Unidos en el amor y el trabajo: las famosas argentinas que eligieron a sus maridos como socios de vida

En el universo del espectáculo argentino, el amor y el trabajo suelen caminar de la mano de formas inesperadas y profundas. Para algunas mujeres emblemáticas de la escena local, elegir a sus parejas como aliados en el ámbito profesional fue mucho más que una decisión funcional: se convirtió en una filosofía de vida. Compartir gestiones, celebraciones, desafíos y aprendizajes les permitió fortalecer los cimientos de la pareja y transformar sus singularidades en un proyecto común. Valeria Mazza, Soledad Pastorutti, Josefina China Ansa, Julieta Puente y Sol Pérez apuestan a la dinámica compartida, con maridos que son espaldas, impulso y compañía, tanto en la familia como en la profesión. En cada historia, la vida cotidiana y la labor creativa se nutren mutuamente, consolidando vínculos que desafían rutinas y trascienden escenarios.

Valeria Mazza y Alejandro Gravier: vocación de equipo, glamour y un lazo forjado entre viajes y celebraciones

Valeria Mazza y Alejandro Gravier conforman una de las parejas más sólidas del mundo del espectáculo, en donde combinan familia y trabajo compartido (Instagram)

Desde los inicios de su carrera, Valeria Mazza encontró en Alejandro Gravier a un compañero de vida y al mismo tiempo, al gestor de sus más grandes logros. Si montar una carrera internacional es una tarea compleja, hacerlo en sociedad con la pareja implica acuerdos, diálogo y un sinfín de decisiones estratégicas. Gravier es mucho más que un marido: desde el comienzo juntos planeó y ejecutó la estructura profesional que hizo posible el crecimiento sostenido de Valeria. En 1995 fundaron juntos una sociedad central en la gestión de licencias, contratos internacionales y realización de producciones para televisión, con alcance extendido tanto en Argentina como en Europa, que llamaron Vamagra Group.

Desde hace 27 años, Valeria Mazza se siente respaldada por Alejandro Gravier, con quien formó una familia numerosa con sus 4 hijos: Balthazar, Benicio, Tiziano y Taína (Instagram)

El relato del amor entre ambos comenzó con un guiño del destino durante un desfile en la ciudad de Mar del Plata, cuando ella daba sus primeros pasos en las pasarelas internacionales. Aquella química derivó en un noviazgo largo, consolidado en un casamiento inolvidable el 9 de mayo de 1998, al que asistieron figuras estelares y que se televisó para todo el país. “Él se puso la organización al hombro e hizo realidad nuestros sueños”, recuerda Valeria, evocando tanto la magnitud del evento como el trabajo de cuidado y dedicación de su esposo. La construcción de su familia –con los nacimientos de Tiziano, Balthazar, Benicio y Taína– convivió en armonía con su expansión empresarial y artística.

Abrazados y codo a codo, Valeria Mazza y Alejandro Gravier lograron consolidar su pareja con la familia y la profesión a lo largo de casi 30 años (Instagram)

El espíritu festivo se mantiene constante: celebran aniversarios con la misma ilusión del primer día y cultivan la costumbre de agradecer cada paso en la vida familiar. Ejemplo de ello fue la celebración de sus 25 años de casados, en la que la pareja volvió a vestirse de novios y recibió a los padrinos del casamiento y de sus hijos en su casa. Alejandro, que profundizó su faceta de empresario, nunca se apartó del rol protagónico en la gestión de proyectos de su esposa. La complicidad y el trabajo codo a codo constituyen las bases de una relación que, al cabo de más de treinta años, sigue renovándose en cada desafío compartido y en cada éxito celebrado juntos.

Soledad Pastorutti y Jeremías Audoglio: crecer juntos, de Arequito al mundo y de la canción al hogar

Soledad Pastorutti encontró en su esposo Jeremías Audoglio un compañero incondicional para transitar su recorrido profesional y su vida en familia (Instagram)

La carrera arrolladora de Soledad Pastorutti no hubiera sido igual sin el apoyo silencioso y fundamental de Jeremías Audoglio, su único y primer amor. Si bien Jeremías tenía trayectoria como arquitecto, no dudó en dejar todo en pausa para acompañar a La Sole en cada paso. Lo suyo es presencia, acompañamiento tangible y directo: viaja con el equipo, se ocupa de la logística, ayuda en la preparación de los shows y es el último en irse del lugar después de cada presentación. Su trabajo no solo alivia el peso de la agenda de la cantante, sino que transmite tranquilidad y permite que la vida familiar y artística convivan en el día a día.

