La irrupción de Ramiro Bilbao en el universo digital ha transformado la dinámica de las redes sociales, primero en Rosario, y luego más allá. La figura de este joven de 22 años, orgulloso de su condición de gay y conocido como “El Colo”, se va consolidando como uno de los fenómenos virales más comentados.

El ascenso de Bilbao comenzó en TikTok, donde su carisma y estilo personal le permitieron reunir más de 400 mil seguidores.

Público que, invitado a Nacidos en Redes, él caracteriza así: “Mis seguidores son el noventa por ciento mujeres y el resto todos gays, ¿entendés? Hay gente que no necesita ser controversial para darse a conocer a otros públicos. A mí me funcionó hacer quilombo, decir cosas polémicas y cosas que la gente se sienta tocada».

Además -rosarino al fin- comparte con Lionel Messi el exclusivo barrio Kentucky en la localidad de Funes.

Acá, los momentos más destacados de la entrevista:

Mai: —Bienvenido, Ramiro. Empecemos por la presentación, para la gente que no te conoce o que quiere saber un poco más de tu vida…

Ramiro: —Tengo 22 años, soy de Rosario. Me crie toda la vida en un barrio, pero un barrio clase media baja y después las cosas mejoraron y me mudé a Funes, al lado de Rosario, donde vive Messi.

Mai: —Y en el cole, cuando ya estabas por terminar, ¿sabías que querías hacer de tu vida? ¿Lo hablabas con tus papás?

Ramiro: —Bueno, pasé por la famosa crisis del final del secundario. Yo siempre dije que quería ser famoso. No sé cantar, no actúo, pero quería ser famoso.

Mai: —¿Y tus padres qué te decían?

Ramiro: —Nada, “dejá de fabular”, ¿entendés? Y como no sabía qué hacer, mi mamá me dijo “¿por qué no estudias Diseño de indumentaria?“ porque una vez le había hecho un vestido de papel a mi hermana y mi mamá como que vio un potencial en eso. Hice un año y medio, pero terminé dejando…

Mai: —¿Y cuándo se dio esa charla con papá y mamá de “quiero dedicarme a las redes sociales”?

Ramiro: —Al principio no lo entendían mucho. Me decían “tirá currículum”, “andá a trabajar a un Zara”. Quizás ahí a papá le costaba mucho más aceptar mi sexualidad; ahora ya me compra carteras, pero en su momento, cuando subía un TikTok en top y no le copaba, me decía “borralo”.

Mai: —¿Te costaba cuando tu papá te decía eso?

Ramiro: —Al principio sí, como que decía “¿qué tiene de malo?”. Yo siento que mis papás me tuvieron muy jóvenes, tendrían 20 y 22, y el tema de mi sexualidad no era fácil… Yo pasé por ochenta mil psicólogos, porque, claro, yo jugaba con las Barbies, me ponía polleras y mis papás tipo “¿Qué pasa acá?»

Mai: —¿A qué edad?

Ramiro: —Tres años, es como muy traumático.

Mai: —¿Vos desde qué edad ya estabas seguro de tu sexualidad y de tu identidad?

Ramiro: —Desde el día cero; desde que tengo uso de razón, siempre lo supe. Viste la típica pregunta que siempre le hacen a todos los gays: “¿cuándo te diste cuenta? Desde siempre. En el colegio usaba vestidos. Y también sufrí mucha discriminación por parte de mis maestras, sobre todo en la secundaria. Pero a los tres años ya tuve un primer psicólogo por recomendación de mis maestras. Yo era muy divina.

Mai: —¿Te vinculás más con las chicas que con los chicos?

Ramiro: —Sí, total, siempre sentí que las chicas fueron como mi lugar seguro, ¿entendés? Mis amigos siempre fueron mujeres. También la he pasado mal por eso; en la secundaria empieza la época de las pijamadas. Yo justamente iba a un colegio católico y había una de las madres que pidió que no me invitaran.

Mai: —¿Y cómo te lo tomabas?

Ramiro: —Mal, porque yo decía “yo también quiero ser parte”.

Mai: —Contabas problemas con tu papá, ¿y tu mamá qué actitud…?

Ramiro: —Mi mamá me dejaba hacer todo, siempre me dio mucha libertad. Cuando mi papá viajaba mucho por trabajo, yo me ponía tacones, vestidos y mamá me dejaba.

Mai: —¿Recordás algún episodio que realmente te dejó golpeado por algún tipo de discriminación?

Ramiro: —Pasa que yo soy una persona como que finjo mucha demencia de todo, ¿entendés? Yo te puedo decir que todos los días de mi vida vivo en Disney. Como que estoy muy en mi mundo y no me doy mucha cuenta de las cosas que pasan en mi entorno.

Mai: —¿Cómo fue la primera marca que se te acercó para trabajar con vos?

Ramiro: —Al principio lo hacía por amor al arte, sentía como que estaba mangueando. Después me di cuenta que es un trabajo y empecé a cerrar números. Ahora tengo un representante que me ayuda y se queda con un 20 por ciento, y está todo perfecto.

