El rumor quedó atrás. Nicolás Cabré y Rocío Pardo abrieron, en silencio, las puertas de su refugio: una casa con cocina luminosa y espaciosa, emblema discreto de la vida familiar que eligieron. Ningún fotógrafo indiscreto, ninguna alarma mediática. Solo luz natural, madera clara, el mate caliente y el murmullo temprano del desayuno: así se construye un presente, aunque afuera el mundo insista en aturdir.

La cocina, de líneas modernas y tonos neutros, es el corazón indiscutido del nuevo hogar. Allí, una isla central —superficie beige veteada, amplia y acogedora— reúne los cuerpos y las charlas: el lugar en el que la convivencia se siente, tal como parecen decir las imágenes que compartieron con sus seguidores a través de Instagram, en un posteo que apenas reza: “Así quedó nuestra cocina terminada”.

Los muebles blancos, los focos empotrados en el techo y la luz que entra decidida por el ventanal componen una atmósfera de calma. No hay muebles recargados ni objetos superfluos. El orden y la armonía invitan a quedarse, como si cada esquina ofreciera una tregua.

¿Qué significa para Cabré y Pardo mostrar este rincón ahora? ¿No es acaso una declaración? La historia viene de lejos, aunque solo hace poco más de un año que comparten postales de la rutina: cenas, mates, escapadas, el hermoso desgaste de los días auténticos.

Nicolás Cabré y Rocio Pardo ultiman los detalles deo que será su casamiento

En junio, por caso, la pareja publicó un carrusel desde un balneario argentino: pinos, médanos, pasos descalzos sobre la arena, Rufina recién vuelta de su viaje a Turquía con su madre, la China Suárez, y con Mauro Icardi. Las instantáneas traspasaban la pantalla y el espíritu de complicidad, aventura y vida cotidiana resonaba en cada plano.

No es casualidad que fuera la cocina el lugar elegido para contar este momento. No son los flashes ni los títulos: es la vida, con su sencillez y su ritmo suave. Allí, entre mates y charlas, Cabré y Pardo imponen una ternura que desalienta al escándalo. La calma se gana, dicen, y aquí se disfruta lo esencial, los pequeños momentos juntos.

Cuando tantos se obstinan en vivir de cara al afuera, ellos apuestan por la intimidad. Un paso más, apenas esperado, acaba de definirse. Rocío Pardo —bailarina, actriz, directora y productora teatral— anunció hace solo unos meses que se casarán en este 2025. La decisión no fue deliberada, ni planificada. Surgió entre risas y valijas, en un viaje a Punta Cana.

De pronto, lejos de las expectativas, el compromiso se manifestó como una certeza nueva: “Fue una sorpresa para los dos. Ninguno lo tenía pensado”, destacó la joven en charla con Catalina Dlugi. El Caribe, ajeno y eterno, asistió al instante. “Todo fluye tan normal, es tan fácil, que tenía que ser así. No lo imaginamos de otra manera… Rufi estaba presente, festejaba más que nosotros”, afirmó.

¿Y la boda? Hay quienes sueñan con Cenicienta y fuegos artificiales. No es el caso aquí. Rocío, transparente, niega la fantasía del vestido blanco: “Yo no soy muy Susanita que digamos. Él quería algo un poquito más arriba, pero yo prefiero algo más tranquilito, bien íntimo, con gente que queremos. Soy de pueblo, nací en Carlos Paz”.

Por su parte, Cabré, en charla con Infobae, destacó: “La verdad es que somos un equipo hermoso y estoy viviendo un momento muy feliz. Todos sabíamos y todos lo vivimos con mucha naturalidad y con mucha felicidad. Estamos en paz. Estoy en paz. Estoy viviendo un momento sinceramente hermoso, con mucha, mucha, mucha tranquilidad. Creo que esa es la base y la prioridad, y eso no lo modifica nada casarse, porque vamos a estar ahí, porque decidimos juntos, porque decidimos que sea en un lugar hermoso, muy chiquito, íntimo, familiar”.

Sin artificios ni velos, apuestan por una celebración sincera: lo que verdaderamente vale se resume en una mesa compartida, una risa cierta. El amor, parece, no necesita testigos ruidosos.