En el mes de marzo, Peter Lanzani estuvo unos días en el sur del país, mientras grababa en Tierra del Fuego, la capital de Ushuaia. La noche del 20 fue arrestado junto a dos personas luego de ser agarrados infraganti pintando un graffiti en un galpón. A cinco meses del hecho, Lanzani estuvo como invitado en Nadie dice Nada (Luzu TV) y recordó la experiencia que tuvo con la policía esa noche.
“Nos pasó de todo, nos pasó de todo… Estábamos haciendo claramente cosas que no se pueden hacer, que era un grafiti”, comenzó diciendo en el programa de Nico Occhiato, con un dejo de ironía. “Era un chapón abandonado, un edificio que después ese chapón lo sacás porque ponés el verdadero portón para la entrada”.
Apenas pasada la medianoche y con el grupo en plena tarea artística, apareció la policía. “Eran como 12 canas. Nos empezaron a palpar, a ver si teníamos drogas. Fue como: ‘Che, podemos pintar otra vez el chapón. Disculpa, sabemos que está mal lo que estamos haciendo, pero…”, reconstruyó.
Los agentes revisaron a cada uno para asegurarse de que no llevaran sustancias ni alcohol. “No teníamos nada, teníamos puchos y no habíamos ni tomado birra en la cena”. A pesar de la ausencia de delito grave, la policía se mantuvo firme: “Nos agarraron, nos metieron en el patrullero. Nosotros nos empezamos a reír”.
Las carcajadas se multiplicaron cuando la situación escaló. “Nos bajaron del patrullero porque nos reíamos y nos esposaron de atrás. Nos empezamos a reír más”, evocó sobre las reacciones de sorpresa, hasta el absurdo, dentro del patrullero. La intervención policial coincidió esa noche con otra fuga: “Se les había escapado un chorro aparte a la noche a ellos. Fue como: ‘Boludo, se te escapó un chorro, me estás esposando a mí porque estoy pintando un chapón abandonado, dale’”.
Fueron alojados en el calabozo “a la cucha”, como definió a una celda con “tres rejas”. El grupo estaba compuesto por tres personas. “¿En un momento tuvieron miedo?”, preguntaron en la mesa, a lo que Lanzani respondió con humor: “Roncamos”, indicando que, pese a las circunstancias, lograron dormir allí. Ante la pregunta sobre dónde descansaban, detalló: “Había un colchón ahí medio cutre”.
El paso por la comisaría ofreció también interrogatorios atípicos. “Sabíamos que íbamos a salir porque estábamos pintando un chapón, no habíamos hecho nada grave. Nos despertaron a la mañana a ver si queríamos desayuno. Nos fueron despertando cada tanto para hacer preguntas y eran las mismas preguntas todo el tiempo”.
La liberación ocurrió en la mañana siguiente: “Nos levantaron para el desayuno, un vasito de agua en vaso de telgopor y un pedazo de pan” Una vez afuera, notó la repercusión del episodio: “Salimos y tenía más mensaje que cuando cumplía años”.
En ese mismo viaje, el actor de Casi Ángeles fue víctima de un robo. En medio de la filmación, el grupo vivió otro sobresalto cuando le sustrajeron el material grabado. “Sí, nos robaron y lo recuperamos. Fui y lo recuperé. Solo. Con unos muchachos raros. Tengo el material”, rememoró.
Este episodio completo expuso el costado imprevisible de las travesías fuera de las grandes ciudades y la capacidad de convertir incluso las adversidades en anécdotas para un equipo creativo. Como quedó en evidencia en su relato, el trabajo conjunto y la predisposición a narrar cada peripecia refuerzan el espíritu con que Lanzani y sus amigos enfrentan los desafíos de la producción independiente, encontrando, aun en la incomodidad y la sorpresa, motivos para reír y material para sus historias.