Con cualquier resultado que obtenga en las elecciones de hoy el Gobierno hay una certeza: seguirá hasta diciembre de 2027 y deberá enfrentar múltiples desafíos, tanto en el terreno político como en el económico. La crisis cambiaria de los últimos meses y el deterioro de la actividad emergen como los más acuciantes, que deberán ser encarados a partir del lunes.
La suerte oficial en la elección de hoy definirá el grado de dificultad que afrontará en ambas tareas. La clave de lo que se viene es el grado de confianza que genere el resultado electoral.
La tesis que maneja el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, es que una vez eliminada la incertidumbre electoral, todo se acomodará, casi mágicamente. La idea central, que por lo visto fue comprada por el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, es que la demanda de pesos se recuperará una vez pasados los comicios.
La danza de los números
Pero todo dependerá del grado de adhesión que consiga el Gobierno. Un 35% a nivel nacional es percibido por el mercado como un resultado “razonable”. Está lejos del más del 40% que se esperaba hace algunos meses, pero le permitiría al Gobierno asegurarse un tercio de la Cámara de Diputados. Así podría blindar el superávit fiscal a fuerza de vetos, lo que no pudo lograr en los últimos tres meses.
Si en cambio obtiene alrededor del 30% o incluso menos el panorama podría complicarse bastante. No solo no tendría votos suficientes en el Congreso para frenar proyectos que amenacen las cuentas públicas, sino que además también se complicaría la búsqueda de aliados para avanzar con nuevas leyes.

Con mayor o menor impulso por el resultado de las urnas, lo concreto es que el Gobierno enfrenta situaciones urgentes. Lo más acuciante es salir rápidamente de la recesión. La actividad dejó de repuntar en el primer trimestre y ya en los últimos meses muestra caídas preocupantes. FIEL divulgó que la industria, por ejemplo, sufrió un derrumbe del 3% contra el mes anterior en septiembre. Y estimaciones preliminares indican que el estimador de actividad económica que publica el Indec habría arrojado también una merma del 1% contra agosto, lo que refleja el fuerte golpe de los últimos meses.
El nivel de actividad encontró un techo casi idéntico al de las últimas tres gobiernos. Se trata de un techo imposible de romper desde el 2011. El gran desafío que tiene Javier Milei es lograrlo en los dos años que le quedan de mandato.
Más dólares, menos pesos
El bajón del consumo y en general de la actividad de los últimos tres meses se explicó sobre todo por la creciente demanda de dólares. Solo en los últimos 45 días fue necesario abastecer al mercado alrededor de USD 5.000 millones para que el tipo de cambio no supere el techo de la banda.
Desde la previa a las elecciones en provincia de Buenos Aires el Tesoro argentino vendió USD 1.500 millones, su par norteamericano cerca de USD 2.100 millones y el Central otros USD 1.155 millones. Además, el campo volcó USD 4.200 millones por la eliminación temporal de retenciones (el resto lo compró el Gobierno para luego revenderlo en el mercado).
La contracara fueron los pesos que destinó el mercado para asegurarse esos dólares como cobertura preelectoral. La conclusión es obvia: faltó dinero en la calle porque se utilizó para acelerar el proceso de dolarización. La fuerte suba de tasas estuvo en línea con ese mismo fenómeno. Al faltar pesos subió sustancialmente el costo del dinero.

Desde mañana quedará más claro si éste fue un proceso estrictamente relacionado con las elecciones o si la desconfianza obedece a razones más profundas.
Desandar ese camino a la dolarización permitirá a su vez que la economía empiece a pegar la vuelta. En otras palabras, que esa plata que se utilizó para comprar dólares pueda volcarse al consumo o a la inversión.
Escenario y hoja de ruta
En el escenario soñado que maneja el Gobierno, la recuperación de la confianza también estará acompañada por una recuperación de los bonos y la consiguiente reducción del riesgo país.
La hoja de ruta para consolidar esa recuperación económica ya es conocida. La primera etapa será el tratamiento del proyecto de Presupuesto 2026 en el Congreso, aunque será difícil que prospere antes del 10 de diciembre, cuando cambia la composición de las cámaras.
Luego aparecen las reformas que hace décadas dan vueltas pero nunca se terminan de concretar, tanto la del mercado laboral como la impositiva y la jubilatoria.
El modelo cambiario también quedará muy ligado al resultado electoral. Una buena elección del Gobierno asegura el apoyo norteamericano y facilitaría equilibrar el mercado cambiario.
Caputo aseguró que un dólar de$ 1.500 le parece alto. Para el equipo económico podría retroceder a niveles de $1.350, sobre todo si reaparece la demanda de pesos. Pero es clave la recuperación de reservas para consolidar la confianza de los mercados. Posiblemente el principal error de política económica este año haya sido esperar que el tipo de cambio vaya al piso de la banda sin comprar dólares en las épocas de “vacas gordas” del campo.
Esa necesidad de recuperar reservas tarde o temprano también presionará sobre el tipo de cambio, lo que lleva a muchos a pensar que el techo de la banda no perdurará por mucho tiempo. Los inversores descuentan que este esquema cambiario difícilmente aguante más allá del primer trimestre del 2026, con suerte.