Estados Unidos denunció que el régimen de China está distorsionando documentos clave de la Segunda Guerra Mundial para justificar su presión diplomática sobre Taiwán, en medio de la conmemoración del 80° aniversario del fin del conflicto y con la disputa sobre el estatus político de la isla nuevamente en el centro del escenario.
El debate sobre la soberanía de Taiwán se reactivó a raíz de las recientes declaraciones de la representación estadounidense en Taipei, que acusó a China de manipular de manera intencionada textos históricos como la Declaración de El Cairo, la Proclamación de Potsdam y el Tratado de San Francisco. Esos acuerdos, firmados tras la derrota de Japón, son citados frecuentemente por Beijing como fundamento para reclamar la jurisdicción sobre la isla, ex colonia japonesa hasta 1945.
Según el gobierno chino, dichos documentos establecen que “Taiwán debía ser restaurada a China”. Sin embargo, las autoridades taiwanesas insisten en que esas resoluciones nunca mencionaron la transferencia de soberanía a la República Popular China, ya que este estado aún no existía al finalizar la guerra. El gobierno de China era entonces la República de China, que en 1949 se retiró a Taiwán luego de perder la guerra civil contra los comunistas.
“Nuestra nación y la República Popular China no son subordinadas entre sí, y la República Popular China no tiene derecho a representar a Taiwán en la comunidad internacional”, sostuvo el ministro de Relaciones Exteriores de Taiwán, Lin Chia-lung. Las autoridades taiwanesas argumentan que, desde el final del conflicto mundial, ningún documento internacional asignó oficialmente la soberanía de la isla, ni reconoció a las actuales autoridades de Beijing.
El Instituto Americano en Taiwán (AIT), la representación de EEUU en la isla, aseguró en un comunicado que “China tergiversa deliberadamente documentos de la Segunda Guerra Mundial, incluida la Declaración de El Cairo, la Proclamación de Potsdam y el Tratado de San Francisco, en su intento por subyugar a Taiwán”.
“Estas narrativas de Beijing son simplemente falsas y ninguno de esos documentos determinó el estatus político definitivo de Taiwán”. añadió.
El Tratado de San Francisco, firmado en 1951, dictó la renuncia de Japón a sus derechos sobre la isla, pero no definió el destino final del territorio. Por su parte, el gobierno chino considera que ese acuerdo no tiene validez, ya que el régimen de la República Popular China no participó de su elaboración. Pese a ello, Taipei recuerda que la República Popular China no existía como actor internacional durante ese proceso y que la denominación oficial de la isla sigue siendo “República de China”.
En paralelo a la controversia legal y diplomática, la isla intensifica sus vínculos económicos con Estados Unidos. El ministro de Agricultura, Chen Junne-jih, encabeza una delegación oficial que aterrizó en Washington para ampliar las compras de productos agrícolas estadounidenses. La misión recorrerá distintas regiones del país y se dividirá en subgrupos dedicados a la adquisición de soja, maíz, trigo y carne de res.
La oficina comercial de Taiwán informó que en 2024 la isla se consolidó como el octavo mayor mercado de exportación agrícola para Estados Unidos, con importaciones que sumaron 3.800 millones de dólares. Las compras principales corresponden a carne de res (709 millones de dólares), soja (601 millones) y maíz (384 millones).
El objetivo de la delegación es doble: reforzar la cooperación económica con EEUU y contribuir a reducir el considerable superávit comercial taiwanés. En los primeros siete meses de este año, la balanza bilateral mostró un superávit para Taiwán de más de 70.000 millones de dólares, empujado sobre todo por la venta de semiconductores y equipos de alta tecnología.
Lin Chia-lung reconoció que la misión busca, además, mitigar el impacto de los aranceles del 20% impuestos por Estados Unidos sobre los productos taiwaneses durante la administración de Donald Trump. Las autoridades esperan que la profundización del intercambio agrícola y la diversificación de las exportaciones ayuden a equilibrar la relación comercial.
En el trasfondo de las disputas históricas y comerciales, Estados Unidos mantiene una política de “una sola China”, según la cual reconoce oficialmente a Beijing, pero sin fijar postura sobre el estatus de Taiwán. De manera paralela, Washington continúa brindando respaldo militar y económico a la isla. El AIT alertó que “las narrativas legales falsas son parte de la estrategia más amplia de Beijing para aislar a Taiwán de la comunidad internacional y restringir las opciones soberanas de otros países en sus relaciones con la isla”.
Mientras, el gobierno chino evitó responder de inmediato a las acusaciones estadounidenses. El presidente Xi Jinping encabezó el 3 de septiembre un desfile militar en Beijing, en el marco de los actos por el aniversario del final de la guerra, en los que se reiteró el reclamo sobre Taiwán.
La gestión diplomática y comercial taiwanesa se desarrolla en un contexto internacional marcado por el endurecimiento de las posiciones chinas sobre la soberanía de la isla y los esfuerzos de Taipéi para mantener e incrementar sus alianzas globales, sosteniendo una postura de autonomía sin subordinación respecto a Beijing.
(Con información de Reuters)