La muerte de Robert Redford este 16 de septiembre revive la mirada hacia Todos los hombres del presidente, la obra que inmortalizó el escándalo de Watergate desde la trinchera del periodismo estadounidense y que inspiró a miles de reporteros en todo el mundo. La investigación de Bob Woodward y Carl Bernstein para el Washington Post fue más allá de documentar la caída de un presidente: consolidó un estándar para el periodismo de investigación.

Publicado en 1974, Todos los hombres del presidente narró paso a paso la pesquisa periodística que condujo a la renuncia de Richard Nixon. Además de retratar el proceso interno del periódico, introdujo en la cultura popular figuras envueltas en misterio como “Garganta Profunda”, la fuente cuya identidad permaneció oculta durante tres décadas. El libro recorre desde el primer informe de Woodward sobre el allanamiento en el complejo Watergate hasta las dimisiones de altos funcionarios como H. R. Haldeman y John Ehrlichman, además de la revelación de las grabaciones secretas que comprometieron a la presidencia. Fue calificada como “tal vez la pieza periodística más influyente de la historia”, y la crítica la incluyó entre los cien mejores libros de no ficción.

El impacto del libro se amplificó en 1976 con la adaptación cinematográfica dirigida por Alan J. Pakula. Robert Redford interpretó a Woodward y Dustin Hoffman a Bernstein. Redford no se limitó a actuar: adquirió los derechos antes de la publicación del libro y promovió la colaboración directa de los periodistas en el guion. La película se concentra en los primeros meses del escándalo y se cierra con apuntes mecanografiados que resumen la caída de Nixon y el ascenso de Gerald Ford.

El legado de Woodward y Bernstein sigue presente en el debate público y profesional. Muchos años más tarde, ambos analizaron el alcance de Watergate y su vigencia. “Como reporteros, estudiamos a Nixon y escribimos sobre él durante casi medio siglo, convencidos de que Estados Unidos no volvería a tener un presidente que pisoteara el interés nacional y socavara la democracia por la audaz búsqueda de intereses personales y políticos. Y entonces llegó Trump”, dijeron, en declaraciones recogidas por el medio estadounidense NPR. Para los autores, resultó impactante que, tras siete mandatarios que parecían haber aprendido la lección de Nixon, otro presidente intentara ignorar la conciencia y el respeto por el Estado de derecho para conservar el poder.

Carl Bernstein (izq) y Bob Woodward, el periodismo en su esplendor. (UPI Photograph)

La comparación entre Nixon y Donald Trump se apoya, de acuerdo con Woodward y Bernstein, en perfiles de personalidad y práctica política. Ambos “eran propensos a la paranoia, implacables en su ambición, estaban llenos de resentimientos”, observaron. Además, “crearon un mundo conspirativo en el que la Constitución, las leyes y las tradiciones democráticas de Estados Unidos debían ser manipuladas o ignoradas, los adversarios políticos y los medios eran ‘enemigos’, y existían pocas o ninguna restricción sobre los poderes conferidos a estos presidentes”.

El libro y la película retratan los desafíos y tensiones diarios del periodismo de investigación, con énfasis en la verificación de fuentes, las reuniones confidenciales y la presión editorial. La frase “Follow the money” (Sigue el dinero), símbolo de la búsqueda incansable de la verdad, se popularizó a partir de la película. El método de trabajo de Woodward y Bernstein se convirtió en referencia global, aunque no estuvo libre de cuestionamientos. El uso de fuentes anónimas impulsó debates sobre los límites éticos del periodismo y su impacto en la confianza pública. El académico W. Joseph Campbell, citado por NPR, subraya que la caída de Nixon fue resultado de un proceso conjunto en el que funcionarios de los tres poderes del Estado acompañaron la tarea de la prensa.

Richard Nixon anunciando su dimisión como presidente de los Estados Unidos. EFE/svb/Archivo.

El propio Woodward remarca que “la conducta ilegal de Nixon fue expuesta gradualmente por los medios, el Comité del Senado sobre Watergate, los fiscales especiales, una investigación de la Cámara de Representantes y, finalmente, por la Corte Suprema”. La investigación reflejada en el libro se apoyó en la acumulación de datos parciales hasta armar el rompecabezas completo. Para los autores, “el mensaje es que el gran periodismo exige tiempo y paciencia, frecuentes autoexámenes y, quizá, incluso admitir errores en el camino”, según el prólogo publicado por NPR.

La producción recibió reconocimiento institucional, incluido su ingreso en el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en 2010 por su relevancia cultural, histórica y estética. Hoy, tras la muerte de Redford, el libro sigue consultándose y discutiéndose, con su vigencia renovada en cada debate sobre periodismo, democracia y el poder de las fuentes anónimas.