Unidos y felices, así pasan sus días Soledad Pastorutti con su marido Jeremías Audoglio y sus dos hijas en Arequito (Instagram)

La historia de amor comenzó en Arequito, cuando ambos transitaban la adolescencia en la escuela nocturna. El noviazgo inicial maduró con los años hasta la boda celebrada en Rosario en 2007, ante 800 invitados. Con la llegada de Antonia y Regina, la pareja afianzó su anhelo de construir una familia numerosa y feliz, enraizada en su provincia natal. Vivir en Arequito fue una elección consciente: prefieren el ritmo sereno del campo, la cercanía con los abuelos y la esfera íntima que los rodea, lejos del bullicio porteño.

Soledad Pastorutti y su esposo Jeremías pasean por el río (Instagram)

Durante la pandemia, esa elección demostró ser un refugio perfecto. Compartieron naturaleza, juegos y tiempo con los afectos más cercanos. Las tareas del día a día se dividen y entrelazan: Jeremías cuida el exterior de la casa y Soledad dirige la organización interna, mientras juntos refuerzan el “nosotros” en cada actividad. “Cuando nos vamos de gira nos vamos los cuatro y eso hace que también mis hijas vivan en un ambiente de familia. Nos facilita mucho el trabajo y la vida”, confesó Sole. Juntos transitaron años complejos y cosecharon alegrías, sosteniendo el proyecto común desde el diálogo, el esfuerzo y la confianza mutua. Así, sobre el escenario y en casa, formaron una alianza tan resistente como emotiva.

Josefina “China” Ansa y Diego Mendoza, la construcción de una historia de amor y trabajo compartido

Josefina China Ansa y Diego Mendoza comparten la vida familiar y el trabajo juntos (Instagram)

Josefina La China Ansa y Diego Mendoza han transformado su relación de pareja en una sociedad que integra todos los planos de su vida. Más allá del vínculo sentimental, trabajan juntos a diario: él se ocupa de la gestión y producción de los contenidos, administra las redes sociales de la conductora y asume un rol central en la organización profesional de su esposa. Esta colaboración resulta clave para enfrentar los múltiples compromisos de Ansa, quien reconoce que la presencia y el apoyo de Mendoza son indispensables para mantener el equilibrio entre lo personal y lo laboral. “Me hiciste una mejor persona. Mucho más fuerte y segura. Sos mi equilibrio y el mejor compañero que una persona pueda tener al lado“, le dedicó la China a su esposo a través de su cuenta de Instagram.

La pareja comenzó a escribir su propia historia cuando él, radicado en Ibiza tras su paso por el fútbol profesional, y ella, consolidada en la conducción televisiva, iniciaron contacto a través de videollamada durante la pandemia. Durante seis meses, la pantalla fue el escenario en el que ambos fueron descubriéndose: “Nos contábamos absolutamente todo como si fuéramos mejores amigos”, recordó Ansa en una entrevista. La distancia nunca fue un obstáculo para abordar lo cotidiano, compartir confidencias y fortalecer una relación que, con cada conversación, sumaba confianza y cercanía.

La China Ansa con su esposo Diego Mendoza y su hija India, una postal familiar a la espera de su segundo hijo, Rafael (Instagram)

El anhelado reencuentro se dio cuando Mendoza regresó a la Argentina. Ambos decidieron alquilar un departamento en Buenos Aires, donde tras una cena, brindis con vino y chocolates, reconocieron la solidez del vínculo que habían construido. Según relataron, “de esa velada ambos salieron con la convicción de que eran el uno para el otro”.

El crecimiento familiar llegó en 2023 con el nacimiento de su primera hija, India, y la propuesta de casamiento en septiembre del mismo año. La expansión de este proyecto en común continúa ahora, ya que la pareja espera para octubre a su segundo hijo, Rafael.

En diálogo con Teleshow, Mendoza cuenta cómo logran conciliar trabajo y familia. “La idea surgió cuando yo todavía estaba jugando al fútbol. Ella es cero redes, cero digital, es full tele, periodista, de estudiar y demás. Yo veía que la seguía mucha gente y que también era un trabajo la parte digital”, relata.

