La última estimación del Nowcast de pobreza elaborada por Martín González Rozada, economista y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), muestra que la pobreza en la Argentina habría descendido al 30,7% en el semestre comprendido entre abril y septiembre de 2025. El cálculo surge de una proyección basada en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec y en la evolución de los ingresos familiares totales (ITF) y de la canasta básica total (CBT) de los hogares urbanos.
“El nowcast estima una tasa de pobreza de 30,7% para el semestre abril-septiembre de 2025, con un intervalo del 95% de confianza entre (29,3% y 32,2%)”, señala el informe difundido por el economista.
Según la metodología aplicada, el Nowcast de pobreza se actualiza todos los meses y mide el porcentaje de personas que viven en hogares urbanos pobres. El modelo proyecta la estructura del mercado laboral y de los ingresos de la EPH correspondientes al semestre de referencia, para luego comparar esos datos con el valor promedio de la canasta básica total.
En este caso, la CBT promedio del Gran Buenos Aires (GBA) se estimó en $368.720 por adulto equivalente, lo que implicó un aumento interanual de 27,6%. En tanto, la proyección del ITF para el mismo período mostró un incremento interanual del 64,8%. Con esa información y la simulación de los microdatos de la EPH de los trimestres segundo y tercero de 2025, se obtuvo la tasa de pobreza mencionada.
El informe aclara que “la incidencia proyectada se puede descomponer mecánicamente en un promedio ponderado de una tasa de pobreza de 31,2% para el segundo trimestre y 30,3% para el tercero”. Esto implica que alrededor del 31% de las personas viven en hogares urbanos pobres, dentro de una población urbana estimada en 29,7 millones de habitantes, es decir, unos 9,2 millones de personas afectadas por la pobreza.
Mejoras en los ingresos reales
La comparación con el mismo semestre del año anterior muestra una mejora significativa. En el período abril-septiembre de 2024, la tasa de pobreza había sido del 44,9%, mientras que la indigencia alcanzaba el 12,8%. Un año después, esas cifras se redujeron a 30,7% y 7,1%, respectivamente.
“El cierre de las brechas entre la variación de las canastas y la variación de los ingresos de los hogares indujo una caída en la medición de la pobreza y de la indigencia”, explica el informe. En concreto, durante el primer semestre de 2025 las canastas básicas —que determinan los umbrales de pobreza e indigencia— crecieron a un ritmo más lento que los ingresos de los hogares.
Durante el semestre de referencia, la variación proyectada de la CBT fue de 1,13%, mientras que la suma del ITF total aumentó 4,29%. En los estratos de menores ingresos, la variación del ITF fue incluso negativa (-1,58%), pero el promedio general mostró un comportamiento más favorable.
La mejora relativa de los ingresos, junto con una menor inflación en alimentos y bienes básicos, ayudó a reducir las brechas que habían alcanzado su punto máximo en el primer semestre del año, cuando la pobreza se había ubicado en torno al 52,9% y la indigencia en el 18,2%.
Tendencia descendente
Los gráficos del informe muestran una tendencia descendente sostenida en las tasas de pobreza e indigencia desde fines de 2024. En octubre de ese año, el indicador de pobreza se ubicaba por encima del 34% y alcanzó su punto más alto en los primeros meses de 2025. Desde entonces, las mediciones semestrales evidencian un proceso de mejora vinculado a la recuperación parcial del poder adquisitivo.
Rozada destaca que el modelo de nowcasting se apoya en microdatos de la EPH y en la evolución de los precios del Gran Buenos Aires para imputar canastas regionales. De esa manera, el índice permite estimar con anticipación la evolución de la pobreza antes de que el Indec publique sus cifras oficiales, que suelen tener un desfase temporal de varios meses.
El trabajo también precisa que las variaciones interanuales de las canastas fueron del 24% para la CBT y del 26% para la CBA, frente a un incremento superior al 60% en los ingresos familiares totales. Esa diferencia explica buena parte de la reducción observada en las tasas de pobreza e indigencia durante el último año