Encuentro en Rosario entre Iglesia y Poder Judicial para debatir el rol de la Justicia entre los más pobres

El pasado sábado 8 de noviembre, Rosario fue el lugar de encuentro para una fundamental instancia de diálogo sobre un punto de la realidad argentina del que poco, muy poco se habla: el rol de la Justicia entre los más pobres. La mesa fue tendida por la Iglesia católica local —que tiene en su haber una noble experiencia en unir territorios con escritorios— con la presencia del arzobispo local Eduardo Martín quien dio la bienvenida, en la Comunidad Padre Misericordioso de la Familia Grande Hogar de Cristo, área de Adicciones de Cáritas Argentina, que lleva adelante el padre Fabián Belay junto a un gran equipo de colaboradores laicos y religiosos.

“Le pedimos al Poder Judicial que venga a pisar el terreno porque una cosa es el terreno y otra, los expedientes”, dijo monseñor García en su extensa y detallada exposición ante un auditorio en el que escuchaban desde jóvenes recuperados de sus adicciones en servicio como acompañantes pares, pasando por hombres adultos que estuvieron encarcelados, superaron adicciones y hoy son coordinadores de diversos sectores de los Hogares de Cristo, hasta el presidente de la Corte Suprema de la provincia de Santa Fe. “Todos sabemos que de nuestro sistema de reclusión los pibes no salen con capacidad de reinsertarse de modo positivo. No nos engañemos con esto. Sabemos cuál es el nivel de reincidencia”, continuó García.

Mons. Eduardo García (3° desde la izq), Pablo Vidal y Padre Nicolás “Tano” Angelotti (en el centro), junto a referentes de Casas Libertad de Córdoba, Capital y Rosario

Los barrios matanceros en los que vive el obispo no son Disneylandia precisamente: “Entre cuatro pobres chapas, un matrimonio padece violencia, hijos que se drogan, hijas que se prostituyen. En nuestros barrios no hay opciones para elegir, la Justicia no es cercana, hay que andar 3, 4, 5 kilómetros para hacer un trámite… la Injusticia es estructural y el estado narco es absoluto. Nosotros [N. de la R: la Iglesia católica del conurbano bonaerense] trabajamos en estos sectores, con esta gente, especialmente jóvenes y chicas. Necesitamos restablecer redes y contactos porque realmente, mirando otras geografías judiciales, estamos parados en lugares muy distintos”.

Culpables-víctimas

Siguiendo el hilo, un concepto en el que el obispo ahondó con cuidado y mucho respeto, fue el de culpables-víctimas en el marco de esta realidad narco: “A la Justicia le toca ver al joven que delinque como culpable. Nosotros lo vemos como víctima”, y quedó entendido cuando describió que “todo el peso de la ley cae sobre estas víctimas mientras los culpables —peces gordos— transan y andan libres. Acá nada pasa sin que se sepa y que alguien mire para otro lado. El pibe condenado aprendió todo lo que sabe en la calle y en la cárcel: es una víctima. Superar esta dicotomía requiere de un trabajo en conjunto sobre los culpables-víctimas”.

El papel decisivo del trabajo conjunto también tiene un correlato benéfico entre la gente común de estos barrios castigados con la presencia del narco: “La gente tiene miedo. Alguien que denunció tiene que irse del barrio y la provincia. El padre Fabián conoce muy bien de qué estamos hablando. Trabajar para que la Justicia llegue a nuestros barrios implica que la gente ya no se sienta indefensa y sospechada”, afirmó monseñor García.

Padre Belay, arzobispo Martín y monseñor García

Hogares de Cristo: menos lupa y más ayuda

“En los Hogares estamos trabajando con estos contextos y nos dejan tirados a los chicos y chicas problemáticos. Siempre va a haber problemas en nuestros hogares porque nuestros pibes no vienen del Rinconcito de Luz ni de la universidad de Harry Potter… Nuestros chicos vienen de la pobreza, el abuso, la violencia, el maltrato. Nosotros queremos que nos tiren el problema pero que no nos miren con una lupa, que nos acompañen y ayuden, y no solamente que nos critiquen. Por esto es que queremos trabajar en conjunto con la Justicia. Reconozco que es difícil su papel al tener que decidir sobre estas vidas. Prefiero estar en mi lugar. Impartir Justicia es limitarlos a una decisión cuando la complejidad del problema ya está. Ustedes [N. de la R: los referentes del Poder Judicial local asistentes al debate] tendrían que poder prever para entender”, asumió el obispo con sinceridad.

“Una generación quemada”

No fue solo una frase lanzada al aire sino que está fundamentada en las experiencias concretas: “Los jóvenes pueden recuperarse de su adicción pero no así socialmente. No logran avanzar en sus estudios o conseguir empleo estable. Es más grave de lo que pensamos”, sostuvo García y marcó una mirada sobre las víctimas de esta realidad social: “Necesitamos desculpabilizar a las víctimas y que el proceso no sea estigmatizador sino sanador. Y sin esquivarle a los delitos cometidos. Por esto necesitamos de ustedes, para poder derivarnos mutuamente a quienes todavía podamos salvar. Juntémonos como familia, los chicos que delinquen en estos ambientes son un problema familiar, son nuestros”, finalizó el obispo citando al Papa León XIV.

(De izq. a der., entre otros) Franco Carbone, Daniel Erbetta, Fabián Belay, Roberto Falistocco, Aníbal Pineda, Julio Marcelo Conte-Grand

Muchas voces en un aula

Es más que necesario ponerles rostros y nombres a quienes contribuyeron con sus experiencias personales, muy íntimas en casi todos los casos, y trayectorias profesionales a enriquecer los intercambios tanto de escucha como de opinión.

En el Panel de testimonios hablaron Roberto, Adrián, Sissí y María quienes, con el corazón a flor de piel, compartieron sus rescates existenciales, las duras fronteras al vivir en la calle y estar en consumo, ser familia de consumidores, la cárcel y el después, el rol de la parroquia abierta y samaritana, la escuela y los deportes como motores de esperanza.

Adrián, Roberto, Sissí, María, Eduardo Martín y Eduardo García

Por el Poder Judicial hicieron sus breves pero claras y complementarias exposiciones los doctores Aníbal Pineda, juez de la Cámara Federal de Rosario; Santiago Bereciartúa, de Ministerio Público de Defensa de la provincia de Santa Fe; Franco Carbone, Ministerio de la acusación de la provincia de Santa Fe; Daniel Erbetta, ex presidente de la Corte suprema de la provincia de Santa Fe; Roberto Falistocco, actual presidente de la Corte suprema de la provincia de Santa Fe. Es de destacar la presencia en Rosario del doctor Julio Marcelo Conte-Grand, Procurador General de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires, quien ya viene facilitando la articulación de oficinas judiciales en barrios de alta vulnerabilidad en el partido de La Matanza.

En estos “Diálogos por una Justicia Humana” impulsados por la Mesa de Integración de los Barrios Populares de Cáritas Argentina —y a la vez naciente Pastoral Judicial— vienen trabajando con ahínco y propósito el ya mencionado obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, junto a monseñor Oscar Ojea, emérito de San Isidro y activo compañero de los caminos de los sacerdotes de villas y barrios populares de la Argentina y las obras que ellos promueven, y monseñor Marcelo Colombo, actual arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.

Estas actividades conjuntas están naciendo. Seguramente en un futuro serán otras ciudades, de otras provincias argentinas, en interrelación con sus iglesias locales las que impulsen más sucesos que pasen de lo declamativo a los hechos, de lo desiderativo a lo tangible y concreto, atendiendo a las obras buenas para el pueblo de Dios.