
El cáncer de pulmón, conocido como la principal causa de muerte por patologías oncológicas en el mundo, crece entre personas que nunca fumaron. Este fenómeno se observa en hospitales y centros de salud de distintas regiones. Investigadores se encargaron de encontrar nuevos registros de riesgo y genética.
El perfil de quienes desarrollan tumores pulmonares sin haber fumado presenta matices diferentes a los casos tradicionales, lo que llevó a distintos grupos de investigación a identificar los factores de riesgo y características genéticas que intervienen en estos cuadros. El estudio de esta tendencia resulta clave para adaptar las estrategias de prevención, diagnóstico y tratamiento a una realidad en cambio.
Una reciente revisión científica publicada en la revista JAMA analizó los principales factores detrás del cáncer de pulmón en no fumadores.

Los investigadores revisaron 92 publicaciones previas, incluyendo metaanálisis, ensayos clínicos, estudios de cohorte, investigaciones observacionales y análisis genómicos, recopilando datos sobre incidencias, desencadenantes ambientales, historia familiar y particularidades genéticas de los tumores en estos pacientes.
Entre las primeras conclusiones, el trabajo resalta que entre un 15 y un 20% de los casos mundiales (uno de cada seis o siete) afecta a personas que nunca consumieron tabaco, y que la incidencia en este grupo se ha incrementado en las últimas décadas.
De acuerdo con los datos recogidos por la revisión, la mayoría de los cánceres de pulmón en no fumadores corresponde al subtipo adenocarcinoma, con una proporción que oscila entre el 60 y el 80%. Además, los no fumadores suelen recibir el diagnóstico a una edad media de 77 años, tres años antes que los fumadores habituales.

El crecimiento en la incidencia se refleja claramente en estudios hospitalarios y de cohortes internacionales. Por ejemplo, en Estados Unidos la proporción de casos en no fumadores pasó del 8% al 14% entre 1990 y 2013. En Finlandia, un estudio de seguimiento también reportó el aumento anual de seis a casi trece casos por 100.000 habitantes entre 1972 y 2015.
El análisis de los factores de riesgo confirma que el humo de tabaco en ambientes compartidos, o tabaquismo pasivo, representa un riesgo significativo.
Además, se suman la exposición a radón residencial, la contaminación del aire dentro y fuera del hogar, el contacto laboral o ambiental con asbestos y sílice y el antecedente de radioterapia torácica.

De acuerdo a la revista JAMA, la mayoría de estos factores se considera evitable con políticas de control ambiental o prevención laboral, aunque su presencia sigue siendo alta en distintos entornos y regiones urbanas.
La predisposición genética surge como otro elemento central en la aparición de tumores pulmonares en personas sin historial de tabaquismo activo. Los estudios incluidos en la revisión muestran que quienes tienen familiares de primer grado afectados tienen un riesgo un 50% mayor de desarrollar el mismo tipo de cáncer.
Algunos estudios genómicos describen regiones específicas del ADN asociadas con la enfermedad, mientras que la presencia de hematopoyesis clonal también incrementa el riesgo de manera significativa.

En términos genéticos, se describe un perfil particular para los tumores de no fumadores. Estos cánceres presentan una carga mutacional más baja que los observados en pacientes fumadores, lo que sugiere mecanismos distintos en el origen y progresión del tumor.
El análisis molecular muestra que ciertas características propias de estos tumores responden mejor a tratamientos avanzados, especialmente a terapias dirigidas como los inhibidores de tirosina quinasa (TKI), en comparación con la quimioterapia tradicional.
Esta diferencia contribuye a una mejor supervivencia cuando se utiliza el abordaje clínico adecuado y refuerza la importancia de la investigación personalizada en oncología.

La investigación destaca la relevancia de conocer los factores y mecanismos específicos que intervienen en el cáncer de pulmón en no fumadores, ya que estos afectan la selección del tratamiento y el pronóstico del paciente.
Por ejemplo, la identificación de mutaciones relevantes en el tumor permite elegir terapias dirigidas y optimizar los resultados en términos de supervivencia y calidad de vida.
La revisión concluye que avanzar en el conocimiento de los factores de riesgo, las influencias ambientales y las características genéticas facilitará la prevención y mejorará las tasas de éxito en el tratamiento del cáncer pulmonar en personas sin historial de tabaquismo.

La comunidad científica y los organismos sanitarios recomiendan fortalecer las políticas para reducir la exposición a contaminantes, mejorar la seguridad en el trabajo y promover pruebas genéticas en familias con antecedentes, como estrategias para disminuir la incidencia y mejorar el pronóstico en este tipo de cáncer.
Los resultados subrayan que la medicina personalizada y la investigación genética serán herramientas centrales en la lucha contra una de las enfermedades oncológicas más letales, incluso en poblaciones que nunca han fumado.