En el corazón del Caribe, Maho Beach ofrece a los visitantes una experiencia única: la posibilidad de ver aviones aterrizar a menos de 30 metros de altura, pasando literalmente por encima de sus cabezas. Esta playa emblemática, ubicada en la isla de Saint Marteen, ha convertido la llegada y salida de vuelos en un espectáculo turístico sin igual, atrayendo a entusiastas de la aviación y turistas en busca de emociones fuertes.
Un paraíso para los aficionados a la aviación
Maho Beach se sitúa justo al norte de la pista del Aeropuerto Internacional Princesa Juliana (código IATA SXM), donde una simple carretera separa el inicio del asfalto de la arena. Esta proximidad crea escenas que parecen sacadas de una película: “Mientras los turistas están en la playa, un Boeing 787 Dreamliner aterriza a menos de 30 metros de altura. Con las manos en alto, posan para las fotos. Más tarde, podrían preguntarles si las fotos son reales”, relata CNN Travel.
La isla de Saint Marteen, denominada también “La Isla Amistosa”, es un cruce de culturas y nacionalidades, dividida entre Francia y los Países Bajos. Sin embargo, la mayoría de los vuelos —hasta 70 diarios en temporada alta— operan en el lado holandés, justo junto a esta playa famosa donde “parece que el avión viene directo hacia ti”, según Franklin Wilson, del departamento de operaciones aeroportuarias.
Para muchos, la principal motivación de visitar Saint Marteen es observar cómo los aviones, algunos de gran porte como el Boeing 747, atraviesan el cielo tan bajo que por instantes se perciben a la distancia de una mano. Esta postal, ampliamente difundida en redes sociales por influencers y viajeros, ha hecho que Maho Beach figure en la lista de deseos de cualquier aficionado a la aviación.
La singularidad de un aterrizaje extremo
El atractivo de Maho Beach va mucho más allá de tomar el sol y disfrutar del mar Caribe. Según CNN Travel, la cercanía de los aviones genera sensaciones realmente intensas. “Es emocionante”, afirma May-Ling Chun, directora de turismo de Sint Maarten. “Te preguntas: ¿dónde voy a aterrizar? La gente se aprieta los brazos de sus sillas mientras mira por la ventana”.
El Aeropuerto Princesa Juliana se inauguró como pista militar en 1942 y, desde entonces, ha sido testigo de miles de aproximaciones inusuales. “Hay pilotos para quienes es una especie de competición (de qué tan bajo pueden aterrizar)”, explica Wilson, quien también trabaja como fotógrafo. “En algunas de mis imágenes se pueden ver aviones que están literalmente a pocos metros por encima de la valla”.
Para los pilotos, lograr la maniobra perfecta en SXM es todo un reto: deben mantener suficiente velocidad y altitud mientras sobrevuelan la playa, para empezar la carrera de aterrizaje tan pronto bajen las ruedas. Según Wilson, “en cuanto ves el avión sobrevolando el océano, sabes que viene a toda velocidad, porque hay que llegar a gran velocidad para mantener esa altitud. He visto turistas asustados de que el avión viniera directo hacia ellos”.
Riesgos y emociones en la playa
El contacto tan cercano entre turistas y aviones no está exento de peligros. Uno de los rituales no oficiales consiste en aferrarse a la valla cuando los aviones inician el despegue, experimentando la potencia del chorro de los motores. Sin embargo, esta práctica ha tenido consecuencias fatales: en 2017, una turista neozelandesa perdió la vida al ser golpeada por el viento de un Boeing 737.
De acuerdo con Irving Maduro, encargado de operaciones y fotógrafo freelance del aeropuerto, “mucha gente va allí solo por esa explosión”. Algunos visitantes intentan permanecer erguido tras la valla para sentir la fuerza descomunal de los motores, aunque las autoridades advierten repetidamente sobre los riesgos. Maduro lo resume así: “Yo no lo hago; sé lo peligroso que puede ser, cuántos miles de libras de empuje desprenden los motores”.
A pesar de los incidentes y las advertencias, la espectacularidad de los aterrizajes sigue atrayendo turistas e influencers que buscan capturar el momento perfecto. Cada año, especialmente en Navidad, un jet privado brasileño es célebre por sus aproximaciones especialmente bajas, añadiendo aún más adrenalina a la experiencia.
Resiliencia y singularidad de un símbolo isleño
El paso del huracán Irma en 2017 supuso un fuerte golpe para Saint Marteen. “El aeropuerto quedó totalmente destruido”, recuerda Chun. “Se desató el caos”. Sin embargo, el espíritu luchador de la isla llevó a la reconstrucción total del Aeropuerto Princesa Juliana, que fue reinaugurado oficialmente por la Princesa Beatriz de los Países Bajos en 2024.
Hoy en día, la combinación de emoción, riesgo y belleza natural sigue manteniendo a Maho Beach como una de las playas más singulares del mundo. Cada avión que cruza el cielo caribeño regala a los presentes un espectáculo tan impactante como inolvidable. “Llevo más de 20 años haciendo esto. Cada día, el aterrizaje es diferente”, asegura Maduro.
Así, en Maho Beach, el rugido de los motores se funde con el sonido de las olas, y el asombro se convierte en la emoción compartida de cientos de viajeros.