El Presupuesto 2026 contempla un incremento global para la masa de jubilaciones, condicionado por la proyección de menor inflación (ANSES)

El futuro de las jubilaciones en el contexto del Presupuesto 2026 se instaló como tema de análisis tras la difusión de los lineamientos estatales para el año próximo y las apreciaciones del ex titular de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), Osvaldo Giordano. La discusión se centra en las partidas para el sistema previsional, en un escenario que combina la intención oficial de reforzar áreas sensibles y la dinámica del proceso inflacionario.

En recientes declaraciones, Osvaldo Giordano aclaró que el aumento de 5% en las partidas para jubilaciones contemplado en el nuevo presupuesto nacional no se va a trasladar directamente a los haberes de cada beneficiario desde el inicio del año. El economista explicó que este incremento «es un aumento en la masa de jubilaciones», por lo que «no quiere decir que cada jubilado tenga ese aumento el 1º de enero, sino que es un monto global para todo el año que está asociado a la baja de la inflación». Este señalamiento cobra relevancia en el contexto de ajustes previsionales y genera expectativas entre los sectores afectados.

Giordano profundizó sobre la forma en que se actualizan los haberes y señaló que «la jubilación se ajusta por la inflación de dos meses para atrás». De este modo, en la medida en que la inflación baje, «el ajuste tiende a ser mayor a la inflación de cada mes». Según su análisis, el aumento previsto responde a una proyección que contempla una reducción en la inflación desde el 20% y pico actual al orden del 10%.

En este marco, el ex funcionario sostuvo que «ese 5% no es más que aplicar la movilidad actual en un escenario proyectado de inflación descendente». Es decir, la mejora prevista surge como consecuencia del sistema vigente de movilidad y no a través de un incremento discrecional o extraordinario en los haberes. Para Giordano, «en la medida que baja la inflación y crece la economía, se genera ese pequeño espacio, que es positivo porque responde a necesidades que se han planteado visiblemente, pero que sigue siendo modesto en relación a las expectativas».

El análisis de Giordano también alcanza a las pensiones y otros gastos sociales. Expresó que la lógica se replica en esos sectores: la baja de la inflación y una economía en crecimiento abren un margen acotado para ampliar recursos, aunque sin contemplar cambios drásticos en el corto plazo para los montos que reciben los beneficiarios.

Osvaldo Giordano, ex titular de la ANSES, explicó que el aumento previsto responde a la baja inflacionaria y no a un incremento automático de los haberes

Este posicionamiento expone las tensiones y expectativas en torno al Presupuesto 2026. Las partidas destinadas a la seguridad social y las jubilaciones aparecen entre las prioridades dentro de la estructura general, que según la presentación oficial del Gobierno, busca atender necesidades básicas, financiar políticas de ayuda y sostener el poder adquisitivo en sectores vulnerables.

De acuerdo a la información oficial suministrada en el documento de presentación, el Gobierno prevé un marco de acción en el que el gasto en jubilaciones y pensiones mantiene un peso destacado respecto del total del presupuesto consolidado nacional. A su vez, el Estado se compromete a acompañar el proceso de desinflación proyectado para el próximo ciclo, lo que juega un papel esencial en el mecanismo de ajuste de haberes por movilidad.

Dentro del proyecto presupuestario para 2026, el Gobierno nacional incluye una actualización de partidas para el sistema previsional, explicitando que se contempla un incremento global orientado a sostener a los jubilados frente a un escenario de menor inflación. Se señaló que estas medidas buscan respaldar a sectores que dependen de ingresos fijos, en línea con la evolución de la macroeconomía y las necesidades de cobertura social.

El documento oficial puntualizó que otras prestaciones sociales y subsidios mantienen su significación en la nueva estructura, aunque las perspectivas de incremento se vinculan estrechamente con variables como la recaudación tributaria, el crecimiento económico y la reducción de la inflación, proceso considerado fundamental por las autoridades para liberar recursos hacia la protección social.

En ese contexto, la estrategia del Gobierno apunta a optimizar el uso de fondos públicos, reasignar prioridades y asegurar el destino de los recursos en áreas consideradas críticas. En el caso de las jubilaciones, el diseño prevé que la actualización continúe articulada según la movilidad vigente, ampliando los ingresos a medida que los datos de precios reflejen la desaceleración proyectada.

En cuanto a los criterios adoptados para calcular los aumentos, la administración pública nacional sostuvo que el esquema elegido garantiza «previsibilidad para los beneficiarios» y confiere al Estado la posibilidad de administrar ajustes en función de la evolución real de la inflación. Esa previsión resulta fundamental en un esquema fiscal acotado, donde los recursos asignados deben responder a las demandas inmediatas y a los compromisos asumidos ante el conjunto de la sociedad.

