Las lluvias intensas en el centro de la provincia de Buenos Aires transformaron la situación productiva de manera drástica. En Bolívar, Carlos Casares y 9 de Julio, los campos quedaron cubiertos de agua. El productor agropecuario Leandro Lanzinetti describió en una entrevista en Infobae en Vivo la magnitud del problema: “La situación en vez de mejorar, empeoró”.
El acumulado en la región alcanzó 1.500 milímetros en doce meses, un volumen muy superior a los 950 milímetros habituales. “Quedan miles de hectáreas bajo el agua, sin producir, sin pagar impuestos”, afirmó. El panorama afecta tanto a la agricultura como a la ganadería.
Cultivos perdidos y cosechas inconclusas
Las precipitaciones interrumpieron el ciclo productivo de los cultivos de verano y también anularon la siembra de invierno. Lanzinetti explicó que “se perdió parte de la cosecha gruesa que no se pudo cosechar” y remarcó que “todavía hay montones de lotes sin cosechar de maíz y de soja”.
En el caso del girasol, la situación también fue extrema: “El agua llegaba hasta la altura de los capítulos del girasol, a un metro ochenta”. Si bien algunos lotes lograron recolectarse, la productividad se redujo.
El trigo, en tanto, quedó casi fuera de la campaña. “El trigo básicamente no se pudo sembrar”, indicó el productor. Según sus estimaciones, la superficie implantada es mínima y no habrá cosecha significativa en esa zona.
Además, la próxima campaña de gruesa enfrenta un arranque incierto: “No podemos sembrar en ningún lado”, advirtió. Con los suelos saturados, el calendario de maíz y soja se alteró. “Eso se va a postergar para octubre o noviembre, pero ya mal encarado desde el vamos”, agregó.
Ganadería en emergencia
El impacto también golpeó al rodeo bovino. Lanzinetti detalló que los campos ganaderos atravesaban la parición en condiciones críticas: “Hay muerte de terneros, no se puede llegar a los campos, no se le puede dar de comer a la hacienda”.
La situación de los tambos resultó aún más delicada: “Imagínense una actividad como el tambo: hay que sacar la leche todos los días y meter un camión de comida todos los días, imposible”. El anegamiento de pasturas dejó sin alimento a los animales y los caminos intransitables impidieron la logística básica.
Extensión del agua y caminos anegados
El productor estimó que 60% de las 500.000 hectáreas del partido de Bolívar quedaron bajo agua. En Carlos Casares, la afectación fue total: “Casares tiene prácticamente todo el partido afectado”.
El problema se agravó por el corte de accesos. “El otro problema grave es que no hay caminos, no se puede llegar”, remarcó. Incluso en campos cercanos a la ciudad, el tránsito resultó imposible. “No podemos llevar comida para la hacienda, nada”, señaló.
El agua no tiene vías rápidas de escurrimiento. “El agua acá se va o por napa o por evaporación, no hay otra salida”, describió. Según explicó, la recuperación depende de varios días sin lluvias, temperaturas más altas y el descenso de las napas.
El municipio deberá enfrentar la reconstrucción de la red vial. “El municipio tiene que afrontar el arreglo de 2.500 kilómetros de red vial, es imposible”, advirtió.
Obras hídricas pendientes
La falta de infraestructura de desagüe aparece como un reclamo recurrente. Lanzinetti subrayó: “No ha habido una obra en cuarenta años”. Señaló la necesidad de un canal de envergadura: “Hay que hacer una obra con un canal importante, como se hizo el Canal Mercante”.
El productor recordó que Bolívar tiene dos cuencas críticas. Una de ellas depende del arroyo Vallimanca, que recibe agua de las lagunas encadenadas de Alsina, Cochicó, Del Monte y Epecuén. “Cuando esas lagunas vuelcan al canal Aliviador, el cauce no tolera el volumen y se desborda”.
La otra zona corresponde a lluvias directas sobre los partidos más afectados. “Esto que estamos viendo en Casares y 9 de Julio es netamente por agua caída”, precisó.
Consecuencias económicas
Las pérdidas recaen íntegramente sobre los productores. “Contra esto no hay nada que te asegure nadie”, dijo. Existen seguros contra granizo, viento o helada, pero no contra inundaciones de esta magnitud. “Va a ser mucho quebranto para muchísimas empresas”, reconoció.
Los arrendatarios enfrentan un riesgo mayor: “El arrendamiento es todo riesgo tuyo, el dueño del campo no corre ningún riesgo”.
La imposibilidad de comercializar los granos complicó aún más la situación. “Hay silobolsas con agua en el campo y otras que no sabemos cuándo se van a poder sacar”, relató. La cosecha embolsada quedó inmovilizada en los lotes y sin acceso a caminos.
Conflictos impositivos
El escenario derivó también en tensiones fiscales. Lanzinetti mencionó la protesta de algunos productores frente al pago de la tasa vial: “Se negaron a pagar la tasa vial porque no hay contraprestación del servicio”.
El inmobiliario rural y otros tributos siguieron vigentes. “El inmobiliario rural aumentó bastante”, señaló. En cuanto a Ingresos Brutos, remarcó la contradicción de un impuesto sobre ventas en un contexto sin producción: “¿Qué vas a vender, si no se sembró y no se cosechó?”.
El productor indicó que, hasta el momento, no hubo anuncios de condonación de impuestos ni de créditos especiales para enfrentar la emergencia. “Que yo sepa, hasta ahora, no”, afirmó.
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