Mai: —También hiciste música, pero ¿en qué te ves? ¿Siendo artista? ¿En un streaming? ¿Generando contenido en TikTok?

Ramiro: —Me siento multifacético. Lo que pinte. Hice una canción porque ahora, de repente, todos los tiktokers cantan. Se viralizó, aunque no te voy a mentir, sí, me ayudó Chatgpt.

Mai: —¿Mucha gente se pregunta sobre vos cuánto hay de personaje y cuánto de real?

Ramiro: —Yo soy así, posta, me manejo así con todo el mundo. No me iba tan bien hasta que empecé a mostrar mi personalidad.

Mai: —¿Y te molestan los comentarios que te llegan en redes? ¿Los lees?

Ramiro: —Pasa que es raro porque en mi TikTok nadie me bardea. Quizás en Instagram o en Twitter sí me cancelaban mucho…

Mai: —¿Por qué te cancelaban?

Ramiro: —Por decir cosas polémicas, por ejemplo, no sé, si vas a la Torre Eiffel y usás una una camiseta de tu equipo de fútbol, sos grasa, cosas así. Me metía mucho con el público masculino. Y al público masculino, que lo diga un puto, les da en el ego de una manera que te hacen mierda. Pero yo siempre dije que hablen bien o hablen mal, pero que hablen, ¿entendés?

Mai: —Regla número uno del marketing…

Ramiro: —Claro, no me importa. Mis seguidores son el 90 por ciento mujeres y el resto todos gays, ¿entendés? Hay gente que no necesita ser controversial para darse a conocer a otros públicos. A mí me funcionó hacer quilombo, decir cosas polémicas y cosas que la gente se sienta tocada.

Mai: —¿Sos muy dependiente del celular?

Ramiro: —Todo el día. Creo que desde que me levanto hasta que me voy a dormir, si no estoy con el celu, estoy con el iPad. Ya es como una adicción heavy.

Mai: —¿Lo ves en terapia o algo?

Ramiro: —Iba a terapia, pero siempre me terminan renunciando las terapeutas.

Mai: —¿Por?

Ramiro: —Viajo mucho y terminan ocupándome mi turno. No sé si es que realmente mis problemas las sobrepasa…

Mai: —¿Se puede saber algún problema que tengas?

Ramiro: —No me voy a hacer el superado, pero hay un hecho que me da mucha ansiedad: ir a lugares muy públicos donde va a haber todos heterosexuales. Siento como que me juzgan mucho, que me miran… Y es horrible decirlo, pero en esas circunstancias es como que recurro mucho al alcohol. Porque siento que todos todos los hombres me odian.

Mai: —¿Alguna vez recibiste algún insulto de algún hombre heterosexual?

Ramiro: —Sí, un montón de veces.

Mai: —¿Qué les pasa al hombre heterosexual con un gay? ¿Por qué sentís que son así?

Ramiro: —Yo siento que pueden pasar muchas cosas. Para mí la mayoría de hombres heterosexuales que tienen un problema con un gay es porque son gays reprimidos. O sea, les duele que el otro sea tan libre.

Mai: —Y vos en ningún momento recalculás sobre tu identidad.

Ramiro: —No, me siento muy seguro. Yo me identifico con el sexo que me tocó: es mío también. Disfruto demasiado mi sexualidad. Hay personas que quizá sí tienen esa confusión, no están cómodos ni con los genitales que tienen.

Mai: —Sí, muchos quieren transicionar.

Ramiro: —Claro, yo me siento cómodo con mi sexo, pero no tengo problema en clavarme una mini skirt y unas texanas, hacerme uñas, maquillarme, ser muy femenino, ¿entendés?

Mai: —Otro tema que me parece interesante que mencionás abiertamente es sobre las intervenciones estéticas que te hacés. ¿Lo hacés por presión o porque realmente lo sentís?

Ramiro: —Quizás ambas. Es verdad que es muy adictivo. Yo tampoco es que estoy ¡wooooow! super hecho. ¿O sí?

Mai: —No sé, pero tenés los labios…

Ramiro: —Sí, los labios. Bueno, y ahora me puse un poco de mentón, pero es verdad que es adictivo. Al día siguiente de haberme inyectado la cara estaba en el espejo y pensé “bueno, ahora capaz que si me levanto un poquitito acá, ¿entendés? Sí, es adictivo.

Mai: —Para ir cerrando, Ramiro, ¿cómo te ves de acá a cinco años?

Ramiro: —Ojalá que como una fuckin estrella.

Mai: —¿Haciendo…?

Ramiro: —Lo que estoy haciendo ahora tipo streams, podcast, mis redes.

Mai: —¿Tele?

Ramiro: —Me gustaría, ojalá. Es algo que nunca hice, pero haciendo lo que estoy haciendo por el lado de la comunicación, todo me divierte.

Fotos: Maximiliano Luna