Ariel García Furfaro, propietario de Laboratorios Ramallo SA y HLB Pharma Group SA, empresas vinculadas a la muerte de 96 pacientes por la aplicación de fentanilo contaminado con dos bacterias, solicitó ampliar su declaración indagatoria. La medida se desarrollará mañana 17 de septiembre. El empresario está preso desde el 20 de agosto, junto a otras seis personas, entre ellas sus dos hermanos, Damián y Diego. La causa, que lleva adelante el juez federal de La Plata Ernesto Kreplak, tiene 17 imputados. En los próximos días el magistrado decidirá la situación procesal de cada uno de ellos.

García Furfaro es asistido legalmente por Gastón Marano, el mismo abogado que patrocina a Gabriel Nicolás Carrizo, el denominado jefe de “la banda de los copitos”. En ese expediente, Marano consiguió un resultado resonante: luego de pasar dos años y 11 meses preso, la Justicia Federal le concedió la libertad a Carrizo en el marco del juicio por el intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner. No se pudo probar su participación en el hecho y, por lo tanto, la Fiscalía y la querella decidieron retirar sus acusaciones contra él, por lo que será absuelto.

Gastón Marano es el abogado de Ariel García Furfaro

El letrado mantiene el misterio sobre lo que dirá su defendido ante el juez Kreplak. Hasta ahora, su línea defensiva es su inocencia ante los hechos que se le imputan. Su línea argumental es “yo no fui, yo no hice nada”. Y que si el fentanilo que se elaboró en Ramallo, fabricante exclusivo de HLB Pharma, estaba contaminado con bacterias, “los bichos los puso otra persona”.

El señalado es Andrés Quinteros, un ex concejal del peronismo bonaerense, con nexos políticos con el kirchnerismo. Era su hombre de máxima confianza en las empresas, pero terminaron enfrentados. De hecho, el ex empleado y ex apoderado de los laboratorios para adquirir algunos productos, lo denunció por amenazas.

Restos me medicamentos encontrados en el oredio dónde se fabricó el fentanilo contaminado

La primera declaración indagatoria de García Furfaro se prolongó seis horas. Hasta ahora, su línea argumental no dista mucho de sus dichos ante los medios de comunicación días antes de ser detenido: adjudica todos los males a una mano negra, a una conspiración en la que involucra a la competencia farmacéutica, funcionarios políticos y empleados infieles.

En la causa está acreditado que al menos dos lotes del medicamento, sobre todo del número 31.202, están adulterados con las bacterias Klebsiella pneumoniae y Ralstonia pickettii.

El Instituto Malbrán ya determinó que los microorganismos estaban en las ampollas del fentanilo de HLB Pharma y en los hemocultivos realizados en los pacientes que se infectaron y fallecieron.

Según el discurso del empresario, que comenzó su carrera asistiendo a su padre en la verdulería familiar, los directores técnicos de sus empresas, es decir los responsables de autorizar que un medicamento salga a la venta, son gente “espectacular”, “profesionales capacitados” y su maquinaria para la fabricación de medicamentos es la “mejor del país”.

—“Si la Klebsiella está, alguien la puso. Es imposible que esté adentro del laboratorio. Alguien la puso. Averigüé, si alguien estornuda te puede contaminar 10 ampollas multirresistentes, no la común. No tengo dudas de que está Andrés Quinteros atrás. Quinteros estaba obsesionado con el fentanilo”.

—En octubre me doy cuenta porque Quinteros se quiere robar 30 ampollas de morfina. Medio plantel en Ramallo lo puso él porque es de San Nicolás. Se quiso robar 30 ampollas de morfina, se las pidió a Héctor Vázquez. Lo voy a ver y le dije: ¿Sabes que eso sale con un vale? Lo voy a ver a San Nicolás, me cita en una estación de servicio, se me escapa. Voy a la casa, me ve por las filmaciones y me denuncia por amenazas. Después de eso, aparecen tres ex empleados de Ramallo que me dicen que Andrés (Quinteros) nos está buscando, que nos va a hacer una maldad. Lo tienen grabado, habla de medicamento contaminado. ‘El tipo te quiere ver preso’, me dicen. Estas personas son Florencia Rivarola, Nancy Osorio y Ángel —sin más datos—, todos empleados de Ramallo. Hicimos una declaración en San Nicolás. Se excusaron cinco fiscales. El tipo está obsesionado, me quiere hacer quedar como narco”.

Interior del laboratorio Ramallo SA donde se elaboró el fentanilo contaminado

—“Yo tenía miedo de que me tire ampollas (de fentanilo) por algún lado. Le presté un departamento donde vivió hasta octubre. El 13 de febrero me manda un ‘hola llámame’, un paraguayo de la inteligencia de Paraguay. No le doy bolilla. Unos días más tarde me dice: ‘Este boludo metió mucha gente presa’(por Quinteros), llámame’. En el mismo edificio que le presté estuve dos días. Me mandó una foto del auto. Esto habrá sido en marzo. Me dicen, ‘es un vecino del cuarto’. Subo y me estaba esperando con la puerta abierta. No entré. Me llama, me dice: ‘Te veo a las cuatro de la tarde’. Lo llamo a mi hermano Damián para que me acompañe. Me cita en un bar, estaba el paraguayo, lo grabé, y estaba con la señora del cuarto. Me dice, tal cual: ‘Andrés Quinteros te va a hacer un atentado con el fentanilo. Quiere tanta plata’. Lo mandé a pasear. Después de eso me junto de nuevo, lo tengo todo grabado. Mi amigo se llama Diego Castrillón. Quinteros estaba obsesionado con el fentanilo. De ese departamento salió diciendo que yo era narco”.

—En 2023 tuve un problema con una habilitación (en HLB Pharma ubicada en San Isidro). La gestora recibe un papel trucho. La gestora me dio las conversaciones. Por esa habilitación me allanaron. Yo les dije quién la presentó. Quinteros mandó el papel trucho, la gestora lo presentó. Por qué hizo eso, por la morfina.

—Estoy seguro de que el que empezó a hablar de muerte por fentanilo desde el día uno fue Quinteros.

—En principio soy el más interesado en que se sepa qué pasó por los familiares y las víctimas. Yo soy una persona que trabajó desde antes de los 18 años. A los 18 años empecé con verdulerías, después restaurantes. Hago comercio, es lo que supe hacer toda mi vida. A los 20 años estuve imputado por defender a mi hermano de algo malo que le habían hecho. Por eso estuve detenido. Tuve empresas grandes de comida, de distintos rubros. Hasta que en 2013 compré el laboratorio Apolo en Rosario a Jorge Salinas.

En la misma causa, el magistrado investiga si las autoridades nacionales que deben controlar a los laboratorios cumplieron de manera correcta con sus funciones. Kreplak ya allanó los domicilios privados de funcionarios y ex funcionarios de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) y del Instituto Nacional de Medicamentos (INAME), organismos que dependen del Ministerio de Salud.