al corazón de donde se creó esa música. Es decir, creo que el shock le da sentido. El existencialismo que tiene es celebratorio, no es fulminante, no es melancólico, es festivo.

-¿Te parece?

-La película termina con algo muy básico, pero que de tan básico no se entiende. Lennon decía: “Si realmente todos creyéramos que la paz es la solución, no habría guerra”. Tan claro como eso. Si creyéramos verdaderamente que la paz es la solución, no habría guerra. Y en lo que toca a este personaje, si creyéramos y entendiéramos que la vida es un pasaje corto, no habría una cantidad de inconvenientes, de problemas, de conflictos, de guerras.

Diego Peretti llevó adelante una idea en un aproducción con muchos contribuyentes. (Jaime Olivos)

-Y habría menos miedo.

-El miedo viene de la posibilidad de perder identidad, de perder ego, de perder el yo, de perder lo ganado, de perder mi territorio. Es como las religiones. ¿Alguien puede creer que Mahoma le gana a Buda o le gana a Moisés o le gana a Jesús?.Es de una idiotez, en perspectiva…. Sin embargo, el ser humano está metido en esa idiotez. Se matan. Es muy loco. Muy loco, muy humano. El humano es un depredador de su propia especie. Y no hay mucha solución, porque hace muchos años que estamos así. Cambia el contexto, cambian las armas y todo, pero la intencionalidad territorialista o de conseguir más poder sigue igual. Eso no lo voy a vivir, pero me da un miedo verdadero.

Yo te digo que es una película filosófica. Vos me estás diciendo: “Y también política”.

-También. En lo profundo, ¿no? No partidaria, el partidismo me parece una pelotudez, como las fronteras, como los países. Defender una idea por el peso de un partido me parece una tontería y no encontrar el sentido común, los lugares comunes, la política de Estado, también.

Ficha

Estreno: Jueves 20 de noviembre.

Dirección: Diego Peretti, Javier Beltramino.

Guion: Diego Peretti.

Elenco: Diego Peretti, Malena Villa, Haneul Kim, Marioska Fabián Nuñez, Eric Bier.

Música original: Lolo Micucci

Duración: 94 minutos.