En cada emisión de Buenas noches Familia (El Trece), Guido Kaczka sorprende a su audiencia con las historias entrañables y las ocurrencias inesperadas que surgen tanto dentro como fuera del estudio. Pero en las últimas semanas, la rutina se vio transformada por una presencia tan simpática como esperada: la de un pequeño vecino vestido de Hombre Araña, que se asomó a la ventana y terminó robándose el corazón de todos, conductor incluido.

En plena emisión del programa, Guido salió del estudio y ahí, apenas afuera, lo esperaba el nene disfrazado con su inconfundible traje rojo y azul, parado en la ventana de una casa. Esta vez, el conductor fue recibido con un cartel especial. “¡Hombre Araña!”, lo saludó el presentador con genuina alegría. Pero esta vez el superhéroe tenía una sorpresa en la mano. “Hoy es 29, te amasé ñoquis”, leía el cartel que el pequeño sostenía orgulloso en la ventana de su casa. Enternecido, el presentador no tardó en responder: “¡Qué grande!”. El niño extendió un contenedor plástico. “¿Eso qué es Hombre Araña?”, preguntó Kaczka, y con voz segura el personaje respondió: “¡Ñoquis!”.

Por supuesto, el conductor quiso saber más: “¿Y están ricos?”. El nene no dudó en responder que sí. Entre risas y complicidad, el conductor bromeó con la distancia de la ventana: “Sabés que no pasa el bowl por la ventana…”. Inmediatamente, el pequeño superhéroe ofreció la solución perfecta y, con la ayuda de su abuela, bajó del marco para abrir la puerta y así darle el regalo al presentador. “Por la puerta los ñoquis, me dice el Hombre Araña, es espectacular”, celebró Guido ante la generosidad inesperada. No dejó pasar el detalle de la hermosa casa donde vivía su nuevo amigo: “Es precioso el lugar, es hermoso donde vive el Hombre Araña”.

Guido recibió el recipiente con ñoquis y utensilios por parte de los vecinos (Captura de video)

El intercambio terminó con un gesto de cariño de esos que solo pueden surgir fuera de libreto. “Gracias Hombre Araña, te quiero”, le dijo Guido al recibir el bowl repleto y un par de cubiertos para disfrutar de la comida casera. Siempre pícaro, el conductor lanzó una broma para la tribuna: “Si uso una de las motos de mesa para comer los ñoquis no da, ¿no?”. Y mientras calculaba cómo llevar el regalo de vuelta al estudio sin perder temperatura, advertía entre risas: “¡Pero se me enfrían los ñoquis!”. Finalmente, mientras esperaba para cruzar la calle, un colectivo de la línea 39 le facilitó el regreso al estudio, cargando en una mano el recipiente plástico y en la otra el recuerdo de un momento simple pero lleno de magia.

Este vínculo entre Guido y su pequeño vecino disfrazado es mucho más que una anécdota: en las últimas emisiones, el niño se ha convertido en uno de los personajes favoritos del ciclo. En otra jornada reciente, el conductor salió a buscarlo y se encontró con la persiana cerrada de la ventana habitual, lo que despertó su sorpresa frente a cámara. “¡No está locutor! Ya me cerró la persiana…”, lamentó entre risas.

Pero el barrio porteño de Constitución nunca deja de sorprender y, en medio de la búsqueda, Guido se cruzó con una vecina nueva en la zona. Sin perder la espontaneidad que lo caracteriza, se acercó a conversar. La joven, maple de huevos en mano, confesó que recién se había mudado y que reconocía al conductor “por la televisión y por verlo pasar caminando”. Entre idas y vueltas, la conversación derivó en cocina: ella planeaba preparar panqueques de espinaca y era oriunda de Mar del Plata. “Te agradezco porque me charlás en la televisión, ¡que comas rico! Me cayó bien, locutor. La mejor gente es la que te encontrás de manera espontánea”, remató Kaczka, regalando otro momento de calidez fuera de libreto.

La audiencia de Buenas noches Familia no solo celebra los grandes premios ni los desafíos en pantalla, sino estos pequeños encuentros que humanizan el show y lo transforman en una fiesta barrial de emociones sencillas. Desde los ñoquis hasta los panqueques de espinaca, la empatía y el humor de Guido siguen conquistando, una noche y un vecino a la vez.