“Ella al principio lo tomaba como un hobby, como algo divertido. Me acuerdo que los primeros pesos que ganábamos con alguna sesión de fotos o algún contenido en redes era para: ‘Che, nos vamos a la costa tres días’”, cuenta sobre los comienzos.

Al crecer el proyecto, todo se volvió más profesional. Diego se encargó de la parte comercial y creó vínculos con las agencias: “Yo sacaba las fotos, buscaba ideas creativas para hacer reels, para hacer cosas virales”.

Para ellos, hablar y decidir en pareja fue clave desde el principio. Diego explica: “Siempre antes de dar cada paso, lo hablamos, lo analizamos. Todos los proyectos los decidimos los dos, qué es lo mejor para su carrera, para su tiempo de vida también, porque a ella le gusta mucho disfrutar de su familia”.

La historia de amor de la China Ansa y Diego Mendoza comenzó por videollamada y se consolidó con una hija India y un bebé en espera, mientras el exfutbolista se ocupa de la carrera de la conductora (Instagram)

El equilibrio entre el trabajo y la familia fue una base de su crecimiento. “No hablamos nunca de trabajo enfrente de India o en los momentos de cenar o de almorzar o de ir a la plaza a tomar un mate”.

En la actualidad, manejan una estructura sólida y unida. “Hoy formamos una empresa, somos más de doce personas trabajando. Trabajamos con más de treinta marcas, internacionales y con diez de las marcas más importantes del país”, cuenta Diego sobre la magnitud que alcanzaron juntos.

Mirando al futuro, la pareja sigue apostando a nuevas metas y también valora lo conseguido: “Nuestro sueño era formar una familia. En todo este crecimiento laboral, a la vez crecimos muchísimo como familia. Queríamos tener dos hijos, ya está por nacer el segundo. Queríamos viajar con nuestra familia, lo hemos logrado. Lo cuidamos mucho, lo valoramos y seguimos soñando con nuevos desafíos y proyectos”.

Julieta Puente y Facundo Miguelena: resiliencia, familia y gestión compartida

Julieta Puente y Facundo Miguelena consolidaron su relación entre amor y trabajo compartido (RS Fotos)

La experiencia de Julieta Puente y Facundo Miguelena refleja cómo la adversidad puede ser la mejor plataforma para el crecimiento personal y colectivo. Antes de ser su manager, Facundo era piloto comercial. Pero fue la crisis de la pandemia, con aviones en tierra y contratos en stand by, la que los empujó a reorganizarse y poner en marcha una sociedad profesional. A Juli, que encontraba en ese período un despegue explosivo en redes con su “Cardio de la felicidad”, le bastó ver la dedicación y empatía de Facundo para proponerle que maneje su carrera, negociando marcas, eventos y producciones. “Entramos en esto por necesidad y seguimos por elección”, cuenta la influencer en diálogo con Teleshow.

El trabajo conjunto se transformó en un motor afectivo y económico. “Facu me impulsa, me cuida, me acompaña y hacemos un equipo que es un motor para los dos”, dice Julieta sobre su esposo, que además de gestionar contratos y campañas, es su productor en grandes eventos y pieza clave en cada puesta en escena.

Lo mejor que le pasó a mi carrera fue que Facu tome las riendas de mi representación, en otras palabras, que sea mi manager. Nadie cuida mi trabajo y mi imagen como lo hace él. Trabajamos juntos, pensamos las estrategias con las marcas en conjunto y hasta incluso, yo le digo a él con qué marcas me gustaría trabajar, para que Facu se acerque a ellas también. Su trabajo es para mí el más duro, y todo lo hablamos y decidimos en conjunto”, confiesa.

“Me encanta que Facu sea mi manager. Somos una sociedad, y nos complementamos muy bien. Es un gran sostén para mí y económicamente es muy gratificante saber que todo queda en casa”, resume sobre su vínculo de amor y trabajo con su marido.

Julieta Puente y Facundo Miguelena conforman una de las parejas que combinan trabajo y amor (Instagram)

De cinco años de relación pasaron a ser un equipo inquebrantable, donde la flexibilización de roles y la confianza mutua marcan la diferencia. Facu volvió a volar –su verdadera pasión– pero no abandona la gestión del mundo profesional de Julieta. De la crisis a la oportunidad, la pareja supo potenciar las entrañas de la familia y una empresa nacida en la adversidad, hoy sostenida por amor y mucho trabajo compartido.

