El museo del Ostwall permite recorrer instalaciones subterráneas que narran la historia bélica de Europa Central (foto: Google Maps)

Bajo la superficie tranquila de Pniewo, un pequeño pueblo en el Voivodato de Lubusz en Polonia, se oculta una de las construcciones militares más notables de Europa Central: el Ostwall, una ciudad subterránea nazi que hoy combina historia, misterio y vida silvestre en un entorno inesperado. Mientras los campos dorados y los bosques dispersos ofrecen una imagen de serenidad, el subsuelo revela un pasado marcado por la ambición bélica, la ingeniería avanzada y una transformación radical que ha convertido este enclave en museo y refugio de fauna.

Caracterizado por extensos cultivos y cielos abiertos, el pueblo de apenas más de 200 habitantes parece ajeno a cualquier huella de conflicto. Sin embargo, entre los ríos Óder y Warta, la tierra esconde un laberinto de túneles y búnkeres que permanecen en gran parte intactos desde la Segunda Guerra Mundial.

Pniewo es un pueblo ubicado al oeste de Polonia, cerca de la frontera con Alemania (foto: Wikipedia)

Historia y construcción del Ostwall

La génesis del Ostwall se remonta a la década de 1930, cuando Adolf Hitler, tras consolidar su poder, impulsó una campaña de militarización que desafió los tratados de posguerra. De acuerdo con lo que detalla CNN Mundo, el objetivo era proteger la frontera oriental de Alemania frente a Polonia y la Unión Soviética, y la llamada Puerta de Lubusz se consideró estratégica para la defensa de Berlín.

En 1935, los planes del “Arco Fortificado” estaban listos y, al año siguiente, comenzó la construcción de este ambicioso complejo. Aunque el proyecto contemplaba su finalización en 1951 y una extensión de casi 80 kilómetros, las prioridades militares cambiaron antes de completarse.

Historical Sites señala que, para 1938, la atención alemana se desplazó hacia el oeste, y tras la invasión de Polonia en 1939, el Ostwall perdió su relevancia estratégica. En enero de 1945, la ofensiva soviética capturó la línea en apenas tres días, lo que llevó al abandono definitivo de la ciudad subterránea.

La red de túneles del Ostwall destaca como testimonio de la ingeniería militar alemana en Polonia (foto: Wikipedia)

Características arquitectónicas y transformación en museo

El Ostwall destaca por sus dimensiones y su sofisticación técnica. El complejo abarca alrededor de 32 kilómetros de túneles, estaciones de ferrocarril subterráneas, instalaciones de combate y enormes pozos. Solo la sección central requirió más de 600.000 metros cúbicos de hormigón y podía albergar a decenas de miles de soldados. La precisión y robustez de la ingeniería, visible en las escaleras y los túneles bordeados de vías de tren y tuberías, reflejan la magnitud de la maquinaria bélica nazi.

Tras la guerra, el ejército polaco ocupó temporalmente el lugar, pero en la década de 1960 el costo de mantenimiento resultó insostenible y los túneles quedaron prácticamente abandonados. No fue hasta el siglo XXI, con el apoyo de la Unión Europea y el impulso de la comunidad local, que el Ostwall recibió una nueva vida. En 2011 se inauguró el Museo de la Región Fortificada de Międzyrzecz, que abarca 30 kilómetros de túneles y recrea la vida en el puesto de avanzada nazi mediante uniformes, maniquíes y objetos originales.

El acceso al museo se realiza a través de un búnker de entrada con cúpulas verdes, y el ambiente interior, frío y húmedo, resulta sorprendentemente acogedor. Según Mikolaj Wiktorowski, guía del museo, “los nazis planearon este complejo para que los soldados pudieran alojarse a largo plazo, por lo que todo está construido para hacerlo más habitable”.

Murciélagos de doce especies utilizan los túneles del Ostwall como santuario durante el invierno (foto: Wikipedia)

Vida subterránea: murciélagos y subcultura

La vida subterránea del Ostwall no solo revive a través de la museografía. El Museo de Fortificaciones y Murciélagos (Museum of Fortifications and Bats, Pniewo/MRU) destaca que, desde la década de 1970, científicos y conservacionistas han documentado la presencia de una de las colonias de murciélagos más grandes de Europa.

Actualmente, doce especies diferentes utilizan los túneles para hibernar, y durante el otoño e invierno la población puede superar los 40.000 ejemplares. Wiktorowski explica que “los murciélagos encontraron estos túneles y disfrutaron de la temperatura estable, entrando al sistema a través de búnkeres superficiales y pozos de ventilación”.

Durante la temporada de hibernación, el museo restringe el acceso para proteger a estos nuevos habitantes, que se han convertido en una atracción adicional para los visitantes.

El Ostwall también fue escenario de una peculiar subcultura en las décadas de 1980 y 1990. Los llamados “Bunker People” transformaron los túneles en un espacio de contracultura, celebrando fiestas, bodas y expresando su rebeldía a través de grafitis. Este movimiento, que alcanzó su apogeo a finales de los 90, dejó una huella indeleble en las paredes del complejo.

Wiktorowski, quien ha documentado estos grafitis y planea publicar un libro sobre ellos, afirma que “los grafitis son el alma de este lugar. Sin ellos, solo tendríamos paredes vacías y sin vida”. No obstante, la exploración de los túneles no estuvo exenta de riesgos: al menos cinco personas perdieron la vida en accidentes relacionados con caídas o incendios.

Imagen aérea de Pniewo, abajo a la izquierda se puede observar parte del museo que lleva a los tuneles (foto: Google Maps)

Turismo y entorno regional

Hoy, el museo del Ostwall es el destino más visitado de la región de Lubusz. Los visitantes pueden elegir entre recorridos de distinta duración, desde 1,5 hasta 8 horas, e incluso experimentar un viaje en tren eléctrico subterráneo o un paseo en un vehículo blindado soviético BTR-152.

Más allá del complejo, la región ofrece otras atracciones, como Zielona Gora, conocida como la “Toscana polaca” por sus viñedos y su festival anual del vino, y la monumental estatua de Jesucristo en Świebodzin, considerada la más alta del mundo.