El Presupuesto 2026 contempla un incremento global para la masa de jubilaciones, condicionado por la proyección de menor inflación (NA)

Se remarcó además que la atención a los jubilados y pensionados forma parte de un conjunto de objetivos estratégicos para 2026, en los que se integran otros ejes como la inversión en infraestructuras, transferencias a las provincias y municipios, refuerzo a la educación pública y mantenimiento de subsidios alimentarios. La estructura del gasto público diseñada para el próximo año busca dar respuesta efectiva a los sectores más expuestos a la variabilidad económica, ratificando la centralidad del presupuesto en la cobertura previsional y social.

Respecto al proceso de ajuste previsional, se indicó que la fórmula actual seguirá aplicándose sin modificaciones sustanciales, con base en el comportamiento de los precios y la recaudación. El Estado subrayó que la disciplina fiscal y la proyección de tarifas y subsidios influyen de manera directa sobre los fondos disponibles para la actualización de haberes y otras transferencias sociales.

La presentación gubernamental puso blanco sobre negro la importancia de un contexto de inflación descendente para mejorar la capacidad real del sistema de jubilación para responder a las demandas de los beneficiarios. Con ese objetivo, el Gobierno definió como prioritario el sostenimiento de partidas destinadas a la seguridad social, las cuales condicionan el margen de actuación en el resto de las políticas públicas.

El apartado relacionado con pensiones y asistencia a adultos mayores señala que la cobertura universal seguirá vigente bajo parámetros de asignación establecidos, sin modificaciones drásticas en las fórmulas de cálculo. El incremento acumulado en las partidas busca aportar estabilidad y previsibilidad a los ingresos del sector pasivo, aunque se mantiene dentro de los límites de la proyección fiscal y la dinámica real de los recursos disponibles.

Las autoridades expresaron que la evolución de los haberes jubilatorios al compás de la inflación representa la vía adecuada para conservar el poder adquisitivo y garantizar que los ingresos de los beneficiarios no queden rezagados frente a los precios. Al mismo tiempo, remarcaron las restricciones existentes para adoptar medidas de mayor alcance en el marco de los compromisos de equilibrio presupuestario asumidos para el ciclo próximo.

Desde la perspectiva estatal, el compromiso de asegurar la cobertura a los jubilados se basa en la sostenibilidad de las finanzas públicas y en el acompañamiento gradual de los ingresos según la trayectoria inflacionaria. Además, el Gobierno reiteró que cualquier margen adicional disponible se orientará a reforzar las partidas en caso de variaciones imprevistas en el contexto económico, sin que esto implique aumentos generalizados automáticos.

La separación entre el ajuste mensual y el pago de retroactivos retrasa la cancelación de sentencias firmes y prolonga la incertidumbre para miles de jubilados (ANSES)

La política previsional para el ciclo próximo se apoya en la reducción de la inflación como motor para mejorar el ingreso real de los beneficiarios, de acuerdo a lo estipulado en el plan oficial. En el plano operativo, la asignación de recursos para el sistema sigue dependiendo de la capacidad del Estado para sostener los compromisos asumidos y responder al objetivo de proteger a los sectores considerados prioritarios.

El enfoque explicitado por el ex titular de ANSES coincide con la visión proyectada por el Gobierno, en tanto ambos atribuyen la mejora esperada de los haberes jubilatorios al efecto de la desaceleración inflacionaria y a la interacción con el sistema vigente de movilidad. Ni desde la administración pública ni desde la mirada técnica se anticipan aumentos extraordinarios o adicionales que alteren la lógica estructural del presupuesto para 2026.

Fuerte recorte en los fondos para sentencias judiciales a jubilados

El Presupuesto 2026 asigna $212.288 millones para saldar deudas previsionales reconocidas judicial y administrativamente por ANSES, una cifra que representa un recorte nominal del 45% respecto a la prevista para 2025 y supone una reducción de casi el 60% descontando la inflación. En la práctica, esta partida alcanza para cubrir entre 35.000 y 40.000 sentencias al año, sobre un universo de 90.000 fallos firmes pendientes y un stock total estimado de 270.000 juicios en trámite.

Tras la decisión tomada en julio, la administración separó el pago del ajuste mensual de haberes del pago de retroactivos, priorizando los casos más antiguos, aunque la fecha para cancelar retroactividades sigue sin definición concreta. Esta dinámica prolonga los plazos y mantiene la acumulación de causas, agravada por diferencias judiciales, cambios de criterios y la falta de compensaciones para quienes sufrieron pérdida del poder adquisitivo.

El recorte afecta tanto a beneficiarios de haberes mínimos, que vieron congelado el bono extraordinario desde marzo de 2024, como a quienes cobran jubilaciones medias y altas, que acumulan un rezago respecto de los salarios activos y reclaman el pago adecuado de retroactivos, ajustes y sentencias favorables.