Sol Pérez y Guido Mazzoni: complicidad, humor, equipo y un nuevo rumbo familiar

Sol Pérez y su esposo Guido Mazzoni, unidos por la pasión por el deporte y la vida compartida (Instagram)

El vínculo entre Sol Pérez y Guido Mazzoni se construyó sobre la base de la complicidad, la espontaneidad y una manera muy propia de entender el amor y el trabajo. Pero en el centro mismo de esa relación, hay un detalle fundamental que atraviesa cada etapa de su historia: Guido es, además de pareja y padre de su hijo, el entrenador personal de Sol y su guía profesional. Esa sociedad trasciende el plano romántico para convertirse en una alianza real y efectiva, en la que la confianza y el respaldo mutuo son indiscutibles.

Guido Mazzoni, dueño de una cadena de gimnasios de crossfit, no tardó en compartir su pasión por el entrenamiento y el bienestar físico con Sol desde los primeros tiempos juntos. Para ella, el contacto con el mundo del fitness fue un cambio de vida que le permitió potenciar su presencia en medios, adaptando sus rutinas y hábitos incluso por fuera del trabajo televisivo. La disciplina, las rutinas y el espíritu de superación constante se convirtieron en parte del día a día, y la guía de Guido funcionó siempre como un sostén, tanto físico como emocional. Lejos del rol tradicional de entrenador, él entiende su acompañamiento como algo integral: la ayuda a fijarse metas personales, la motiva ante cada nuevo desafío mediático y le señala cuándo y cómo ponerse límites.

La relación de Sol Pérez y Guido Mazzoni se afianzó con la cotidianeidad compartida, el trabajo conjunto y la llegada de su hijo Marco (Instagram)

Mucho antes de formalizar una familia, la dupla Sol y Guido se fortaleció en la vida cotidiana a través del esfuerzo compartido: entrenamientos juntos, alimentación saludable y una mirada conjunta hacia cada nuevo proyecto. Las charlas sobre trabajo, los consejos de Guido respecto a decisiones profesionales y su presencia en los momentos clave —como la participación de Sol en reality shows y su salto a la conducción— marcaron una diferencia notable. Su apoyo constante se vio reflejado en instancias importantes, como la preparación para Masterchef, donde Guido la ayudó a enfocarse y manejar la presión, o su desempeño en The Challenge, cuando el entrenamiento físico fue parte esencial del proceso.

El costado público de la pareja nunca eclipsó la intimidad de sus logros. Aunque Sol es quien suele estar frente a cámaras, es habitual verlos compartir rutinas y competencias juntos, mostrando el entrenamiento como una faceta esencial de su vínculo. Mazzoni, desde el backstage, se ocupa de sus rutinas y celebra cada conquista profesional y deportiva de Sol, destacando el trabajo invisible detrás de cada pantalla. Más allá de las redes y los flashes, ambos entienden el éxito como la suma de esfuerzo, adaptación y apoyo genuino.

Sol Pérez encontró el apoyo constante en su esposo Guido Mazzoni para desarrollarse profesionalmente y en familia (Instagram)

El humor y la creatividad, presentes desde el inicio de la historia —con mensajes insólitos y ocurrencias en redes sociales que originaron el flechazo— siguen vigentes como un código secreto entre ellos. Las pequeñas crisis de pareja no hicieron más que fortalecer la relación, dándole una base sólida para navegar los cambios y las nuevas exigencias. La confianza para reinventarse y apoyarse vuelve a ser fundamental cuando llegó Marco el 4 de abril de 2025, el primer hijo de la pareja, que los transformó y organizó la vida a su alrededor. Sol expresó la magnitud de ese cambio con sencillez: “Yo siempre quise ser mamá. A Marco lo recontra deseaba… para mí el mundo es como que perdió todo interés. Mi interés está puesto en él…”

Hoy, Sol y Guido mantienen vivo ese espíritu de equipo: él la entrena, ella lo inspira, y ambos se guían en cada paso. La familia Pérez-Mazzoni resume la posibilidad de potenciarse a través del amor, nutrirse del acompañamiento mutuo y celebrar con alegría la construcción de un hogar. La vida profesional y el ámbito privado se cruzan en una relación cimentada en el apoyo, la confianza y el deseo de crecer juntos, dentro y fuera del gimnasio y del hogar.